El plato, ese sencillo instrumento del menaje casero, puede llegar a ser un utensilio en extinción cuando debes innovar para llevarte un cliente más que el restaurante vecino.
Así ocurre, por ejemplo, en la pequeña franquicia Bunky's, en Winsconsin, donde los comensales toman sus mediocres espaguetis directamente sobre la mesa. Ignoramos si está permitido pringar pan o si eso es responsabilidad del fregaplatos.
La revolución del emplatado hipster lleva tiempo en marcha. El clásico mesón de menú casero en vajilla duralex ha pasado a transformarse en un gastrobar de diseño donde se sirve el salmorejo en tejas viejas y los profiteroles en urinales de caballeros. Los dueños son los mismos pero ahora se han dejado barba y llevan gafas de pasta. Cobran más, eso sí. El diseño se paga.
No es broma. Los postres de este restaurante cubano se sirven para que tu cerebro te mande un mensaje subliminal bien potente. ¡Esta comida es una auténtica...!
Decenas de restaurantes de moda por todo el mundo están apostando por impresionar al cliente en los intangibles no comestibles. Allí donde con la calidad de tu comida quizás no puedas llegar un toque de originalidad te consiga unas cuantas fotos para Instagram o varias opiniones cachondas en TripAdvisor.
This? Oh, it's just an orthodontic mould of the restaurant-owner's mouth from Barcelona.
(Pic: @chris_mandle) pic.twitter.com/ligfCJFuvr— We Want Plates ? (@WeWantPlates) October 14, 2016
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Lo que pasa es que a veces no dan con la tecla. Por querer parecer moderno acabas siendo un poco basurero. Por ejemplo, con este ceviche en lata usada sobre un cenicero sucio de un festival culinario en Hawái.
El mal gusto es un agravante en aquellos emplatados que escasean de talento. Es como el humor negro, si no tienes suficiente ingenio para hacer reír a todos toma el atajo de la ofensa para que hablen de ti unos pocos.
Este postre ser sirve en un restaurante del que —por razones obvias— no vamos a dar publicidad:
Un grupo de usuarios de reddit abrieron hace tres años un subreddit dedicado exclusivamente a la colección de emplatados absurdos recolectador por todo el mundo. El grupo se llama WeWantPlates y cuenta con más de 300.000 suscriptores que disfrutan de estas mierdas u obras de arte efímero, según el hambre que tengas.
This is a real restaurant in Shanghai. I would make a joke about we want plates but when you’re this fucking avant garde who cares anymore? pic.twitter.com/27sFXw0TNV
— Michael Zee (@symmetry_fast) January 25, 2018
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Y es que esta nueva moda no tiene fin. Se empieza emplatando con las lajas de pizarra de la escombrera del pueblo y se acaba sirviendo la pizza en la tabla de snow de tu sobrino:
Fuera de bromas, algunas risas se acaban cuando aparecen las intoxicaciones. Servir la comida en tablas de madera no tratada en autoclave, por ejemplo, es muy antihigiénico. La madera es porosa por naturaleza y absorbe restos de alimentos que pueden favorecer los nidos bacterianos. Es muy complicado limpiar bien. No es la primera vez que un restaurante se lleva un rapapolvo por una intoxicación masiva.
."@brokeinthesmoke: Not quite what i was expecting for afternoon tea @wewantplates pic.twitter.com/ZQNIMRJVrZ”
— We Want Plates ? (@WeWantPlates) July 5, 2015
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Hay una teoría que explica el emplatado hipster como un montaje de la industria para ahorrarse dinero en limpieza y menaje. Si esta teoría es cierta, el premio gordo se lo lleva el restaurante Rickshaw Ricks de Leicester, Inglaterra. Allí sirven los nachos, directamente en el fregadero.
Esa teoría también se defiende con todos aquellos restaurantes que deciden servir sus raciones directamente en la sartén o sus cócteles en bolsas de plástico.
O en aquellos que deciden que lo verdaderamente moderno es servirte la comida en la mano, para que se mezcle con la sal de tu sudor. Así lo hace el restaurante Brown & Bean, en Plymouth, Inglaterra:
https://twitter.com/Selfiepod/status/842278531002470400?ref_src=twsrc%5Etfw
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Chef Felipe Bronze got ‘creative’ when serving guests at a trade fair and now we all need to have a long, hard think about the death of civilization.
(Pic: @CasaeJardim) pic.twitter.com/3uLwuMGUGb
— We Want Plates ? (@WeWantPlates) March 9, 2018
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La economía es importante pero... ¿tanto? El siguiente poutine típico canadiense se sirve así en un restaurante de Toronto:
Otra forma de ahorrar con la sutileza hipster es servirte el sándwich en los mismos instrumentos con los que van a limpiar nuestra mesa. Hay que reír.
I told the waitress, ripping the piss, that she forgot to give me the brush. Ripping the piss, she brought me one. pic.twitter.com/OoX496S3pW
— Ross O'Carroll-Kelly (@RossOCK) March 21, 2016
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En España también somos especialistas en emplatados absurdos. La tapa española necesita ese toque de fiesta para llamar la atención en las barras de pintxos. Lejos quedan los palillos... ¡Vivan las pinzas!
Todo hay que decirlo, el plato no es imprescindible en la experiencia culinaria pero ayuda a aclimatar el jugo gástrico en una rutina normalizada. Si ves el plato en la mesa, Paulov se pone en marcha; si ves una plancha, pues mira, no.
Una publicación compartida de We Want Plates 🍽 (@wewantplatesofficial) el 8 Dic, 2017 a las 2:55 PST
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Eso sí, hay veces que el plato es un auténtico insulto. Así sirven el 'Punto y Final' del menú degustación en el Mugaritz, el restaurante vasco del chef Andoni Luis Aduriz.
Una gota de jugo de carne que hay que chupar directamente como un niño pequeño.
Si vas a tomarme el pelo así, casi prefiero que me trates como al perro de Paulov. Por lo menos comeré en abundancia.
Una publicación compartida de We Want Plates 🍽 (@wewantplatesofficial) el 12 Ago, 2017 a las 4:31 PDT
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