Opinión

La pobre sociedad civil

Cualquier encuesta seria sabe que el PP (inclusive con Feijóo en lugar de Díaz Ayuso) sumado a Vox y Alvise en coalición, pueden exterminar políticamente el proyecto bolivariano de Sánchez

A veces la sociedad civil se convierte es un concepto abstracto.

Sucede cuando la acción política positiva, la humildad en el poder, la ética, el honor y el bien común pasan a ser vulgares entelequias.

Cuando significantes fuertes como partidos políticos no responden a lo que preocupa al ciudadano promedio y no canalizan soluciones.

Cuando las entidades intermedias se multiplican para mal, transformándose en maquiladoras ideológicas que arman partes del poder, entonces la sociedad civil pasa a significar nada en el sentido más tradicional. O sea, nada de nada.

Al mismo tiempo es natural que frente a una situación de indefensión del sistema democrático como ocurre hoy en España, se alcen voces que insten a la sociedad civil a desperezarse y evitar que el fuego socialista queme las últimas naves.

Está claro que el problema es de representación, porque la sociedad civil son las personas, la sociedad civil es esa que usa los espacios públicos para divertirse y los parques para enamorarse.

Es muy humana la sociedad civil.

Lo que pasa es que, entre los tipos de democracia modernos, en especial el nuestro es bastante complejo, más que eso, es un jeroglífico político y económico muy difícil de mantener andando apropiadamente.

Me afilio a un partido político, y ya está. Uno que coincida y defienda ideas parecidas a las mías y desde allí participo en lo que puedo

Hoy en día, la sociedad civil comienza a tener certezas, la deuda pública ha hipotecado su futuro, hay tres poderes en uno y el cuarto está comprando o perseguido, no hay trabajo digno, las calles de los barrios se tornan inseguras, la cesta de la compra vuela, alquilar no consigo, etc.

El relato oficial choca de frente con nuestra realidad a cada paso. Entonces, si la sociedad civil soy yo, debo actuar. ¡Algo tengo que hacer!

Me afilio a un partido político, y ya está. Uno que coincida y defienda ideas parecidas a las mías y desde allí participo en lo que puedo, para mejorar mi vida y la de mis semejantes.

Mas sin embargo no puedo confiar en ninguno, no hay uno solo que justamente haga match conmigo en este Tinder moderno en que se ha transformado el núcleo central de la política española.

En todos los partidos se ven más intereses personales y más celos y recelos que anhelos de bien común.

Además, en realidad cualquiera recuerda cuan reiteradamente se miran el ombligo antes de arreglarnos los problemas a los ciudadanos. No, con estos opositores no puede la sociedad civil (o sea yo) conseguir nada de lo que realmente necesita.

Entonces mejor participo de otra manera, en específico.

En un tema. El plástico en los mares, los transgénicos, la inmigración subsahariana, el sistema agropecuario nacional, el calentamiento global, la deforestación del Amazonas, la esclavitud en África, y un infinito etc.

Estos subproductos de la política han proliferado casualmente porque la política falla y la que se ve afectada y en teoría es quien reacciona, es la sociedad civil. Pero no.

Hay asociaciones a la vuelta de casa que no se muy bien que hacen, pero yo veo vecinos entrando y saliendo, algo tramarán. Me entero y decido si ayudo y punto

Apenas con una mirada a vuelo de pájaro descubro que la mayoría de las organizaciones que apoyan las causas justas que el gobierno niega o no soluciona, están infectadas por la política. O sea, son propiedad de los mismos dueños o de otros aún de peores calañas.

Entonces qué hacer, me pregunto yo, que soy la sociedad civil.

Bueno, puedo participar desde lo vecinal, hay asociaciones a la vuelta de casa que no se muy bien que hacen, pero yo veo vecinos entrando y saliendo, algo tramarán. Me entero y decido si ayudo y punto.

Aquí es cuando descubro que en la asociación también se cumple aquel refrán que reza: pueblo chico, infierno grande. Y la sociedad civil hoy no está para celos ni parcelas de poder barrial, ni ruegos al gobierno para financiar cosas, hoy no hace falta completar la tarea oficial, hay que reconstruirla.

Okupada, insegura

La cosa se ha corrompido de una manera tal, que lo conocido para poco sirve, hay que reorganizar el sistema, revisar la estructura del estado y reemplazar al 80% de nuestros representantes actuales de todos los colores políticos.

Entonces la palabra que define el sentimiento reinante en la sociedad civil es impotencia, la sociedad civil está desprotegida, a su merced, a la buena de dios, okupada, insegura, pero en estos problemas reales nadie se fija.

Y de esto toda España se da cuenta, todo el mundo ve, todos lo sabemos.

En las grandes ciudades, en los pueblos, en las parroquias pequeñas, el eco de la impotencia resuena hoy hasta en la España desierta.

No sabemos qué hacer, porque no soy yo, somos todos parte de una sociedad civil desconcertada, frustrada, engañada y nos sentimos hartos de la vida que nos hacen vivir.

Los mayores responsables de esta dramática pauperización de España, aquellos que pasarán a la historia como los facilitadores del desguace del sistema de vida actual, son los políticos opositores

Porque la nuestra vaya y pase, pero la de nuestros hijos, por favor. Eso no se negocia, no podemos dejarles una España que, en breve vuela en pedazos, literalmente.

Será que los españoles, de tan valientes que somos, aguantamos el tipo hasta el punto en que necesitamos pelearnos a muerte para demostrar otra vez lo valientes que somos.

Pues no hace falta, hoy lo que hace falta es demostrarle al mundo lo inteligentes que somos, lo capaces de capear temporales con nuestro propio pensamiento y estilo. Eso necesitamos y no un relato fabuloso y lleno de contrastes con la realidad de quien trabaja honradamente.

Los mayores responsables de esta dramática pauperización de España, aquellos que pasarán a la historia como los facilitadores del desguace del sistema de vida actual, son los políticos opositores. La sociedad civil tiene el papel de víctima.

Cualquier encuesta seria sabe que el PP (inclusive con Feijóo en lugar de Diaz Ayuso) sumado a Vox y Alvise en coalición, pueden exterminar políticamente el proyecto bolivariano de Sánchez. Es verdad, en general no parecen demasiado listos, pero de esto deberían darse cuenta. Parece increíble que aún se miren de reojo cuando su rival no duda un instante en aliarse con un partido como Bildu que reivindica el terrorismo para ganarles la partida y dejarlos como unos buenos para nada.

Vox puede no ser santo de mi devoción, pero es un partido constitucionalista, Bildu no, ni Junts tampoco.

Sánchez elige las armas

Por eso el duelo es totalmente desigual porque, al elegir las armas, Sánchez usa cualquier calibre y los nuestros prefieren el florete, ¡pero por Dior!

Mientras tanto la sociedad civil española es hoy lo más parecido al meme de John Travolta en Pulp Fiction.

Se encuentra completamente confundida, mirando en todas direcciones para ver si descubre el maravilloso cohete económico y el mejor momento de la red ferroviaria, el empleo pujante de los jóvenes y los magníficos resultados de la política migratoria de un gobierno ya peligrosamente escorado a babor.

Que confía (junto con la mayoría de la oposición) en que algún día Europa rescate a los españoles del hundimiento. 

Si esto no sucede y la oposición no cambia, pues entonces a los botes, y sálvese quien pueda.

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