Opinión

A las hadas de las luces de Tordesillas se les veía un pezón y llamó The Guardian para preguntar

He creído conveniente informar al lector de este periódico de lo que sucedió hace unos días en la localidad vallisoletana de Tordesillas. Allí se sustituyeron unas luces navideñas que incluían las siluetas de varias hadas por otras q

  • Imagen de Tordesillas -

He creído conveniente informar al lector de este periódico de lo que sucedió hace unos días en la localidad vallisoletana de Tordesillas. Allí se sustituyeron unas luces navideñas que incluían las siluetas de varias hadas por otras que reproducían la forma de algunos copos de nieve. Podría parecer que el suceso no tiene importancia, pero nada más lejos de la realidad, dado que, según adelantó El Norte de Castilla, hubo vecinos que consideraron que las luces originales eran “provocativas y poco representativas” de los valores navideños, dado que habían sido diseñadas de tal forma que a las magas se les marcaban los pezones.

Un periodista del periódico inglés The Guardian llamó al Consistorio del municipio del Toro de la Vega para tratar de informarse al respecto de este suceso de incuestionable relevancia. Un portavoz desmintió entonces lo que habían publicado algunas decenas de medios de comunicación españoles. Unas horas después, el alcalde, Miguel Ángel Oliveira, aseguró en un periódico local que todo había sido un “bulo” y que la prensa había generado una polémica donde en realidad se había producido una decisión juiciosa y razonable. La cual, por supuesto, no tenía nada que ver con las formas femeninas de las tiras de luces LED, no fuera alguien a pensar que se había actuado con mojigatería o, peor, con recelo ante el cuerpo de la mujer.

Según la versión del alcalde, “bajo ninguna circunstancia el cambio” estuvo motivado porque los arcos de luz fueran demasiado explícitos a la hora de mostrar la silueta de aquellas ninfas. “No eran los arcos de luces que habíamos acordado con la empresa instaladora”, así que ordenamos su sustitución, manifestó el alcalde.

Oliveira descartó que el Consistorio hubiera recibido quejas de los vecinos, algo que contrasta con las opiniones que pudo recabar El Norte de Castilla a pie de calle. “Es una verdadera vergüenza. En fiestas (...), ponen luces (propias) de la feria de Abril y, en Navidad, luces que parecen de carnaval”, aseguraba un vecino, indignado. Otra señora, que “estaba esperando” por allí, afirmó: “Es algo natural, no hay que darle mayor importancia ni sacar las cosas de contexto. Tenemos la piel muy fina en pleno siglo XXI”.

Total, que se armó un Belén en Tordesillas que trascendió las fronteras de la localidad, de la provincia y de la propia Unión Europea.

La libertad de expresión está sobrevalorada

Si me preguntan por la versión a la que otorgo mayor verosimilitud diré, sin duda, que a la oficial. Porque así debe ser siempre. Ya lo sugirió Carmen Calvo: la libertad de prensa está bien, pero a lo mejor habría que regular al respecto porque a veces se emplea mal. El propio presidente del Gobierno abunda en su último libro en este perjuicio: “la opinión publicada no coincide con la opinión pública” en España y eso es porque hay una parte de la prensa -en su caso, se queja de la conservadora- que se dedica a intoxicar en lugar de a informar. ¿Y dónde hallar la verdad entonces? En las fuentes oficiales. En las instituciones. En Moncloa, por ejemplo. ¿Para qué iba a mentir un político? ¿Qué podría ganar un político -sea Sánchez o el alcalde de Tordesillas- ocultando una verdad o manipulando la realidad?

Es cierto que en ocasiones cambian de opinión y que eso puede llevar a confusión. El razonamiento lo empleó Zapatero para defender la amnistía. “El político que no haya cambiado nunca de opinión… a lo mejor no es consciente de que le quedan sólo 15 minutos para hacerlo”. Los periodistas que no lo entiendan, que se lo hagan mirar. Y si, aun así, no logran comprenderlo, a lo mejor es que se han hundido en una trinchera y ni siquiera son conscientes de ello. Eso es muy común por aquí. Por eso, los representantes públicos suelen poner de ejemplos a The Guardian o The Economist, sea para defender el pezón de unas luces de Navidad o una política económica. Las diferencias son abismales: allí atan los perros con longaniza. Por aquí… si yo le contara…

Así que el error del periodista que reveló lo que sucedió en Tordesillas fue el de desconfiar de la fuente oficial. ¿Que vio un cambio de luces sospechoso y tras consultar con el Ayuntamiento consideró que su versión hacia aguas? Es igual: la verdad se encuentra en las Administraciones y, en concreto, en los gobiernos. Quien diga lo contrario es un difusor de “bulos” y se enfrentará de forma justa a los juicios de los verificadores de noticias y del resto de la profesión. 

Así que pudiera parecer que lo de Tordesillas es una agria y cateta historia de Navidad… pero nada de eso. Lo que allí sucedió lo vemos todos los días. Y por ahí van los tiros hoy en día: hay quien está empeñado en definir como “mentira” todo lo que se publica y no le conviene. Hay quien lanza esos mensajes con torpeza, pero hay quien cuenta con toda una armada de recursos a su favor para imponer sus verdades. Y de tontos útiles.

En este caso, como el alcalde es del PP y -no vamos a engañarnos- lo que argumentó resulta un tanto difícil de creer, alguno seguro que lo puede apreciar mejor que cuando sucede al contrario. Suele ocurrirle a los militantes, tengan o no carné en la cartera.

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