Los hackers rusos, el Frente Polisario y Corina Larsen han zancadilleado a la primera dama finesa, al rey de Marruecos y a Juan Carlos I respectivamente. Rusia rechaza los acercamientos a la OTAN de la líder finlandesa; los saharauis, la anexión del Sahara por Marruecos; y Corina, contraria a la tradición de los Borbones, las infidelidades de Juan Carlos. Las de Mohamed están legalmente autorizadas.
Sanna Marin, 37 años, primera ministra del país más feliz del mundo durante los últimos cinco años según el World Happiness Report, se ha visto salpicada por dos vídeos que no tendrían importancia en cualquier otro hogar, pero se trata de Kesäranta, la residencia oficial de los jefes de gobierno finlandeses. En el primero se muestra simpática y eufórica mientras baila alocada en una fiesta junto a conocidas personalidades de la jet set finlandesa. Se ha oído decir que podría ser efecto de las drogas, como si no pudiera ser por un vasito de tinto. En el segundo, un par de amigas de Marin se dan un pico con los pechos desprotegidos.
Lo de Sanna parece un cuento de hadas. La educaron dos madres, la propia y la que era su pareja. Ella lo llama una familia arcoíris. Con 23 años tuvo una hija, Emma; con 25 se casó con el padre de Emma, el ex futbolista Räikkönen, su novio desde el instituto; con 28 fue alcaldesa de la tercera ciudad del país, Tampere; a los 29, diputada; a los 33, ministra de Transportes y Comunicaciones y a los 34 Jefa de Gobierno. Una trayectoria tan vertiginosa como su talento, un impulso tan palpitante como el de sus fiestas.
El rey de Marruecos, 59 años, parece tambalearse en un vídeo de cinco segundos. El vaivén, si la embriaguez es cierta, sería un escándalo mayúsculo porque un musulmán no toma alcohol, porque es una imagen ignominiosa, y porque dirigir Marruecos desde París no es lo que prefieren sus súbditos, tan agradecidos cuando el monarca frecuenta sus palacios marroquíes. Un periodista saharaui, hijo del antiguo secretario general del Frente Polisario, posterior presidente de la República Árabe Saharaui en el exilio, le ha jugado la mala pasada al difundir las imágenes en su cuenta de Twitter. Pero de la privacidad del monarca alauí, de su integridad, no nos preocupamos porque está garantizada. Podrán apreciarse sus bamboleos, pero en Marruecos será visto como traspié, o no será visto, que eso lo controla.
Mohamed VI ha tildado de "claro y responsable" el apoyo de Pedro, a título personal, para apropiarse del Sahara, y no ha dicho nada del rechazo del mundo serio y responsable
Como Pedro Sánchez (las malas lenguas le llaman su sanchidad) tenga la imprudencia de publicitarlo en sus televisiones, nos manda un buen puñado de inmigrantes en tropel para debilitar al sanchismo. Alguien dirá que también nuestro Gobierno controla la información que puede afectar a nuestro líder porque, a pesar de las reiteradas solicitudes para que ponga transparencia en sus desvaríos, el 'presidente de la República' (como lo han llamado en Colombia, en un acto oficial) no quiere hablar. En España la información adversa al gobierno se silencia, en Finlandia no. Allí todo ha de ser transparente, por eso es el más feliz de los países. Mohamed VI ha calificado de "claro y responsable" el apoyo de Pedro, a título personal, para apropiarse del Sahara, y no ha dicho nada del rechazo del mundo serio y responsable.
Su Majestad emérita reside, muy a su pesar, y al igual que su padre y su abuelo, en el exilio. Lo acoge una mansión de unos mil setecientos metros cuadrados en la isla Nurai, en Abu Dabi, valorada en once millones
También Su Majestad emérita, que méritos no le han faltado, 84 años, fue víctima de su amante Corina, la única que, ajena a la tradición, exigió fidelidad conyugal a quien tanto hizo por España. Y como parece que el Emérito se la prometió pero la incumplió, tomó represalias como los rusos y el Frente Polisario. Mohamed tiene harem, pero las feministas no lo critican, y tampoco el pueblo marroquí, que adora a su rey. Pero Su Majestad emérita reside, muy a su pesar, y al igual que su padre y su abuelo, en el exilio. Lo acoge una mansión de unos mil setecientos metros cuadrados, enclavada en la isla Nurai, en Abu Dabi, valorada en once millones, no como la residencia parisina del alauita, que alcanza los ochenta, sino como la de un bien instalado robinsón.
Que Sussan Marin, del país más feliz, se muestre eufórica no parece un mal mayor. La Susana andaluza también lo hacía. También hemos visto impasibles las risotadas y desplantes de Sánchez sin alterarnos. Lo de los pechos, no sé qué decir. Algunas feministas de Barcelona recomiendan hacer topless en las playas. Han dejado de ser tabú los descuidos en el atuendo. Y si razonamos cómo avanza la mujer en mostrar esa mitad superior de su body con la misma libertad con que la muestra el hombre, no parece un mal mayor. Eurovisión no autoriza la exhibición femenina del pecho pero sí de cualquier lugar del dorso, de norte a sur, siempre que alguna prenda cubra algo de piel.
Queda claro que no tenemos normas unificadas para la exhibición del cuerpo del hombre o de la mujer. Y también que a nadie escandaliza el vídeo en las redes con el piquito de las dos amigas de la señora Marin. Y es que hace tiempo que entre la vida pública y la privada ha dejado de haber fronteras, toda es una e indivisible.
Proserpina8
La situación en Finlandia no se puede comparar con la de España. En Finlandia las instituciones son sagradas y se ve como una falta de respeto. Lo de menos es la fiesta o que sea mujer.