Día negro para el PP. El pasado, dicen, siempre vuelve para ajustar cuentas, y más si en el armario hay tantos cadáveres recientes y en Anticorrupción, unos fiscales dispuestos a no soltar la presa.
Dolores de Cospedal y su marido, Ignacio López del Hierro, han sido finalmente imputados por el espionaje a Luis Bárcenas, que a estas alturas ya no sabemos si es el famoso “Luis el Cabrón” de las anotaciones o, simplemente, "Luis sé fuerte”. Pero lo que sí está claro es que es el peor dolor de cabeza para el PP actual y la puerta de escape para Pedro Sánchez cada vez que se le ponen feas las cosas.
Solo unas horas después de que el líder del Polisario fuera reenviado a Argelia y Marruecos amenazara con multiplicar la crisis en las fronteras de Ceuta y Melilla, el caso Bárcenas reaparece para ocupar las portadas. Al menos por unas horas.
Cospedal, la secretaria general todopoderosa de Mariano Rajoy –con el permiso de Soraya Sáenz de Santamaría, que ahora debe estar acariciando un gato sobre su regazo mientras sonríe al ver las noticias- ha sido finalmente imputada. Su marido también: ese perejil de todas las salsas populares, presente (sin cargo orgánico oficial alguno) en todos los actos públicos y privados del PP marianista con el beneplácito y el ‘laissez faire’ de Rajoy.
El PP de Aznar, también
Pero no solo el PP marianista pasa por el banquillo, también el aznarista. Para completar el miércoles negro para los populares, Rodrigo Rato, el hombre del milagro económico de José María Aznar, que hace nada salía de la cárcel después de pagar por la primera de sus condenas, vuelve al banquillo: deberá explicar el origen de su fortuna. En Génova, dicen, hoy se jura y se blasfema: “¡Así, no hay manera¡”, se quejan.
Día negro para el PP. El pasado, dicen, siempre vuelve para ajustar cuentas, y más si en el armario hay tantos cadáveres recientes y en Anticorrupción, unos fiscales dispuestos a no soltar la presa
Cuando las encuestas hablan del cambio de ciclo, cuando el Gobierno se pierde en la peor crisis diplomática con el vecino del sur y unos indultos rechazados por la mayoría de los españoles, vuelve el pasado de la corrupción y el fru frú de las togas a perseguir al PP. La pena del telediario se proyecta, una vez más, sobre Casado, por mucho que se insista en que este PP no es reo de sus padres y abuelos.
Génova está en venta, pero por mucho que se cambie de sede, mientras haya un Bárcenas o un Villarejo dispuesto a hablar y un fiscal –“¿La Fiscalía de quién depende? Pues eso…”- presto para investigar, el PP actual deberá pagar las penas de imagen por la corrupción del pasado y los cadáveres en su armario. Y el Gobierno actual encontrará, al menos por unos días o unas horas, distracción para sus muchos errores. Hasta la próxima.