Uno podría pensar que no hay nada más sencillo que ser Ana Rosa Quintana. Levantarse pronto, arreglarse, acudir en coche de producción hasta los estudios de Telecinco, pasar por maquillaje y peluquería, elegir vestuario, repasar algunas notas, sentarse en el plató, leer las cosas que otras personas han escrito, dar paso a los tertulianos, combinar los sucesos con el corazón, avivar las llamas cuando sea conveniente, recoger los bártulos y volver a casa a descansar hasta el día siguiente. Pero no, no se equivoquen, mantener un imperio cuesta mucho sacrificio. Ana Rosa no tiene ni un minuto libre. Tras el directo del programa, se encierra a preparar el del día siguiente, acude a Cuarzo -la productora que dirige- para revisar los nuevos contenidos, pasa por AR -la revista que dirige- para preparar la sesión de fotos, ya que ella es la portada de todos los números, y ya bien tarde, llega a casa y se arremanga para cuidar a sus hijos gemelos. ¿No se agotan solo de pensarlo?
¿Quién es capaz de tener en nómina a su ex marido y llevarlo de contertulio para que se explaye a gusto contra el primero que pase?
Pero Ana Rosa no solo es una mujer ocupadísima, sino que además ha conseguido acumular una serie de razones que la convierten en una auténtica leyenda. Y es que, nos guste o no, Ana Rosa está por encima de cualquiera de nosotros. ¿Quién es capaz de tener en nómina a su ex marido y llevarlo de contertulio para que se explaye a gusto contra el primero que pase? ¿Quién es capaz de publicar un libro, que se descubra que se han utilizado fragmentos de otros libros, que se retire del mercado y que no afecte para nada a su credibilidad ni a su vida profesional? ¿Quién es capaz de elegir a la entonces mujer del presidente del Gobierno y actual intento de alcaldesa para presentar dicho libro? ¿Quién es capaz de ser una de las caras fuertes de una cadena y, a la vez, producir varios programas para la competencia? ¿Quién es capaz de tener dos hijos gemelos a los 48 años y llevarlo como si no pasara nada? ¿Quién es capaz de interrumpir sus vacaciones para cubrir uno de los crímenes más mediáticos de los últimos años y decir que no lo hace por la audiencia? Si eso no la sitúa por encima de cualquiera, ya no sé qué puede hacerlo.
Humildad y futuro
Ana Rosa ha dado las muestras más grandes de humildad entrevistando a Jorge Javier Vázquez, al que crio a sus pechos, como su fuera una estrella, comprándole el vestido de novia a Belén Esteban cuando no la querían en ninguna tienda de la calle Serrano o dejándole un espacio a María Teresa Campos, antigua reina de las mañanas a la que se quitó de encima en dos telediarios, para que presentara su libro sobre la princesa Letizia. Si acoger a tu enemigo en tu programa no es humildad... Además, ha dado cabida a seres como Carmen Alcayde o Cristina Tárrega, que de no ser por ella tendrían un futuro televisivo más que cuestionable. Ahora, al césar lo que es del césar. Ana Rosa tiene su propio programa -El programa de Ana Rosa-, su propia revista -La revista de Ana Rosa- y su propia fragancia -que esta vez se llama Agua de flores pero podría llamarse Agua de flores de Ana Rosa-. Por si alguien tiene dudas de quién es la dueña del cortijo.
AR sueña con el día que llamen desde Zarzuela para confirmar la visita a plató de doña Letizia.
Ahora, Ana Rosa disfruta de las mieles del éxito, aunque sin bajar la guardia. Acompañada de sus fieles Joaquin Prat y Màxim Huerta, que han dejado en el olvido a los demás “hombres de AR” -Mon Santiso, Antonio Hildago, Jaime Cantizano y Óscar Martínez-, le planta cara cada día a la corrección de Susanna Griso y la locura inclasificable de Mariló Montero. La que fuera una de las Chicas de la Inter, corresponsal en Nueva York, redactora jefe de informativos, presentadora del mítico programa Veredicto, pionera de la información del corazón en televisión, reina de las tardes y reina de las mañanas, lleva 10 temporadas levantándose a las cinco de la mañana y sueña con el día que llamen desde Zarzuela para confirmar la visita a plató de doña Letizia. ¿Se imaginan a Ana Rosa haciéndole la reverencia a la princesa mientas los escoltas retienen a María Patiño en el camerino? Pues tiempo al tiempo...