El socialismo español no estuvo –en sus primeras décadas– bien emparentado con la verdadera democracia: el sistema democrático liberal que comenzó a desarrollarse en Inglaterra, alcanzó su plenitud con la Constitución de EEUU y más tarde se fue implantando en los países que –gracias a dicho marco institucional- se han venido convirtiendo en los más ricos y civilizados de la tierra.
En tiempos de la 2ª República, los partidos de izquierdas con el PSOE a la cabeza, además de redactar de prisa y corriendo una constitución más cercana a la de la URSS que a las liberales de entonces y de siempre, cuestionaron la independencia judicial, establecieron censura previa de prensa -hasta, incluida, la Guerra Civil-, suprimieron las elecciones municipales, se negaron a aceptar que formara gobierno el partido ampliamente ganador de unas elecciones, dieron un golpe de Estado fallido, no llevaron a cabo investigación alguna del crimen de Estado –secuestro y asesinato- por la fuerzas de seguridad del Estado del líder de la oposición, el diputado Calvo Sotelo, etc.
Con la Transición, España se dotó de una Constitución –redactada sin prisas ni sesgos comunistas– consensuada y legitimada en un referéndum, de orientación liberal con tintes socialdemócratas, con división de poderes y alternancia política, al estilo de los modelos más acreditados.
Toda una enmienda –no planteada así, por cobardía política– constitucional, para imponer una democracia totalitaria
Sin embargo, con la llegada del PSOE al poder, una ley orgánica de 1985 se benefició de su amplia mayoría parlamentaria para imponer una abusiva y obviamente ilegal –para cualquiera que lea nuestra Carta Magna- politización del Consejo del Poder Judicial, sin precedentes en los países civilizados; que para nuestra vergüenza la UE ha ordenado rectificar. El argumento socialista de entonces y de ahora es que la justicia no puede ser autónoma e independiente de quien ha ganado las elecciones. Toda una enmienda –no planteada así, por cobardía política– constitucional, para imponer una democracia totalitaria.
La democracia totalitaria -trasunto de la “volonté générale” del revolucionario Rousseau- consiste en negar la libertad personal, la limitación del poder político, la división de poderes y –cual adanistas– no respetar tradiciones ni leyes que no hayan establecido los gobernantes totalitarios de cada momento histórico.
Ni que decir tiene que ninguna democracia totalitaria -en sus diversos grados- cosechó resultados positivos nunca, mientras que el reciente y generalizado seguimiento bolivariano de esta fórmula de gobierno, con Venezuela como más evidente ejemplo, muestran ya y auguran desastres por doquier.
Por fortuna, España todavía “está en nuestras manos” –frase profética de Julián Marías– pues como se comprobó en Andalucía, es muy posible una alternativa política liberal frente al totalitarismo reinante. Además, tres baluartes de mucho peso institucional: la Monarquía constitucional, la Justicia todavía independiente y las reglas de juego de la UE limitan el alcance de las perniciosas intenciones políticas progresistas.
Ninguneando la figura de la Jefatura del Estado que tan brillantemente ejerce el Rey, avasallando el Poder Judicial y negando por completo la independencia de la Justicia
Ante la avalancha de encuestas coincidentes en pronosticar malos resultados para los partidos integrantes del actual gobierno, un verdadero frenesí totalitario –como si no hubiera mañana- está protagonizando la labor del gobierno: ninguneando la figura de la Jefatura del Estado que tan brillantemente ejerce -cuando le deja el Gobierno– el Rey Felipe VI, avasallando el Poder Judicial y negando por completo la independencia de la Justicia, colonizando políticamente todo tipo de respetables instituciones del Estado e incluso privadas cotizadas en bolsa sin respetar las más elementales normas y desoyendo a la UE, que para nuestra vergüenza -de la sociedad, no del gobierno– nos ha señalado la necesidad de despolitizar por completo el Consejo del Poder Judicial.
El socialismo español, que gracias al abandono del marxismo y su estrecho acercamiento a la socialdemocracia europea propiciados por Felipe González normalizó su relación con la democracia liberal –con algunas contradicciones ya citadas– está abandonando la senda constitucional –desde Zapatero a Sánchez- tratando de reinventar la historia, renegando de la Transición, para regresar a sus orígenes francamente totalitarios.
Ya sabemos de sobra, en esta columna, que el socialismo español del siglo XXI -Zapatero & Sánchez- ha consolidado los peores registros económicos –renta per cápita, empleo y deuda pública- de la historia contemporánea de España. Pero a dichas pésimas hazañas económicas, Sánchez, a una velocidad inusitada, ha incorporado una interminable sucesión de decisiones orientadas en la misma dirección –en otras circunstancias y a distinto ritmo– que ha venido recorriendo Venezuela:
-Importando los “Aló Presidente” de allí y las ruedas de prensa solo para medios afines; algo imposible de encontrar en los países civilizados.
-Forzadas suplantaciones de la figura del Jefe de Estado, tratando torpemente de confundirla con la típica del primer ministro de las democracias parlamentarias.
-Definitiva conversión de la RTVE en el NODO socialista; eso sí, al coste de una audiencia cada vez más paupérrima.
Pero más allá de estos gestos -se podrían añadir muchos más- que ponen de relieve una imagen más próxima al tercer mundo que al primero, de donde procedemos y todavía habitamos, no dejan de acumularse –progresivamente– hechos cada vez más preocupantes:
-Ocupación indiscriminada e ilegítima de instituciones públicas y privadas.
-Aceptación de que una parte de la Nación –Cataluña– quede fuera de la Ley.
-Menosprecio del Parlamento y su función de control del gobierno.
-Apoteosis de los decretos leyes –que multiplican dos o tres veces los de gobiernos anteriores- hurtando así al Parlamento su obvia función legisladora.
-Caprichosa proliferación de leyes, cada cual más disparatada, para dar gusto a las políticas más extremistas, minoritarias y de menor arraigo social.
-Desmedida utilización de leyes “ómnibus” –una negación en toda regla de las verdaderas leyes– que como cajones de sastre mezclan todo tipo de disparatados caprichos políticos progresistas.
-Desprecio de la función pública, sustituida por un vergonzoso sinfín de enchufados y costosos asesores políticos, mayormente indocumentados y por tanto carentes de cualquier posibilidad de actuar con seriedad profesional e independencia política.
-Sistemática ignorancia de los preceptivos informes de nuestras mas prestigiosas instituciones del Estado: Consejo de Estado, Tribunal de Cuentas, Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal, etc
-Burla persistente de la Ley de Transparencia: una institución originada en la UE, que el actual gobierno incumple sistemáticamente.
-Confesa ambición de control político del Consejo del Poder Judicial –en contra de la letra de la Constitución y las normas de la UE– y el Tribunal Constitucional; despreciando así el pilar fundamental –la división de poderes genialmente concebida por Montesquieu- de todo Estado democrático de derecho.
-Intento absurdo de reescribir la historia al margen de la realidad y las investigaciones profesionales al uso; al gusto político de socialistas, comunistas, exterroristas y separatistas.
Se podrían añadir más hechos análogos del actual gobierno, pero basta terminar recordando que el Tribunal Constitucional ha dictado –de momento– cuatro sentencias descalificatorias de actuaciones totalitarias del gobierno: ilegalidad del primer y segundo estado de alarma por pandemia, suspensión de la actividad parlamentaria e intento de indebida colocación de Iglesias y Redondo en la supervisión del CNI.
Visto todo lo anterior, solo unas próximas elecciones que permitan sustituir -cuanto antes mejor- a este gobierno decididamente totalitario, por otro respetuoso del Estado de Derecho y la democracia liberal, nos podrán librar –ya al borde del precipicio- de la triste deriva bolivariana que nos aleja cada vez más de Europa.
Cuando se produzca el necesario cambio de Gobierno, será el momento de recordar lo dicho por el perspicaz G.K. Chesterton: “El mundo moderno se ha dividido a sí mismo en conservadores y progresistas. El negocio de los progresistas está en seguir cometiendo errores. El negocio de los conservadores en impedir que los errores se corrijan”.
Variopinto
Y sin embargo, incluso aún con la enumeración y la repetición de todo lo dicho, ese partido va a seguir siendo el mayoritario en toda la banda de la izquierda. E incluso aunque se informara a los votantes, o el improbable viceversa (que los votantes se informaran por si mismos) de que precisamente la lucha interna de las tradicionales dos almas de ese partido fue la que nos provocó acabar en una guerra civil entre españoles. Lo de que el alma más criminal, actualmente implantada por el cínico Antonio (perfecto heredero de Largo Caballero) haya dejado sin espacio y sin aire a la más civilizada, no vaticina una buena transicion interna cuando Antonio se marche. En el presente, no lo pueden echar de su poder sobre todo el partido, y en el futuro, no va a facilitar la transición hacia un sustituto. He ahí un problema del porvenir por esta formación. E incluso aunque se revisaran todas las políticas, (nacionales, autonómicas y locales) que ha realizado esta confederación, y aunque se mostraran sus evidentes contradicciones y sus peligros para que nuestro país continue unido y único. Desde el inicio de este último periodo democrático que nos ha llevado hasta la legislatura XIV, este ha sido el partido que más ha estado en los gobiernos y lo ha hecho jugando abiertamente la carta confederada, con una constitución que obliga a la solidaridad entre autonomías. No estar por la labor de cumplir y hacer cumplir las sentencias del Supremo (ni lingüisticas ni antiindultos, pasados o futuros), e incluso pretender que los jueces dicten sentencias de partido, sólo puede traer problemas. Incluso con todos estos otros inclusos, en el porvenir tras las próximas convocatorias electorales, con las más que previsibles debacles (primero en autonómicas, después en generales) de sus socios de coalición, en la legislatura XV vamos a verlo en titulares como el partido de la oposición. Problemas asegurados.
agapito el viejo
Como decia Tocqueville "No soy socilaista por que soy democrata y el socialismo y la demoracia no puede ir unidos". Algo que todos sabemos pero que algunos prefieren negar.. El Socialismo defienden la lucha por el bien común y por una sociedad más justa y equitativa, pero ¿realmente funciona, cumple con sus objetivos? ¿Son más felices, prósperos y democráticos los países con regímenes socialistas?. El socialismo promete lograr una organización social donde prevalezca la igualdad en los aspectos políticos, sociales y económicos. El fracaso del socialismo ha sido documentado a lo largo del siglo XX y las dos décadas que han transcurrido del siglo XXI. Hambrunas, migraciones masivas, genocidios, crisis humanitarias forman parten de sus señas de identidad,. el fracaso del socialismo ha.desvelado la incapacidad de este sitema politico para satisfacer las necesidades de la gente.. Recientemente, el colapso económico, político y social de Venezuela, Bolivia o Nicaragua que ha provocado una crisis migratoria en Sudamérica, ha desnudado de nuevo al sistema socialista, Por eso resulta extraño que en España aun haya gente que quiera seguir los dictados socialista, quizas por que crean mas en la propagada de los meddios afines a esta ideologia que los verdaderos hecho reales ocurrido en la propia España asi como en distintas partes del planeta. De las metiras y el engaño del socialismo Sanchez es una solo una muestra que mostrara su peor cara cuando consiga implatar el socialismo Bolivariano del S.. XXI
vallecas
Totalmente de acuerdo D. Jesús, pero para mi el problema es que millones de personas saben que PS es un ACREDITADO EMBUSTERO y aún así le van a volver a votar. Personas que no tolerarían que su hijo o su hermano les mintiesen. Puede que cambie el Gobierno incluso con mayoría absoluta pero si un 49 % de la población sigue votando a Pedros, Pablos y Rufianes estamos perdidos.
Wesly
Muy acertado su análisis. Pero, cómo es posible que pase lo que pasa. Los hechos nos han demostrado sobradamente que no fallan sólo las personas, falla un sistema que permite que cualquier oportunista malvado, a base de mentir, manipular, dividir y sectarizar a la sociedad, pueda conseguir el poder, pueda repartir regalos, subsidios y subvenciones pagados obligatoriamente por los contribuyentes actuales y futuros a cambio de votos para su partido, pueda colocar a sus peones más sectarios en las principales instituciones teóricamente independientes (evidenciando su vocación totalitaria), pueda embarcarnos a todos en aventuras de alto riesgo para ocultar su incompetencia, pueda endeudarnos hasta las cejas y pueda llevarnos a la ruina, a la miseria y al paro impunemente, sin responder ante la justicia de sus actos. Hay que rediseñar el sistema para impedir que los malvados, los incompetentes, los irresponsables puedan acceder al poder. Necesitamos gente preparada, con capacidad de gestión, honesta y responsable, cuyo único propósito sea servir al interés general y no vivir de la política. Necesitamos una justicia realmente independiente y una reforma del código penal para cambiar la presunción de inocencia por la de culpabilidad (como en los casos de violencia de género) también en el caso de los políticos que gestionan dinero público, y para que tampoco la gestión negligente o desleal les salga gratis.