El pasado 12 de octubre, día de la Hispanidad, curiosamente, la Real Academia Sueca de las Ciencias anunció la concesión del "Premio del Banco Central -Riksbank- de Suecia en Ciencias Económicas en Memoria de Alfred Nobel", más conocido como el Nobel de Economía, a los economistas estadounidenses Paul Robert Milgrom, especialista en la "Teoría de Juegos", y a su compatriota y maestro Robert Butler Wilson, Jr., cuya especialidad primera es la economía de la empresa. El premio a estos dos excelentes microeconomistas se les concede por sus estudios y desarrollos sobre subastas, unas aportaciones de gran utilidad para la "Teoría del Bienestar" -niña bonita de la Ciencia Económica- y para el buen funcionamiento del sistema económico.
Subastas y cotidianidad
Normalmente, cuando se habla de subastas, se suele pensar en un acaudalado inversor asiático que acude bien acompañado a una de esas conocidas casas de subastas del barrio de Saint James, en Londres, y que puja precios desorbitados como si pagara algún peaje inconfesable comprando una obra de dudoso gusto de alguno de esos "artistas" impuestos por el Establishment progresista. Sin embargo, la realidad de "las subastas" es muy distinta, pues desde la licitación de la explotación de bienes naturales (bancos pesqueros, recursos hídricos, forestales, etc.) hasta la concesión de monopolios naturales o políticos (servicios de saneamiento, agua, electricidad, servicios y equipamiento de sanidad -mascarillas y etecés.-, educación, transporte, telecomunicaciones, del espectro radioeléctrico, etc.), a las lonjas de pescado, carnes y frutas, o a las licitaciones judiciales, fiscales (embargos, aprensiones de ilícitos), etc., las subastas y licitaciones son algo mucho más cotidiano y fundamental de lo que se piensa, aunque sea una actividad que pase inadvertida, y no digamos en un país abducido por el mesianismo político.
Por supuesto que el premio daría para una buena disertación teórica sobre temas microeconómicos, pero como aquí no estamos para despliegues de erudición sino para observar la realidad macro, he pensado que estaría bien ver que parte de todo esto de las subastas y licitaciones tiene que ver con nuestra deflación, sobre todo ahora que los políticos amenazan con 'ajustar' otra vez el sistema. Así que lo que haremos será ver primero una breve introducción a la deflación, para luego entrar en el caso español, en sus últimos datos, centrándonos en los rubros donde más mete la zarpa la partitocracia.
La deflación, ese extraño fenómeno
El tema lo hemos visto aquí como nadie, así que iremos muy rápido. Simplemente decir que por implicar IPCs negativos no significa que sea lo contrario de la inflación, que la deflación es un fenómeno muy extraño que solo aparece al final de un ciclo económico largo, como ahora, y que hay dos tipos, la buena, producto de una extraordinaria eficiencia económica, y la mala, como la nuestra, por un quebranto, fortuito o político, de la demanda agregada.
En la gráfica siguiente tienen una de las deflaciones más largas y recientes, la japonesa, que comparte con nosotros el padecer una partitocracia que roza lo criminal, casi mafiosa. También hay que decir que la deflación no solo ocurre por un fuerte aumento de la productividad, como sucedió de 1985 al 2000, sino fundamentalmente por un exceso de oferta agregada en relación a la demanda agregada.
Otra característica muy importante es su intermitencia, como pueden ver en el caso español (siguiente gráfica, últimos diez años) y en los anteriores, de forma que engaña a quienes no conocen el fenómeno.
Últimos datos
En la siguiente tabla pueden ver las tasas anuales mes a mes del IPC durante el último año, así como la ponderación, o peso en la cesta de la compra, de cada uno de sus rubros. Lo primero que destaca es que la tasa general ya era muy baja antes de que se forzara el cierre y se tornara negativa acumulando ya dos trimestres. El otro aspecto importante es la fuerte caída de rubro "transporte" (privado o público, individual o colectivo), por los efectos de la debacle petrolera, y la inflación en alimentos por el confinamiento, que disparó la demanda en las grandes cadenas de alimentación, tema que vimos recientemente.
Por supuesto que nuestra deflación es muy distinta si en la unidad familiar se perciben ingresos inferiores a la media, donde pondera más el uso de la vivienda y alimentación, pues en nuestro empobrecimiento progresista la explotación de los más pobres es criminal y algún día espero que podamos ver cómo uno de los grandes negocios del 'progresismo' es que las clases medias y bajas paguen una burrada de impuestos y estén obligados a pasar, de mil y una formas, por las taquillas de las subastas progresistas.
Tampoco es lo mismo si se es un funcionario en remoto, no un sanitario, que si se es un empleado bancario masacrado por el estrés, o un ahorrista por las comisiones (rubro "otros bienes y servicios"), sometidos ambos al despropósito bancario de fijar los tipos activos (préstamos) según el Euribor de una especie de subasta virtual, es decir, inexistente -tema que vimos-, otra barbaridad apoyada desde 'lo público' que ha generado un proceso psicótico que está destruyendo la que fuera la mejor banca minorista del mundo.
Expolio político
Como decíamos, en la formación de precios de todos esos rubros ocurren subastas y, además de estar muy afectados por regulaciones y restricciones políticas, algunos están muy afectados por licitaciones desde "lo público" (siguiente gráfica), así que, como viene otro ajuste, nos fijaremos en la evolución de esos precios tras el anterior ajuste, el de 2008-2012, donde la clase política, antes que reducir la red clientelar de su ejército de parásitos, se cebó, entre otras cosas, con aquello que más afecta a los pobres: la vivienda (línea roja) y todos los insumos que implican el uso de la misma (agua, electricidad, gas, recolección de basuras, saneamiento, etc.), encareciéndola hasta un 40 puntos por encima del IPC, un crimen que vimos en mucho detalle en "La casta y su corcel negro", donde también estudiamos el mesianismo político como instrumento para el expolio que padecemos. ¿Piensan repetir el mismo latrocinio dando otra vuelta de tuerca, machacando la demanda agregada y produciendo más deflación mala?
Tras las subastas progresistas está lo fiscal, que esa es otra barrabasada pero no es el tema de hoy, y seguro que todos recordarán los casos de ancianos con pensiones miserables que no encendían la calefacción para poder comer. De momento, la deflación actual es principalmente por los efectos de la debacle energética, donde también preparan más expolio, pero luego vendrá la segunda ronda, la fuerte, por la depresión económica, y la criminal, por el ajuste que impondrá la partitocracia, que aumentará el desequilibrio relativo entre oferta y demanda agregadas, trayendo más deflación mala.
Instituciones y bienestar
Por supuesto que en el estudio y mejora de las subastas se trata el tema de las instituciones, pero ocurre que Milgrom y Wilson viven en una democracia formal, donde los políticos tienen que responder ante los ciudadanos y donde la Justicia, como los otros dos poderes del Estado, es independiente. Lo nuestro es distinto, aquí padecemos una partitocracia, donde no hay ni poderes independientes ni representación de los votantes y se vive una quimera que se creyó se mantendría con el 'consenso' y el engaño de los 'contrapesos', dos ficciones para evitar tener una sociedad civil libre y unos poderes del Estado realmente independientes; de modo que, dado nuestro contexto, entrar en tecnicismos sobre subastas solo aportaría más herramientas para el saqueo del ciudadano.
Donde hay consenso no hay democracia, pues ésta se rige por mayorías y minorías, mientras que el consenso en el poder es propio de las comunidades religiosas, de la mafia italiana y de las subastas amañadas. No extraña pues que el pacto partitocrático saltara por los aires en cuanto nivel moral de los actores ha bajado, que solo hay que ver los currículos falsos del casting socialdemócrata, unos sujetos que deberían estar inhabilitados pero que el cártel mediático nos vende como si fueran hermanitos de la caridad, cada uno de su cofradía.
Así que, con este atraso institucional, habrá, entre otros males, más deflación de la peor y más expolio de los españoles, pero por explicar esta realidad objetiva no les darán nunca un premio, al contrario. Nuestro orden ya está en estado terminal y los tecnócratas del Establishment ya no pueden salvarlo, asumámoslo.