“¿Quieres algo de beber?”, preguntó Putin a Macron tras sentarlo en una mesa a 20 metros de distancia. “No, ya bebí agua ayer, gracias”, respondió el presidente francés recordando las indicaciones de sus asesores en su visita al Kremlin: No beber, no comer, respirar con cuidado. “Parece que está refrescando estos días”, continuó Emmanuelle, intentando romper el hielo. “Estás en Rusia y es 8 de febrero”, le replicó Putin, confirmando sus sospechas. Hubo más intentos de destensar la cuerda, pero Putin sólo demostró tener sentimientos cuando escuchó “Ojito con el Betis en Copa, que está fuerte este año” y afirmó moviendo ligeramente la cabeza. No hubo manera, la cumbre se torció desde el momento en el que Putin, desde Moscú, decidió sentar a Macron en Kaliningrado.
Hoy sabemos por Reuters que Macron se negó a hacerse una PCR en el Kremlin por miedo a que le robasen el ADN, había llevado el pasaporte covid pero impreso en un A4 y arrugado y el Xiaomi de Putin no leía bien el código QR. Sin pasaporte covid ni PCR, decidieron continuar la reunión pero manteniendo la distancia de seguridad que mantendrían dos broncosaurios. Esa es la versión oficial, la que ha filtrado el Elíseo a la prensa. La mía es que a Macron, PCR le sonaba a acrónimo de Partido Comunista Ruso y recordó cómo trataban a los guapitos en Siberia. Fuese por lo que fuese, la cumbre no sirvió para acercar posturas entre Rusia y Europa en lo que a bombardearse se refiere.
Mal asunto porque a Europa le ha salido otro frente, el de Mark Zuckerberg, que ha amenazado con cerrar Facebook e Instagram en Europa si no le dejan enviar datos a Estados Unidos. Zuckerberg olvida que se está enfrentando a una generación europea que no ha vivido una guerra, pero que sí ha vivido una pandemia y las muertes de Tuenti y el Messenger de MSN. Los usuarios europeos de Facebook ya llevan cuatro dosis de Pfizer y los de Instagram encontrarán pronto otro lugar donde escribir “Guapa no, lo siguiente” o “Aquí sufriendo” junto a una foto de sus pies en la playa.
El otro órdago lo ha lanzado Albert Rivera que ha cambiado la reforma liberal por la reforma laboral al exigirle al bufete donde trabajaba 500 días de indemnización por año trabajado, como si fuese, no sé, el Rey de España. Los hashtags del Tuitopía de esta semana son #Putin #Macron #Facebook y #AlbertRivera.
Y el viral de la semana es el drama griego que se vivió en la televisión de Castilla-La Mancha, cuando la concursante de un concurso copla que no estaba actuando bien fingió un desmayo para dar pena al público, levantándose inmediatamente para tranquilizar a su madre, que sí había fingido un desmayo real. Historia viva de la televisión.