Opinión

Por qué España ha sido irrelevante en la Cumbre de la OTAN

El intento de Sánchez de aparentar mirada estratégica con su improvisación sobre la frontera sur provoca vergüenza ajena

  • Jornada inaugural de la Cumbre de la OTAN en Madrid. EFE / Juanjo Martín.

La cumbre de la OTAN en Madrid no encumbró a Pedro Sánchez, lo rebajó aún más. Pero lo que importa es que su irrelevancia convirtió en irrelevante a España. Y cuando, como consecuencia de la agresión imperialista de Vladimir Putin, en la Unión Europea se está produciendo uno de sus mayores cambios existenciales, aquí tenemos el gobierno menos fiable para la Alianza.

Toda la UE ha girado sustancialmente en sus estrategias de seguridad y defensa para dar respuesta a una realidad geopolítica en el continente marcada por la acción expansiva rusa. Todos, salvo el gobierno de Sánchez, que no lograría consensuar en el Consejo de Ministros ni uno solo de los acuerdos del nuevo Concepto Estratégico. Poca relevancia podía tener quien está impedido de llevar a un proyecto de presupuestos el aumento del gasto en defensa acordado con nuestros aliados.

Con Sánchez fue imposible la presencia de España en la foto de Kiev con Macron, Sholz y Draghi, la que selló el carácter irreversible de la entrada en la Unión Europea de Ucrania y Moldavia. Esa era la foto que importaba, y ahí no podía posar un presidente atado a todos los anti-OTAN, representados en el llamado “Manifiesto por la Paz” de inequívoca trazabilidad comunista. No falta nadie, con Baltasar Garzón y Manuela Carmena, Juan Diego Botto y Noam Chomsky, Ione Belarra y Yanis Varoufakis, en cabeza.

Pero, en políticas de seguridad, los españoles están en un lado y el conglomerado de gobierno en el otro. Si algo demuestran los estudios de opinión publicados estos días, como los de Pew Researche o el Instituto Elcano, es que los españoles son tan pro-OTAN como todas las poblaciones de las democracias euroatlánticas. Como suecos, alemanes, franceses o canadienses, han entendido qué significan para nuestro modelo social las acciones de Putin y cómo se deben responder.

Lo que ha dejado al descubierto a toda la intelligentsia comunistoide española es comprobar, en vivo y en directo, cómo el expansionismo de Putin se ha convertido en la principal  amenaza para nuestras democracias

Los españoles están en las antípodas de todos los que se han manifestado contra la Alianza Atlántica y a favor del acuerdo con el imperialista Putin, incluidos UGT y CCOO, sindicatos independentistas de profesores, medios de comunicación proclives, académicos de vieja trayectoria anti-EEUU o artistas “comprometidos”. Tienen todos ellos una enorme capacidad de influencia, pero no han podido evitar que, como muestran las encuestas, haya crecido el apoyo popular a la OTAN y a la conveniencia del gasto en defensa ante las amenazas rusas. Saben, ellos sí, qué significa que “sin seguridad no hay desarrollo”.

La anomalía española está en la composición de un Ejecutivo que tiene vetadas decisiones como las adoptadas por el Gobierno alemán, incluido el aumento del gasto en defensa de un 0,5% del PIB en un solo año. Pregúntese sobre el particular a Yolanda Díaz, Irene Montero, Rufián, Otegui y etc. Lo que ha dejado al descubierto a toda la intelligentsia comunistoide española es comprobar, en vivo y en directo, cómo el expansionismo de Putin se ha convertido en la principal  amenaza para nuestras democracias. Y que la respuesta militar es insustituible.

A quienes viven del negocio de la izquierda eterna les han descolocado las evidencias que proporciona la salvaje agresión rusa. No asumirán que en unas semanas se hayan reorientado radicalmente las prioridades de la UE. El objetivo de integración económica ya no es el principal, ahora la seguridad y los intereses geopolíticos pasan a ser lo prioritario. Eso es lo que refleja el giro copernicano en el Concepto Estratégico de la OTAN, que afecta en primer lugar a la construcción europea.

Participé, a través de la Asamblea Parlamentaria de la Alianza, en el proceso de elaboración del Concepto Estratégico de 2010, en el que Rusia era definida como un socio estratégico al que se ofrecía participar en la gestión de un sistema antimisiles compartido. Que Putin nos engañó a todos es hoy una obviedad. Que se pretenda seguirle el juego desde sectores de gobierno en España, una traición. Que la sociedad sueca haya decidido abandonar la neutralidad resuelve el debate.

La respuesta que proponen los aliados a los que está encadenado el PSOE no  es “poder blando”, es apaciguamiento. Lo mismo que animó a Hitler y Stalin a repartirse Polonia en 1939

Descubiertas las cartas rusas y superada la ingenuidad demostrada en 2014 ante la ocupación de Crimea, se acabó el falso dilema entre las opciones hard power y soft power, EEUU frente a la UE. Sin capacidades militares “duras” no hay posibilidad de respuestas de “poder blando” negociador. Los españoles lo entienden, de ahí su apoyo inequívoco a la OTAN, sin la que la UE carecería de capacidad propia de disuasión frente al criminal Putin. La respuesta que proponen los aliados a los que está encadenado el PSOE no  es “poder blando”, es apaciguamiento. Lo mismo que animó a Hitler y Stalin a repartirse Polonia en 1939.

A esa amenaza existencial para la UE responden los cambios que han sido asumidos en días por la ciudadanía europea. Por su parte, el intento de Sánchez de aparentar mirada estratégica con su  improvisación sobre la frontera sur provoca vergüenza ajena. “Finalmente, los Aliados discutirán la amenazas y desafíos del sur”, concedió el Secretario General de la OTAN, como quien le da un juguete a un niño para que “deje de joder con la pelota”. Está este gobierno como para arreglar algo en el Magreb, Argelia y Marruecos incluidos.

Finalizada la borrachera fotográfica del “doctor”, pasamos a modo resaca, con la subida de la carestía de la vida superando ya el 10%. Tras una cumbre en la que el único acuerdo del gobierno fue que los de su cuota anti-OTAN se mantuvieran ocultos esos días, ahora volvemos a la constatación de que quien quería arreglar el flanco sur preside un Ejecutivo en el que es imposible consensuar un sistema nacional de seguridad. Porque todos los aliados lo saben, España ha sido irrelevante en el proceso que llevó a la revisión de la estrategia OTAN. Otro éxito de Sánchez, el nuevo amigo de Biden.

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