Jamás en este país, ni periodística ni políticamente, habíamos repetido tanto la frase “por primera vez en la Historia”, tanto y tan seguido en el último año, por la pandemia y por la gestión política. Siempre, lamentablemente, por un goteo incesante de acontecimientos penosos. Al drama humano, de salud y económico, se suma una manera de hacer política insostenible, no sé si de falta de respeto al ciudadano, pero sí de imposibilidad de llegar a acuerdos. Nos pasa aquí y allí, en general, pero de una manera persistente entre los catalanes. Si ante el panorama histórico que vivimos los políticos elegidos en las urnas hace un mes y medio son incapaces de llegar a acuerdos, no lo serán jamás. O por lo menos se aventura ya una provisionalidad que anuncia la imposibilidad de que se cumpla una legislatura de cuatro años. Si es que, naturalmente, no fuera preciso repetir las elecciones para ver si hay desempate entre los rivales históricos, los exconvergentes y ERC.
Cuando más tienen la oportunidad de demostrar lo importante que es hacer política y llegar a acuerdos más demuestran qué poco saben de ello. Se olvidan de que se les paga para eso. Un panorama que desespera y decepciona. Las urnas han hablado y depositaron su confianza en Salvador Illa, Pere Aragonés y Laura Borrás, por este orden. Aragonés estaba en disposición de decidir si se casaba con Illa o con Borrás –bien con Puigdemont que sigue mandando y mucho desde la distancia- y ha elegido Borrás. O sea, ha elegido la misma pareja de baile que dio por fracasada Quim Torra en enero del año pasado. Por primera vez en la Historia, Cataluña se quedó sin presidente, al ser inhabilitado por un tribunal. Por primera vez en la Historia hay en esta comunidad un gobierno en funciones durante tanto tiempo, con una sociedad tan fragmentada y dividida entre los que quieren independencia y los que no, con una división social y hasta fractura familia, muy preocupante. Esto llega al hartazgo más absoluto, como la pandemia y las ganas de acabar con esta pesadilla.
Prosigue la disputa entre Junts y ERC por conseguir el carnet de mejor independentista mientras que ERC podría haber elegido al PSC para cambiar el rumbo. La campaña se ha acabado, ahora toca gestionar
Por primera vez en la Historia se presenta por dos veces un candidato a ser investido presidente y no es elegido. Santa paciencia la de Aragonés, que por primera vez en la reciente historia de ERC le ha ganado a Junts y a Puigdemont. Prosigue la disputa por conseguir el carnet de mejor independentista entre Junts y ERC mientras que ERC podría haber elegido al PSC para cambiar el rumbo. La campaña se ha acabado, ahora toca gestionar y gobernar lo público. No sé si entienden bien lo que supone aquello del servicio público. Agotan los plazos para constituir el nuevo Parlamento, agotan los plazos de la primera y segunda investidura, lo agotan todo, hasta la paciencia de cualquier ciudadano. Ahora tienen hasta el 26 de mayo para ponerse de acuerdo; si no, volveremos a votar, que parece que es lo único que les importa a nuestros políticos, que votemos porque de gestionar más bien poco.
El mismo bucle de siempre
“Poner los pies en el suelo” pedía Aragonés en su primer discurso de investidura en la Cámara catalana. "No perder el tiempo”, insistía en su primer discurso y en el segundo. La sensación de pérdida de tiempo en Cataluña no es de ahora, llevamos una década, si no más, de tiempo perdido o tiempo muerto. Sin vía de salida, seguimos en el mismo callejón, el mismo bucle de siempre el de cómo vamos a llegar a ser independientes y para ello no hay un camino único.
El cantante Pau Donés, que nos dejó hace unos meses, decía que “vivir es urgente”. Así es, vivir es urgente y también nos lo ha demostrado la pandemia, el estar confinados y alejados de nuestros seres queridos, el perder a un familiar, el ver cómo se ha cebado el virus con los más débiles, vivir es urgente como lo es gobernar y gestionar porque de ello también dependen nuestras vidas y nuestro bienestar, aunque a veces no lo parezca.
Es vital conseguir estabilidad política. Un gran barco, una gran tierra, con gran potencial, con mejor gente sea o no independentista, merece ser conducido de una vez a buen puerto, merece dejar de estar encallado de manera permanente, depende de todos. Dejemos de perder el tiempo, gestionemos, avancemos que la vida se va sin darnos casi cuenta y poco o nada merece la pena más que vivir, vivir feliz. Seguimos, con mascarilla siempre y con prudencia.