Opinión

Gobierno 'Puigdemontstein'

Desde que las elecciones del 28 de mayo han dado lugar a numerosas alcaldías y gobiernos autonómicos de PP/Vox, la sola visualización de

Desde que las elecciones del 28 de mayo han dado lugar a numerosas alcaldías y gobiernos autonómicos de PP/Vox, la sola visualización de Santiago Abascal como vicepresidente de un Ejecutivo de coalición presidido por Alberto Núñez Feijóo está produciendo escalofríos en un amplio sector de la sociedad española; como será la cosa que, en el cara a cara de Atresmedia con Pedro Sánchez, el candidato popular se vio obligado a negar tal posibilidad para no espantar al votante templado.

Curioso. Nadie pone el acento sensu contrario en que su rival va a necesitar al resto de los diputados, incluidos los siete u ocho que obtenga este domingo el Junts pel Cat, del huido Carles Puigdemont, y los dos de las revolucionarias CUP catalanas, para seguir en La Moncloa frente a un bloque de derecha al ninguna de las últimas encuestas serias, repito, serias -no hablo de éste CIS de Tezanos que pronostica una victoria socialista contra toda evidencia- otorga menos de 170/174 escaños.

¡Ojo! Que a ese hipotético nuevo bloque de rechazo de Sánchez habría que añadir los tres diputados de Unión del Pueblo Navarro (UPN) y Coalición Canaria, a los cuales, sinceramente, no veo muy por la labor de reeditar un gobierno de coalición de izquierda cuatro años más; es decir, el hoy inquilino de La Moncloa tendría que lograr, en primera o segunda votación de investidura, 176 síes y, además, luego no le bastarían esas mayorías simples de 160/165 diputados con las que ha sacado adelante muchas convalidaciones de decretos-ley en los pasados cuatro años.

De los creadores del Gobierno Frankenstein con ERC y Bildu, que diría el desaparecido Alfredo Pérez Rubalcaba, llega el Gobierno Puigdemonstein. Susto o muerte… Ya, ya sé que Puigdemont ha dicho que no va a investir a Pedro Sánchez, pero también he escuchado al secretario general del PSOE un “yo busco votos debajo de las piedras”… ¿En Waterloo, llegado el caso?

Así que, de los creadores del Gobierno Frankenstein con ERC y Bildu, que diría el desaparecido secretario general socialista Alfredo Pérez Rubalcaba, llegan emociones más fuertes: el Gobierno Puigdemonstein. Susto o muerte… Ya, ya sé que Puigdemont ha dicho que no va a investir a Pedro Sánchez, que por encima de su cadáver, pero, qué quieren que les diga, también he escuchado al secretario general del PSOE algo que me ha sonado premonitorio “yo busco votos debajo de las piedras”… ¿En Waterloo, llegado el caso?

Cierto es que esta reflexión queda absolutamente opacada ante las proclamas de voxeros como el recién elegido presidente del Parlamento de Baleares, Gabriel Le Senne, quien ha dejado escrito barbaridades tales que los españoles corremos “peligro de extinción” (sic) por la inmigración descontrolada y que “las mujeres son más beligerantes porque no tienen pene” (sic), o afirmaciones de un confesionalismo católico exacerbado por parte de la presidenta del Parlamento de la Comunidad Valenciana, Llanos Massó, ex dirigente de la antiabortista HazteOír; incluso, la ridícula y esperpéntica decisión del nuevo ayuntamiento de PP/Vox en Santa Cruz de Bezana (Cantabria), de vetar la proyección de la nueva versión de la película de dibujos animados Buzz Lightyear porque se besan dos mujeres-… todo en conjunto justifica la alarma social que se ha creado en una sociedad liberal como la española.

Y además reconozco que esa alarma es necesaria y exigible en una sociedad no confesional ni monolítica. Bastante costó conseguir las libertades de las que disfrutamos desde hace medio siglo y, lo quiera reconocer el PP o no, un cierto aroma a rancio se ha vuelto a colar en nuestras vidas de la mano de estos personajes a los que ha aupado con su voto hasta presidencias de parlamentos; sin poder ejecutivo, sí, pero con una fuerte carga simbólica como segundas autoridades que son en sus respectivas autonomías.

Una cosa es rechazar el pacto PP/Vox, legítimo, y otra asumir acríticamente que todo vale, incluido un gobierno Puigdemonstein en La Moncloa para impedir el ticket Feijóo/Abascal; porque ¿Se imaginan al huido ex presidente de la Generalitat catalana decidiendo con los votos de Junts pel Cat los próximos cuatro presupuestos españoles, o el destino de tal o cual proyecto de ley, mientras el Tribunal Supremo vuelve a pedir su entrega a Bélgica?

Todo lo anterior lo sabe Feijóo mejor que nadie. Por eso está haciendo denodados esfuerzos para aparecer desvinculado de unos pactos con Vox que tanto dolor de cabeza le están dando desde el 28M; y, por eso, entre otras razones, no asiste esta noche al debate a cuatro éste miércoles en RTVE junto a Sánchez, Abascal y Yolanda Díaz: para que no se visualice tan a las claras el ticket PP/Vox como quiere la izquierda en el entre pillos anda el juego que supone una campaña electoral.

Pero, una cosa es poner de manifiesto los riesgos del PP/Vox, rechazarlo como fórmula de gobierno, y otra asumir acríticamente que cualquier alternativa vale, incluido un gobierno Puigdemonstein en La Moncloa para impedirlo; porque ¿Se imaginan al huido expresidente de la Generalitat catalana decidiendo con los votos de Junts pel Cat los próximos cuatro presupuestos españoles, o el destino de tal o cual proyecto de ley, mientras el Tribunal Supremo vuelve a pedir su entrega a Bélgica? ¿Se imaginan los titulares de los medios de comunicación en España y, lo que es más grave, los de la prensa europea e internacional si eso llegará a ocurrir?

¿Qué resultaría más grave para la marca España, tener un vicepresidente como Santiago Abascal o ver trasladado el centro de gravedad de la política patria a Waterloo, pendientes todos de los caprichos de un huido Puigdemont que lleva seis años instalado en el cuanto peor mejor? La disyuntiva no es fácil, susto o muerte, insisto… O empate a 175 diputados, bloqueo infinito y repetición de elecciones en diciembre. El domingo saldremos de dudas. O no (no quiero ni pensarlo).

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