Opinión

Contra el pueblo, etcétera...

El llamado Pueblo es un mal bicho, y el “Ser Identitario” una fuente de atraso, provincianismo, racismo y enclaustramiento mental

  • Solo el pueblo salva al pueblo. Manifestación en Valencia

Recuerdo que hace algunos años, en una conferencia en el CCCB de Barcelona -hubo un tiempo en que me invitaban a estas cosas- hablé de mi experiencia cubana que es una experiencia de víctima del comunismo y del nacionalismo, y en consecuencia, hablé contra el comunismo y contra el nacionalismo. Expuse con la mayor convicción mi alejamiento intelectual, sentimental y cerebral en general, de la Patria y del lugar donde nací. La Isla pavorosa, así la he bautizado. Hablé de mi desconfianza de las conciencias colectivas, producto, con toda seguridad, de mis veintiocho años a merced de un régimen nacionalista donde el Pueblo era una especie de figura religiosa. Y, aunque la palabreja no había alcanzado la popularidad y el carácter aciago que ha alcanzado hoy, me referí, naturalmente, a la Identidad. Compañera de armas del Pueblo.  

Ajenos al rebaño

En estos días en que se enarbola al Pueblo de forma tan grandilocuente y demagógica, a propósito de la tragedia de Valencia, hay que hablar contra el Pueblo. El Pueblo no es otra cosa que un aliado del autoritarismo y el peor enemigo del individuo y el ciudadano. ¡Sólo el Pueblo salva al Pueblo! Proclama el pensamiento grupal, la manada, y el periodismo cómplice, o burro. Ignorando que el gran logro civilizatorio es el individuo, que la gran victoria civilizatoria es permitirnos ser y vivir de forma única, independiente, ajenos al rebaño. La libertad, y el destino, de José, María o Alberto, es siempre más importante que el de cualquier “Pueblo”.

Y como estoy leyendo al gran Juan José Sebreli, quién mejor para arrojar la luz de la inteligencia sobre este asunto:

“La conciencia colectiva no existe ni ontológica ni orgánicamente. El pueblo no es una entidad orgánica; por lo tanto, no puede expresar sentimientos ni pensamientos, propiedades estas del individuo. Por eso no se puede hablar de responsabilidad colectiva, ni en el sentido positivo de virtudes de un pueblo ni en el negativo de culpabilidad”.

La sacralización del Pueblo es un recurso totalitario: “Para el totalitarismo, la individualidad misma es un elemento de disolución, un germen de anarquía que corroe la unidad, la uniformidad; por lo tanto debe ser abolida, y disuelta en el alma colectiva. El culto totalitario del pueblo lleva inevitablemente a la supresión de la diversidad, la multiplicidad, la heterogeneidad, la variedad. No sólo persigue el pluralismo político, la libertad de pensamiento, de prensa, de reunión, de asociación, de investigación; reprime con la misma saña los aspectos más íntimos de la vida cotidiana”.

En aquellos tiempos, recién llegado a España, no era tan consciente de la enfermedad tribal española, de los niveles de alucinación que podía alcanzar, así que me produjo cierto estupor la interpelación del literato, poeta, si mal no recuerdo

Mi declaración (regresemos a la conferencia en el centro de cultura barcelonés) de renuncia patriótica no fue muy bien recibida por un público formado en gran medida, por  catalanes de menor o mayor entidad identitaria, y uno de ellos, escritor, pidió la palabra para decirme que, en cualquier caso, mi posición sólo resultaba válida  “después de saber quién es uno”, refiriéndose a su “ser colectivo” como catalán, amenazado por lo español, lo ajeno, lo extranjero. En aquellos tiempos, recién llegado a España, no era tan consciente de la enfermedad tribal española, de los niveles de alucinación que podía alcanzar, así que me produjo cierto estupor la interpelación del literato, poeta, si mal no recuerdo. Fue mi primer contacto público con las charcas tribales a las que nos conduce el chimpancé identitario. El poeta se expresó en singular, pero yo percibía el plural detrás de cada una de sus palabras. Los nacionalistas identitarios (todos, no hay nacionalismo sin identidad exclusiva)) suelen hablar en plural. Son animalitos presos del plural adjunto al “ser identitario”.

El pensamiento mágico

Le respondí que no entendía qué quería decir, que yo era y siempre he sido Juan Abreu, y que con eso me bastaba. Lo que provocó cierto revuelo en el auditorio. No es casual que el lugar donde se produjo el desencuentro que narro haya sido una actividad de intelectuales y artistas. Vuelvo a Sebreli:

 

“Los intelectuales y artistas de los países atrasados suelen transfigurar sus defectos en virtudes, sus carencias en cualidades de «ser propio». La desigualdad y la inferioridad ante las sociedades más avanzadas es legitimada en nombre de la diferencia, de la peculiaridad que evita toda confrontación. La generación española del 98 fue un ejemplo característico de esta actitud. En la desolación de los campos yermos no encontraban la consecuencia de una mala distribución de la tierra y de un cultivo deficiente debido a la falta de instrumentos y conocimientos adecuados, sino la esencia poética y metafísica del ser español. Ante el atraso científico y tecnológico de la España de finales de siglo, Unamuno profería soberbiamente: «¡Que inventen ellos! (…) nosotros a lo nuestro»”.

 

Resumiendo, lo que quiero decir es que el llamado Pueblo es un mal bicho, y el “Ser Identitario” una fuente de atraso, provincianismo, racismo y enclaustramiento mental. Ambos conceptos son un foco infeccioso al que hay que despojar (despiojar) del pensamiento mágico que le ha endosado el tribalismo que, en la sociedad española moderna, encarna con siniestra impronta el nacionalismo regional.

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