España está frente a una operación militar de alto riesgo, con militares jugándose la vida en un rescate in extremis de ciudadanos que huyen de los talibanes al grito de "¡Vamos España, vamos!" Grito que lanzan los soldados que les están evacuando del drama, de la miseria y del terror provocado por un régimen arcaico, retrógrado, perverso y vulnerador de derechos a cuyo asentamiento Occidente ha contribuido. La ministra de Defensa al frente de la arriesgada operación, Margarita Robles, reconoce en mayúsculas el “fracaso de occidente, sin paños calientes” en esta misión de liberar a Afganistán, el fracaso de 20 años de ocupación que de poco han servido porque los talibanes han vuelto para sembrar el horror en el país. Quizás por el reconocimiento de la realidad, la ministra de Defensa es la única miembro del Gobierno que recibe buena nota en las encuestas de valoración de líderes políticos. El resto de sus compañeros, incluso el presidente Sánchez, suspenden.
No se trata ahora de colgase medallas, por mucho que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen haya reconocido el mérito de España en en todas estas actuaciones en el polvorín afgano. Tampoco se trata ahora de hacer oposición barata. Son tiempos de lealtad, de sentido de estado. “Nos jugamos la vida de nuestros soldados” reconoce la ministra Robles y sólo por ello, por las vidas humanas que están en juego, merece la pena que el discurso político, que la manera de comunicar tanto lo que ocurre como lo que lleva a cabo el Gobierno, se ajuste a la verdad. No es momento de hablar de éxito como hizo la ministra portavoz este martes desde la Moncloa, ni tampoco ha de criticarse sistemáticamente al gobierno cuando incluso desde las instancias europeas se reconoce su labor. Tampoco sirve de mucho que la oposición pretenda hacerse una foto con los afganos o españoles que llegan a Torrejón de Ardoz. No creo que estos ciudadanos que huyen de la guerra estén para ver a líderes políticos a los que ni conocen. El apoyo político debe ser más que irse a hacer una foto.
Riesgo de atentados
Los talibanes tomaron el control de Afganistán hace casi dos semanas y solo quedan seis días para que acabe el plazo para que quien pueda y sea extranjero pueda abandonar la zona porque. Los dirigentes radicales han afirmado públicamente que ningún afgano va a poder dejar Kabul después del 31 de agosto. La cárcel talibán se ha vuelto a poner en marcha tras el fracaso de una intervención que no logró construir las bases de un estado estable en el que se reconozcan y respeten los los derechos humanos. Robles ya ha reconocido lo que ya el Reino Unido apuntó en el momento mismo en el que los talibanes coparon el poder y es que no no se podrían evacuar a todos los ciudadanos que pretendían. La ministra española, en esa línea, asegura que no va a haber tiempo para sacarlos a todos, “se esconden en sótanos” afirma, y la “violencia cada vez va a mas”. Incluso se temen atentados en el entorno de las instalaciones aeroportuarias.
El Gobierno está obligado a facilitar toda la información sobre esta acogida, sobre cómo vamos a poder ayudar a los refugiados cuando aquí tenemos un problema real con la inmigración
Creo que desde las instancias políticas españolas no se traslada la gravedad del asunto como lo ha trasladado la ministra. Sin paños calientes. No es de recibo que se comparezca en una rueda de prensa para colgarse medallas sobre lo bien que está actuando el gobierno. Tal cosa no lo ha hecho ni siquiera la miembro del Ejecutivo que podría hacerlo, porque, guste o no tener unas Fuerzas Armadas, son sus miembros, solo ellos y no los políticos, quienes pueden colgarse medallas. Cualquier dirigente occidental de cuantos han tomado decisiones a lo largo de este conflicto, empezando por Biden, deberían esconder la cabeza bajo el ala porque el drama actual es responsabilidad de todos ellos.
España, país de acogida, está al frente de esta operación de ayuda humanitaria, tal y como subraya el Gobierno, que está obligado a facilitar toda la información precisa sobre esta acogida, cómo vamos a poder ayudar a los refugiados cuando aquí los bienes no son infinitos y cuando tenemos un problema real con la migración, cuestión candente en la que Europa también parece mirar hacia otro lado. Que la política responda puesto que no se trata tan sólo de hacerse fotos en Torrejón de Ardoz, de repartirse culpas y lanzarse reproches. Vuelve la política tras las vacaciones, con Afganistán en llamas, con la covid aún en pie de guerra, con el recibo de la luz por las nubes y los sueldos por los suelos. Nos espera un arduo inicio de curso político. "¡Vamos, España, vamos!"