Sábado por la noche. Estás en casa -¿dónde si no?- y recuerdas que hay fútbol. "Vamos a ver cómo es esto de los partidos sin público", te dices un tanto apesadumbrado, porque sabes que no puede ser lo mismo, que las gradas forman parte del espectáculo y que sus atronadores silencios van a enrarecerlo todo. Pones el canal de turno y ahí llega el disgusto. Tu equipo va ganando pero el resultado es lo de menos, porque a la sensación extraña de ver un duelo sin espectadores en el estadio tienes que sumar el esperpento de que se utilice un sonido ambiente grabado y recreado para la ocasión. Una broma de mal gusto.
Gracias a los psicólogos sabemos desde hace mucho tiempo que es mejor afrontar algo, por duro o difícil que sea, antes que intentar maquillarlo o camuflarlo con triquiñuelas absurdas que, para colmo, no engañan a nadie, claro. La realidad es mejor que el autoengaño. Porque como tenemos ojos en la cara y estamos viendo que no hay público, estas simulaciones de los griteríos son menos creíbles que la presunta autoría del libro de Leticia Sabater.
Esto del fútbol sin público pero con un sonido enlatado es tan burdo que convierte el partido casi en una parodia insoportable. Es molesto para los sentidos estar viendo un juego que es real acompasado con un sonido que es no ya virtual, sino impostado, falso, mentiroso. Sientes que te están estafando o, peor aún, que se están riendo de ti. Porque esta práctica errónea supone tomar el pelo al espectador, que no puede actuar como si ese sonido fuese verdadero.
El ruido que emana de las gradas emociona y divierte y contagia al espectador televisivo. Pero todo eso y más solo puede pasar, como es evidente, cuando el sonido es real
Repito que el fútbol es muchísimo mejor con el sonido ambiente porque forma parte del propio espectáculo. Porque el ruido que emana de las gradas emociona y divierte y contagia al espectador televisivo. Pero todo eso y más solo puede pasar, como es evidente, cuando el sonido es real. Ya que tenemos que ver los partidos con esa carencia, al menos sería positivo que se respetase la realidad de lo que se dice y se escucha, para que los telespectadores puedan conocer mejor qué pasa en un campo de juego. Para que sepamos a qué suena el fútbol más de cerca.
Lo peor del asunto es pensar que existen unos cráneos privilegiados, sean quienes sean, que han pensado que esto era mejor para mejorar las retransmisiones televisivas del fútbol. ¿Acaso el espectador que está en su sofá va a emocionarse más o a celebrar más un gol porque alguien encerrado en una sala suba el volumen de ese sonido falsario? ¿Creen que los espectadores, por forofos que sean, van a llegar a sentir que esos gritos son verdaderos? ¿No les parece que utilizar un sonido de videojuego para un partido real es dar gato por liebre?
Lo del sonido enlatado es, en suma, como si vas un restaurante y te sirven pollo pero te dicen que tiene que saberte como si fuera cordero
Lo del sonido enlatado es, en suma, como si vas un restaurante y te sirven pollo pero te dicen que tiene que saberte como si fuera cordero. Miren, no, porque son sabores diferentes, cada uno con sus matices, pero no me los mezcle ni intente confundirme. No queremos que nos guíen de esa manera porque supone burlarse de nuestra libertad. Somos mayorcitos para hacer algo tan sencillo como ver el partido y conectar la narración de la radio, por ejemplo.