Las condiciones de vida de los españoles, en términos generales, especialmente entre los más jóvenes y han empeorado desde la adopción del Euro como moneda, deterioro que se ha agravado desde la Gran Recesión. Recuerden el análisis que bajo el sugerente título 20 years of the Euro: Winners and losers realizaron los economistas Alessandro Gasparottiy Mathias Kullas, del instituto alemán Centre for European Policy. Ello no es óbice para que determinados grupos de poder, extractores de rentas, se hayan forrado a nuestra costa, con la aquiescencia de los votantes, concretamente de esa clase media que también participa, aunque solo sean migajas, de esa extracción de rentas. Ineficiencia, desigualdad y pobreza son los rasgos distintivos de la dinámica extractora, una constante en nuestra historia moderna, desde la primera restauración borbónica. Recomiendo hasta la saciedad la obra cumbre del historiador Paul Preston sobre nuestro país, Un Pueblo Traicionado. España de 1876 a nuestros días: Corrupción, Incompetencia Política y División Social”.
Los campeones ocultos
Nuestro país, por capital humano e intelectual, merece sin duda un mejor porvenir para nuestras generaciones futuras. Para ello es condición necesaria, aunque no suficiente, deshilvanar las hechuras que han tejido las redes de poder desde la primera restauración borbónica. Dichas redes incluyen una élite económica extractora, agrupada alrededor del Ibex 35, heredera de los antiguos monopolios públicos y/o naturales –sector eléctrico, telefonía, sector energético, tabacos…-, junto a un sector bancario asistido artificialmente por el Banco Central Europeo. Frente a ella, el impulso innovador de toda una colección de pequeñas y medianas empresas entre las cuales se encuentran, como hemos detallado desde estas modestas líneas, nuestros campeones ocultos.
A la vez que las élites depredadoras forjaron la mayor burbuja inmobiliaria de la historia, aderezada con una explosión de deuda privada jamás conocida, nuestras exportaciones de bienes y servicios no paraban, y no han parado, de crecer desde 1994, tanto a nivel intensivo como extensivo. En la actualidad, está emergiendo un nuevo eje económico que se debería potenciar, desde la Comunidad Valenciana, pasando por Aragón, Navarra, La Rioja y País Vasco hasta Galicia y que debe unir el eje mediterráneo y el eje cantábrico. Ahí se encuentran nuestros campeones ocultos, incluidos ciertos clúster biotecnológicos, tan necesarios hoy. Sin duda merece una mención especial el buen hacer del Gobierno vasco que, mientras desde el Gobierno central se potenciaban burbujas varias, infladas con el mayor ciclo de deuda privada de nuestra historia, se dedicaban a hacer política industrial activa.
Ineficiencia económica
Pero esas élites económicas extractivas hilvanaron sus redes de poder de la mano del poder político y de ciertos grupos o colectivos de la escala funcionarial y tuvieron en las puertas giratorias su mayor expresión, allí donde lo público y lo privado se mezclaban sin ningún rubor. Todo ello queda retratado en el magnífico libro de Andrés Villena, Las Redes de Poder en España: élites e Intereses contra la Democracia. Y para que todo quede atado y bien atado, disponen de unos medios de comunicación dóciles, de los cuales son los mayores accionistas. ¿Han visto algún análisis serio sobre la desastrosa configuración del sector eléctrico que ha desembocado en los precios actuales de la luz? ¿En los editoriales de dichos medios se ha propuesto la necesidad de investigar quién estuvo detrás de dicha configuración, allá por 1997, y que nos anunciaba que bajaría el precio de la luz? ¿Han investigado los votos particulares de ciertos consejeros de la CNMC cuando esta entidad pretendía meter en cintura a dicho sector o a otros? ¿Han explicado a sus lectores el despilfarro del rescate bancario de la Gran Recesión a costa de los contribuyentes y cuyas cifras reales, incluidos avales, arrojan cifras escandalosas? ¿Han detallado a sus lectores que el 57% del capital de nuestra industria, especialmente la que vale la pena, está ya en manos extranjeras? Me temo que no. Por eso, no contentos con forrarse a nuestra costa quieren una sociedad dócil, sumisa, empobrecida. Eso es lo que han hecho devaluando el salario en las distintas reformas laborales.
Este entorno de poder económico y político se ha traducido en una profunda ineficiencia. Basta recordar el informe publicado hace unas semanas por la Comisión Europea, European Innovation Scoreboard 2021, según el cual España ocupa el puesto 16 de 27 de los países de la UE, dos posiciones por detrás que un año antes. Desgranando los indicadores, España suspende en empleos de innovación, inversión pública en I+D, apoyo gubernamental a la I+D privada, registro de patentes o inversión privada en I+D. En particular, llama la atención el pésimo comportamiento de indicadores como las exportaciones de servicios intensivos en conocimiento (72% por debajo de la media), pymes innovadoras de producto (71% por debajo) y también pymes que realizan innovaciones de proceso (68% por debajo). Pero esta ineficiencia ha permitido a determinados grupúsculos forrarse mediante la extracción de rentas, con lo que ha aumentado la desigualdad y la pobreza de los españoles.
La acción de un gobierno valiente que quiera cambiar este entorno y aprovechar el caudal que ya existe de nuestros campeones ocultos debe romper el cordón umbilical que conecta las redes de poder económico con el poder político, incluido los altos funcionarios. Es sin duda una condición necesaria, aunque no suficiente, para que nuestra querida España esté a la altura de los conciudadanos que la conforman. Todo lo demás, ¡patriotismo de hojalata!