Opinión

Sánchez ya ensaya su carcajada Joker

Los huesos de Franco no movilizan a la izquierda pero sí a Vox, pieza clave para despertar al PSOE de su profundo hastío, su desencanto

Un desmesurado rostro de Pedro Sánchez cubre desde este lunes la fachada de la sede del PSOE en la calle Ferraz. Su gesto es severo, de una ensayada circunspección. Como si no hubiera digerido esa carretada de encuestas que aventuran un retroceso del PSOE y un avance parejo de PP y Vox.

Los tiempos electorales, a 12 días de las urnas, le son adversos. La izquierda aparece desmovilizada, átona, quizás hastiada del jugueteo de los pactos y del fracaso que supone la repetición electoral. En el bloque rival, todo lo contrario. Los incendios de Cataluña han avivado al PP, que engulle un pedazo de tarta de Ciudadanos. Los huesos de Franco alientan a Vox, que escala hasta cotas inesperadas.

Espíritus optimistas hablan ya del gran vuelco. Encuestas señalan que el bloque del centroderecha está a tres puntos de poner fin al gobierno socialista. Sánchez se ha quedado sin argumentos. No puede seguir enarbolando su lema de 'Ahora España' porque no resulta creíble mientras Iceta y el PSC lideren su política territorial. El relator, los indultos, el derecho a decidir, el referéndum... Un contradiós. “Sinvergüenza”, le gritaban a José Luis Ábalos, indigno 'procesionante', este domingo en la gran manifestación de los perseguidos en Cataluña.

¿Y si Sánchez hace un Artur Mas?, el astuto secesionista que adelantó las elecciones catalanas y se tuvo que ir a casa

“El helicóptero y la cruz, un momento de emoción y paz profunda”, confesó Carmen Calvo tras la evacuación de los restos de Cuelgamuros. Este es el asunto molar de la estrategia de Moncloa. Pero tanta paz y emoción no se han trasladado por ahora a las encuestas. Sánchez, como se encargan de martillear sus apologetas, pasará a la historia por haber evacuado del Valle los huesos del dictador, pero aún no logra que ese episodio, de pretensiones homéricas, sea unánimemente aplaudido por los electores.

La sobriedad de Sánchez en el telón de Ferraz quizás sea la muestra más expresiva de estos momentos de incertidumbre que vive su partido. ¿Y si después de rechazar la investidura, la coalición con Podemos, nos sale el tiro por la culata? ¿Y si Sánchez hace un Artur Mas? El astuto secesionista que adelantó las elecciones catalanas y se tuvo que ir a casa. ¿Y si todo se va al carajo? No parece.

El voto del miedo

El presidente del Gobierno en funciones está serio, pero no afligido. Quizás la epopeya del viajecito de  Franco hasta el Pardo no logre movilizar a los suyos, pero sí a Vox. Y, al final, es Vox quien moviliza a la izquierda. Operación 'trifachito' segunda parte. Esta vez, sin PP y Cs de monaguillos. 

Los sondeos tan favorables a Abascal pueden agitar la abulia socialista. Ya aparecen los de Vox los terceros en el pódium, por delante de Iglesias y de Rivera. Una desmesura. A eso juegan los estrategas de Moncloa que harán de Abascal su principal argumento en esta campaña. “Lo de Vox y Franco, malo para nosotros, bueno para el PSOE”, reconocen con preocupación en Génova, donde hasta denuncian algún tipo de acuerdo subterráneo entre de los socialistas y Vox. Cierto es que Abascal puede amargarle a Casado la fiesta de los 100 escaños, pero de ahí a que exista una entente contra natura con los socialistas hay todo un mundo. 

Será entonces cuando Sánchez, materializados sus planes, lance su gran carcajada, haga oír su estruendoso alborozo, su júbilo restallante por su nueva victoria. Eso sí, quizás sea una risotada a lo Joker, una risa entre dolorosa y lúgubre. Una risa, de nuevo, sin mayoría de Gobierno. Una risa que conduce, inevitablemente, al tenebroso sendero del castillo de Frankenstein.

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