Con Díaz en el apellido y Benítez en la sangre, Manuel continuó su camino hasta llegar a Vicky Martín Berrocal, quien le dio el ‘sí quiero’ y su primera hija, Alba. Tres años después se enamoró de Virginia Troconis, que le ha dado dos hijos, Manuel y Triana. Así es Manuel Díaz ‘El cordobés’ y así nos lo ha presentado Osborne en su último programa.
Manuel ha recibido al matrimonio de Bertín y de Fabiola en su cocina, y después los hombres se han ido a ver el resto de la casa, ‘El cordobés’ le ha enseñado a Bertín sus fotografías, entre ellas, una que guarda con especial cariño, en la que estuvo especialmente cerca de su padre.
A pesar de su mote, Manuel es madrileño. Al neófito le fueron impuestos los apellidos de la madre, María Dolores Díaz González, nacida en Jaén en 1947. Fruto de las relaciones que mantuvo, según declaraciones suyas y del propio hijo, con el afamado matador de toros Manuel Benítez ‘El Cordobés’, quien nunca ha reconocido públicamente ser el progenitor de dicha criatura. Por eso Manuel guarda con cariño esa foto, “el único día en el que estuve cerca de él”.
Esta espina, aún clavada, ha hecho que Manuel quiera hoy ser el mejor padre para sus hijos, “niños de campo”, según él. Y eso le ha hecho recordar su infancia. “Fui un malcriado porque me crié con mi abuela todo el año y fui a un colegio en Jaén”. Considera haber sido “un niño muy feliz”. “Tengo flashes de aquella época, nací en Madrid, me he criado en Sevilla y he vivido en Jaén, pero me siento andaluz totalmente e identificado con Córdoba que fue quien me adoptó y me dio la oportunidad de ser quien soy, y de Sevilla que me mimó”, ha contado.
“Soy el mayor de siete hermanos y ejercí de padre de familia. Mi madre ha sido muy luchadora y tuvo que tirar para adelante sola en una época en la que fue madre sin estar casada. Mi abuela la puso en la calle, pero los tiempos cambian”, reconoce.
¿Cómo conoció su madre a Manuel Benítez?
“Mi madre conoció a mi padre cuando se fue a trabajar a su casa de señora de la limpieza en Madrid. Me decía que era muy feo pero que tenía algo. Empezó a salir con él, era un hombre con mucho poder y eso a los abuelos no les sentó muy bien, hasta que llegó embarazada y eso fue la hecatombe”.
Como curiosidad, Bertín le ha reconocido a Manuel que la primera vez que se emborrachó en su vida fue con su padre, Manuel Benítez.
Ser hijo ‘no reconocido’
Manuel Díaz ha recordado que su abuela “era muy graciosa”. “Ella le contaba a todo el mundo quién era yo, chismorreaba con todo el mundo, y el de la tintorería de debajo de casa me decía que toreara, y me daba un duro. Por eso siempre digo que mi primer duro como torero, lo gané en una tintorería de Jaén”, se ha sincerado.
“Nací con eso, nunca se me ocultó mi verdad, tuve que vivir con ella y crecer con ella, y mi madre me enseñó a no bajar nunca los brazos ni a dejar de luchar, y mientras estemos vivos hay que luchar”, reflexiona.
Manuel ha hecho reflexionar a Bertín y a todos los espectadores: “Tú notas la ausencia de tu padre ahora –a su muerte-, yo es una carencia que he arrastrado toda mi vida”.
“Ha habido momentos en los que hemos estado muy cerca. Como yo era miembro de la escuela taurina, fui como un chiquillo inocente y él me dio esa foto que te he mostrado antes. En ese momento no sé si sabía quién era yo. Un saber que existimos hay, pero mi vida es muy dura y ese vacío que tengo yo en mi alma…”, ha reflexionado.
“Lo que tengo es la palabra de una madre, y algún día me hubiera gustado haber llegado a tomar un café con él para contárselo a mi madre. Pero yo creo que eso es algo que ya no va a llegar, aunque me hice torero para llamar la atención de mi padre”.
¿Por qué torero?
“Empecé jugando a ser torero, porque quería ser mejor que mi padre, para proteger a mi madre, a los 13 años, y he llegado a ser torero por esa rebeldía. La fuerza más grande que hay es la fuerza de tu verdad. Para mí, mi corazón se movió para estar más cerca de él”, ha comentado Manuel sobre sus inicios en la profesión.
“Yo no tenía nada, una pensión de mi madre y unos pantalones que me prestaban. Yo sé lo que es pasar hambre”, cuenta Manuel. “Pero los tiempos han cambiado, los bandoleros de antes le quitaban a los ricos para los pobres, y los de ahora se lo quitan a los pobres para lucrarse más”, ha firmado.
“Siempre he tenido los pies en el suelo, y de estar tieso todas las empresas me querían, tengo un club de fans de trescientas chavalas, y no canto como Jesulín porque canto peor que él”, ha continuado reflexionando y bromeando.
Y es que lo de ‘El cordobés’ fue “un boom”. “Venía gente de todas partes, los hoteles se llenaban y era para verme torear. Era bonito”, ha contado.
Su historia con Vicky Martín Berrocal
“Entonces conocí a Vicky, porque su padre -el empresario José Luis Martín Berrocal- era muy taurino”, cuenta. “Le brindé un toro, y después de la corrida, me parecía una chica espectacular, le pedí un modo de seguir en contacto y me dio un número de seis cifras, una por cada finca que tenía, y yo le di mi número de seis cifras, el de teléfono”, añade.
La amistad duró dos años y medio sin que se enterara la familia. “Lo llevábamos muy tapado, pero Vicky tiene mucho carácter. Cuando quise formalizar mi relación con ella, sabía que hacerlo sería romper mi relación con este hombre (su padre)”. Pero se casó en 1997, y se fue a vivir con ella a Sevilla. “Todos los paparazzi nos seguían”.
Y así nació Alba, fruto de este primer amor, a finales de 1999. “Fuimos muy jóvenes y por eso era difícil, pero mi relación con ella es perfecta. Sabíamos que Alba era nuestra responsabilidad, ella no eligió venir a este mundo y era nuestra responsabilidad para que fuera feliz, y para eso teníamos que serlo nosotros”, le ha contado a Bertín.
El papel de Virginia Troconis
Casados el 6 de febrero de 2004 en la Valencia de Venezuela, Virginia y Manuel viven en una finca sevillana, y desde este lugar, la mujer de ‘El cordobés’ le ha contado a Fabiola cómo le conoció. “No te voy a mentir, no fue todo color de rosa, Manuel lleegó a mi vida con su hija Alba –de su anterior matrimonio con Vicky-, que entonces tenía dos añitos y medio, pero todo ha ido encajando, y como que nosotras nos vamos haciendo nuestro espacio y nos vamos ganando el sitio”, ha comentado.
“Ahora siento que soy el eje de esta familia, no solamente de Manuel y mis hijos, sino de mis cuñados, de mi suegra… todo es en torno a nosotros”, reflexiona.
Manuel cuenta: “La conocí haciendo footing en un parque. El destino nos unió –Manuel se acababa de separar y Virginia acababa de perder a su novio fallecido de cuatro años de relación-. Nos unieron muchas cosas, y cuando la volví a ver le pregunté que cuando nos casábamos”, ha rememorado Manuel.
Y entre huevos con jamón y arepas caseras, los dos matrimonios han concluido la velada bailando A mi manera, con una espinita que, precisamente por no quitarse, ha hecho de Manuel Díaz ‘El cordobés’ en el hombre que es hoy. Un torero de pura raza en los ruedos, y el mejor de los padres, fuera de ellos.