El comercio minorista es un subsector del sector servicios de gran interés, entre otras razones porque que nos da mucha información sobre el mayor agregado de la Economía: el consumo interno, principal componente de la demanda agregada, siendo una actividad de obligada observación en el diagnóstico de la actividad económica. En este blog le hemos dedicado bastante tiempo, la última vez hace casi un año, en la entrada 'Susto en el comercio minorista', cuando dio una señal preocupante, artículo que conviene repasar, sobre todo si se es economista o se tienen vinculaciones con esta actividad.
Objetivo de momiópatas
Otra característica de esta actividad es la obsesiva costumbre de los políticos por someterle a sus enfermizas manías. De la reciente multa de la Colau, Ada madrina de los manteros, contra una conocida floristería barcelonesa a las continuas amenazas del Gobierno central contra ciertos productos, caso del diésel, donde, en su dogmatismo e ignorancia supina ha terminado aumentado las emisiones, hasta las referidas a la fiscalidad de los autónomos o la modificación de tarifas de diverso tipo, medidas todas con las que, del Gobierno central a sus gárgolas locales, se ha dañado seriamente el consumo final de los españoles.
Pensemos que el nivel de algunos economistas en camino de gobernarnos, según los patrones de la partitocracia, es equivalente al de los que recomiendan el consumo de leche sin pasteurizar o los catalanes ilustres inventados. No es una exageración, de ninguna manera, pues yo mismo tuve una dura discusión en una radio alternativa con uno de ellos, uno vinculado a esos economistas españoles que asesoran al gobierno de Maduro. Así que prepárense, porque esto irá a peor.
De modo que, con esa mala perspectiva en mente y rezando por un milagro -con el actual sistema electoral es imposible que se gobierne según los intereses de los españoles-, hoy analizaremos el comercio minorista a ver qué nos dice.
Índice de actividad
El hecho más relevante le viene del cambio estructural de nuestra economía al pasar de deber su crecimiento al consumo interno y el endeudamiento a otro movido por las exportaciones, tema que también hemos tratado en extenso. La consecuencia inmediata de esto ha sido un duro ajuste del consumo, que dio su primera señal en las rebajas de 2007 (óvalo rojo de la izquierda, siguiente gráfica) y luego en la campaña de Navidad de 2008 y rebajas de 2009. También ha habido cambios en la estacionalidad, pero no entraremos en ellos.
Así las cosas, índice medio anual (línea roja, siguiente gráfica), que llegó a 130, no creo que vuelva a alcanzarse nunca más, al menos en nuestra vida, que espero larga y jubilosa. Lógicamente, tras la debacle subsiguiente y su parada entre 2012-2014, la sobreoferta es descomunal, una sobreoferta que no para con la entrada de nuevos actores (como Amazon, aunque pese menos en su negocio), los procesos de cambio endógenos y los aumentos de productividad general.
Ante esa situación estructural deflacionaria, que es común en el resto de la Economía y que lógicamente afecta a las remuneraciones de los factores de producción, se ha cometido el error de subir precios, error del que alertamos en 2017, y, consecuentemente, se ha empeorado la evolución de las ventas reales (en cantidades), como puede verse en el punto de inflexión (línea roja) de 2017, que también se señala con el óvalo rojo de la derecha.
La tasa de crecimiento
En términos de crecimiento real, la euforia anterior de 2017 se paró en seco por la subida de los precios, tema que hemos repetido en innumerables ocasiones que no debe hacerse. Como las inversiones siguen y el Gobierno castiga con sus delirios a los pobres españoles pobres, la situación de sobreoferta se agravará, incubándose un crisis peor a futuro. Nada nuevo. Llevan cuarenta años de invento en invento.
El resultado de tanto despropósito es que el sector crece en términos reales al 1,2% de media al año (línea roja), tras venir de hacerlo a tasa del 4%. Lo suyo es que lo hiciera cerca del 2%, que es, más o menos, lo que crecía el empleo; digo crecía, porque seguro que lo malogran, que, como también repetimos continuamente en este blog "el empleo no importa a nadie" e imagínense cuando empiecen a tener efecto las malas ideas del "nuevo" Gobierno. Por cierto, este sector genera el 10,2% de los empleos totales, unos sufridos trabajadores que, a diferencia de la casta sociópata que les destruye su modus vivendi, no disfrutan de "plazas en propiedad" ni nada por el estilo. Pero vayamos por partes y veamos los actores principales del comercio minorista.
Ventas en estaciones de servicio
Una parte son combustibles y otras no (no incluye "restauración"). Obviamente, dependen de los precios y de la fiscalidad, que ahora quieren empeorar para exprimir más a los pobres españoles pobres y, yendo bajo la media sectorial (línea negra) casi desde 2016, están metidos en una especie de recesión intermitente desde ese fatídico 2017 y peor que se lo van a poner sus amigos del gobierno, hasta que paren por necesidad su continua modernización y, si sigue la fiesta ideológica, empiecen a cerrar estaciones de servicio y aparezcan las interminables colas.
Pequeño comercio
Pequeño pero muy empleador, con grandes y abnegados "currantes", en permanente ajuste y odiado por los políticos de "izquierda" al recordarles la pequeña burguesía del XIX (centuria donde están ancladas populistas como la Colau). Se iba adaptando bien pero entró en recesión desde las subidas de precios 2017 (línea ocre, siguiente gráfica). Las cadenas de tiendas (línea celeste, siguiente gráfica) se adaptaban peor pero últimamente les ha ido mejor que la media del sector (que va mal, línea negra) con las subidas de precios; tiene su lógica.
Grandes cadenas especializadas
Son los que mantienen en positivo el crecimiento de las ventas reales totales y aquí la guerra es con armamento pesado y los blancos son todos los demás, excepto, tal vez (todo se andará), las estaciones de servicio y, sin lugar a dudas, mientras más grande es el blanco más aparatosa es la detonación (en los pequeños son devastadoras), tal es el caso del grupo de empresas de El Corte Inglés, que no es solo "grandes almacenes" (línea verde siguiente gráfica).
Esta guerra empezó hace muchísimo tiempo y como se puede ver en la gráfica, el crecimiento de las grandes cadenas especializadas (línea mostaza) sobrepasó al de los grandes almacenes desde antes de 2006 y, por revolucionar, hasta han cambiado el tránsito de clientes, dejando espacios urbanos desérticos solo para compras marginales. Este caso es una historia en sí misma en la que no podemos entrar aquí; son las unidades más grandes de un complejísimo sistema de distribución afectado por innumerables fuerzas.
Pero el verdadero armamento de destrucción masiva viene de los políticos, en general, y del Gobierno central en particular, que están acosando a la actividad privada y dañando las expectativas con una furia propia de fanáticos promotores de la pobreza y del clientelismo estatal, y todo gracias a otras grandes cadenas: las de la servidumbre voluntaria; pero ese tema, el del daño del Gobierno Sánchez al ciclo económico, lo trataremos en otra ocasión. Hasta entonces, Dios quiera que terminemos de tener un feliz verano, porque si fuera por los cenizos del Gobierno central lo pasaríamos a oscuras.
