El Grupo Prisa se ha visto atrapado en los dos últimos días en un torbellino que ha herido de consideración a su acción en bolsa. Por un lado, le ha afectado la crisis del coronavirus, al igual que a la práctica totalidad de las cotizadas; pero, por otro, también el fracaso de la venta de su filial portuguesa, Media Capital, a Cofina, que a última hora y de forma inesperada, decidió paralizar la operación.
La acción se desplomó el 16% durante la jornada del miércoles y el 7,5% en la del jueves, lo que ha provocado que, al cierre de esta última jornada, su precio sea inferior a 1 euro. En concreto, de 0,98 euros.
Según detalló Prisa a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), Cofina renunció voluntariamente a continuar con la ampliación de capital aprobada por sus accionistas con fecha 29 de enero de 2020, incumpliendo con ello lo previsto en el contrato de compraventa de fecha 20 de septiembre y modificado el 23 de diciembre de 2019".
Las dos empresas acordaron hace medio año la venta de estos activos por un valor de 170 millones de euros. Antes del final de 2019, anunciaron una rebaja de casi el 30% del precio de Media Capital para "asegurar la operación".
Una decisión controvertida
En conversaciones con este periódico, algunos de los accionistas de Prisa expresaban hace unas horas su sorpresa por el fracaso de esta operación. Entre otras cosas, porque el comprador ha revelado -según la prensa portuguesa- que había cubierto 82 de los 85 millones de euros que pretendía recaudar en la ampliación de capital que planteó para comprar Media Capital. Es decir, dudan que su problema para completar la operación sea de liquidez.
En la sede corporativa de Prisa se baraja actualmente la adopción de medidas legales ante lo que consideran un posible incumplimiento del contrato de compraventa que la editora de El País rubricó con Cofina el pasado septiembre.
Cabe recordar que esta es la segunda vez que Prisa fracasa en su objetivo de deshacerse de su negocio en Portugal. En 2018, pactó con la multinacional francesa Altice una venta por más de 400 millones de euros, sin embargo, el regulador portugués desautorizó la operación por los riesgos que suponía para la competencia en el mercado audiovisual luso.
En esta ocasión, su objetivo era dedicar la inyección monetaria procedente de esta desinversión a reducir su deuda financiera, que actualmente es de 1.061 millones de euros.
Fuentes oficiales de Prisa declinan hacer declaraciones sobre el fracaso de esta operación, más allá del contenido del hecho relevante que enviaron el miércoles al regulador (CNMV). Ahora bien, otros informantes del grupo inciden en que su plan estratégico contempla mantener a la venta sus activos en el país luso.