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¡Que me como mi pueblo!

Si preguntas a los practicantes de la buena vida cuáles son sus mayores placeres, casi siempre encontrarás estos dos en su respuesta: comer y viajar. Y si ellos, que saben mucho de placeres, los ponen los primeros de la lista, es que hay practicarlos todo lo que podamos cuando queramos regalarnos un capricho. Una de las jugadas perfectas es combinar ambos y disfrutar del turismo y gastronomía de una sola tacada.

Dónde hacerlo es elección de cada uno, porque por suerte tenemos cerca opciones para todos los gustos. Pero si queremos acertar sí o sí, una de ellas es darse una vuelta por Lleida saboreando paisajes, historia, naturaleza y productos autóctonos que son auténticas delicatessen. Aquí os dejamos algunas localidades que está prohibido saltarse cuando se trata de alimentar cuerpo y alma. ¡Buen provecho!

La pera de El Pla d'Urgell

Tiene el honor de cultivar uno de los productos más ricos de toda frutería que se precie: la pera. Pero no una cualquiera sino la de más calidad del mercado, que además cuenta con Denominación de Origen Protegida. Y nada menos que en sus tres variedades: la pera limonera, la blanquilla y la conference. Un gustazo para el paladar que hace posible el clima del Pla d'Urgell, una comarca que merece más de una visita.

El Pla la componen dieciséis municipios que riega el canal de Urgell, en torno al que transcurren algunas de las rutas senderistas y ciclistas con más éxito de toda la Comunidad. Entre otras razones por un entorno natural de postal, el rico patrimonio de los pueblos que forman esta comarca y el famoso lago de Ivars y Vila-sana, alrededor del que se organizan rutas ornitológicas.

Las setas de El Pont de Suert

Situado entre los valles de Barravés, Bohí, Castanesa y Viu, llegar a esta localidad no solo significa disfrutar del entorno y los paisajes pirenaicos de la Alta Ribagorza, sino también empaparse de su pasado dando un paseo por la Plaza Mayor y la plaza del Mercadal o visitando la iglesia de origen románico y el palacio Abacial, de estilo gótico.

Para que la escapada sea completa hay que probar sus famosas setas: rodeada de frondosos bosques, en esta zona crece una gran variedad de setas silvestres que han conseguido hacerse con una merecida fama. Aunque prácticamente en toda Lleida es posible degustar buenas setas (se dan en el Alt Urgell, La Cerdanya, El Pallars, El Solsones...), las de El Pont de Suert se han ganado la reputación de ser de las más exquisitas. Un pecado irse sin probarlas si es temporada.

La mantequilla de La Seu de Urgell

Todo el Alt Urgell merece una visita con tiempo para disfrutar de los paisajes espectaculares que ofrecen los Pirineos catalanes y de un patrimonio muy bien conservado de arte románico. Pero esta zona además es conocida por elaborar una de las mantequillas más exquisitas del mercado.

Si pasáis por la Seu de Urgell además de visitar la catedral de Santa María, el museo Diocesano, la biblioteca de Sant Agustí o el castillo del siglo XVI, hay que probar la famosa mantequilla Cadí, con Denominación de Origen Protegida, que elaboran exclusivamente con leche de vaca frisona. Se distingue de otras mantequillas por su olor y sabor, que recuerda un poco al de la avellana. Un manjar de los de repetir y repetir.

El caviar de Les

Otro pueblo que se encuentra en un entorno de los privilegiados, en la orilla del río Garona, justo en la frontera con Francia, es la localidad de Les. Algunas de sus señas de identidad son un castillo del siglo XIII -hoy en ruinas, pero del que se conserva la torre del homenaje-, la capilla románica de Blas de Sebaste, la iglesia parroquial o los baños termales.

Aquí es donde se elabora una de las joyas del pirineo, el caviar Nacarii, una de las más exclusivas producciones de caviar elaborada en Europa. ¿Su peculiaridad? Que es la única piscifactoría de esturiones del mundo ubicada en un paraje natural que además cuenta con aguas purísimas y cristalinas procedentes del deshielo, el ingrediente indispensable para obtener un caviar de calidad. Ahí queda eso.

El aceite de Les Garrigues

Nada como darse una vuelta por esta comarca de 24 municipios para disfrutar de un rico patrimonio cultural que va desde las pinturas rupestres de El Cogul hasta el molino medieval y el templo románico restaurado de Santa María de Las Besses pasando por el castillo de l'Albi, la plaza mayor de Les Borges Blanques, el casco antiguo de Arbeca y un largo etcétera. Pero es que además toda la comarca está repleta de olivos, la mayoría con olivas de la variedad de la arbequina, la ‘culpable’ de que el aceite de oliva extra virgen de las Garrigues sea conocido en todo el mundo. Además, cuenta con mucha tradición a sus espaldas porque su denominación de origen tiene ya tres décadas. Un imprescindible que hay que probar si se pasa por aquí.

Los quesos de Adrall

Aunque toda la zona del Alt Urgell y la Cerdanya producen quesos con Denominación de Origen Protegida, merece una mención de honor el pueblo de Adrall, donde se encuentra una masía que elabora más de una decena de quesos que tienen en común un ingrediente: la leche cruda.

La quesería Mas d'Eroles ha alcanzado tal fama -se ha hecho con una buena colección de premios nacionales e internacionales- que solo por visitarla merece la pena darse el paseo hasta Adrall, pero es que además en este pequeño pueblo podéis descubrir algunos tesoros. Por ejemplo, las rutas para senderistas y aficionados al mountain bike que atraviesan sus alrededores.

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