Opinión

La prensa insumisa

El catecismo del padre Ripalda decía que los enemigos del alma eran tres: mundo, demonio y carne. La última edición del catecismo de Moncloa señala que los enemigos del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez también son tres: la prensa insumis

El catecismo del padre Ripalda decía que los enemigos del alma eran tres: mundo, demonio y carne. La última edición del catecismo de Moncloa señala que los enemigos del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez también son tres: la prensa insumisa, los jueces del lawfare y máquina del fango. Con la legislatura empantanada, sin presupuestos para 2025, ni candidato a president de la Generalitat en Cataluña, se anuncia una nueva etapa que bajo la invocación de la regeneración democrática veremos a dónde nos conduce. Una vez más el propósito declarado para no infundir sospechas es el de ponernos en línea con la Unión Europea y adecuarnos a sus directivas, ignorando que ya están aquí en plena vigencia. 

Se trata de vender las difusas propuestas como una operación de transparencia, que se ampararía en la salvífica pretensión de que el público lector o radioyente supiera sin engaños quiénes son los propietarios de los medios informativos, cómo se financian, cuál es el aporte de la publicidad y qué representan las ayudas económicas del gobierno, de la familia, del municipio y del sindicato. Este proceder aclaratorio se esgrime como garantía de salud pública, de la misma manera que lo es la leyenda obligatoria que figura en el envase de los yogures donde se informa obligatoriamente a los consumidores de cuál es su composición y de qué porcentajes de azúcares o de materias grases contienen.

Los medios informativos, merecedores de ese nombre tienen una misión de servicio público, pero necesitan para subsistir el soporte económico de la publicidad, un recurso que acude a los soportes mediáticos en la misma proporción en que le brindan lectores o radioyentes, es decir, la posibilidad de impactar sobre potenciales consumidores. La pugna entre la redacción y los publicitarios es tan antigua como la existencia de la prensa de masas. Las preferencias de la publicidad se han orientado siempre hacia las audiencias que resultan atractivas por su magnitud, por su especialización o por el poder adquisitivo de quienes las integran. Por eso, llamaba la atención durante años que en nuestro país la cartera de publicidad del diario económico Expansión, con una tirada muy exigua, fuera mucho mayor y más rentable que la del deportivo Marca, que era con diferencia el periódico de mayor difusión.     

Los medios informativos, merecedores de ese nombre tienen una misión de servicio público, pero necesitan para subsistir el soporte económico de la publicidad

En una viñeta de El Roto, publicada en la página 12 del diario El País del 3 de julio de 2019, campeaba por arriba la leyenda "toda crítica es excesiva", mientras por abajo, otra complementaria aseguraba "todo elogio, insuficiente". Estas dos apreciaciones son las que mejor configuran la querencia del poder en cualquiera de sus encarnaciones. De ahí que se cumpla el principio de que los titulares del poder se comporten como insaciables y que quieran imponer un pago a quienes detectan faltos de fervor. Desde el poder se reclama la adhesión inquebrantable y siempre se sospecha de oscuros intereses cuando se observa desapego o crítica que desencadena reacciones desapacibles. Los periodistas siempre saben qué debería publicar el Boletín Oficial del Estado y los políticos cómo habrían de ser los titulares de las primeras páginas de los diarios. Una de las mejores definiciones en el ámbito  periodístico sostiene que “noticia es aquello que alguien está intentando que no se publique”. Ojo cuando ese alguien es el Gobierno.

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