La alcaldesa podemita de Madrid, Manuela Carmena, demostró su buenismo izquierdista con el celebrado eslogan, colgado en gran formato en la fachada del Ayuntamiento, que daba la bienvenida a los refugiados. Por supuesto, existe una obligación no sólo humanitaria, sino dictada por el derecho internacional, de acoger a aquellos extranjeros que huyen de la guerra, de desastres naturales a gran escala o de la persecución política o religiosa. Sobre este punto no hay discusión, salvo que se practique la xenofobia fanática. Ahora bien, para auxiliar a personas en tan penosa situación los Estados aplican procedimientos reglados sujetos a disposiciones legales y a tutela y control gubernamental y judicial. El que llega a una frontera en tal situación solicita asilo formalmente y se ajusta a lo previsto por la normativa para estos casos. España recibió en su momento a miles de exiliados que escapaban de la amenaza de la dictadura militar argentina y alberga ahora a una gran cantidad de venezolanos amenazados por la tiranía criminal de Maduro, aunque los ejemplos son abundantísimos y la lista de éxodos de supervivencia sólo en este siglo y el pasado a nivel global es trágicamente larga.
Este fenómeno no tiene nada que ver con el desfile de cayucos repletos de emigrantes, en un alto porcentaje hombres jóvenes y saludables, que acuden a nuestras costas en busca de mejores oportunidades y condiciones de vida, deseo comprensible y respetable, pero materializado por su parte de forma ilegal y contra las preferencias de una abrumadora mayoría de españoles, especialmente si viven en Canarias, Ceuta, Melilla o Baleares. Los problemas generados por semejante alud de gentes llegadas sin nuestro consentimiento, en ocasiones de manera violenta -que se lo pregunten a los agentes de la guardia civil que vigilan los límites de nuestras dos plazas de soberanía en el norte de África- son de evidente gravedad. Hay que proporcionar alojamiento, manutención, atención médica y escolarización si se trata de menores, a decenas de miles de individuos cada año que nos imponen su presencia forzada sin que nadie les haya invitado. En la actualidad los residentes de origen no nacional en España son ya en números redondos un diez por ciento de la población y, al ritmo anual al que vamos, con setenta, ochenta o cien mil nuevos huéspedes en nuestro territorio, simplemente el coste material de tal carga está adquiriendo un volumen alarmante que puede poner en riesgo nuestras cuentas púbicas y colapsar nuestros servicios, por no mencionar la posibilidad de que en el futuro los relatos distópicos de Houllenbecq o las lúgubres advertencias de Camus pasen del espacio de la ficción inquietante o de la profecía apocalíptica al de una sobrecogedora realidad. Además, no es necesario ser un lince para comprender que no es lo mismo permitir la entrada a un médico colombiano o a una cuidadora boliviana que a un subsahariano. Por obvias circunstancias de cultura, religión, historia y mentalidad hay grupos étnicos cuya integración pacífica es más fácil que la de otros.
Los políticos, no se puede esperar de ellos otra cosa, utilizan tan flamígera polémica como arma arrojadiza contra sus adversarios sin caer en ningún instante en la tentación de sentarse en una mesa para intentar buscar soluciones razonables
Según el CIS, la inmigración irregular es el cuarto motivo de preocupación de la ciudadanía española cuando hace tres meses era el décimo séptimo y pronto, vista la evolución del asunto, ocupará el primer lugar. Como es lógico, un tema tan sensible en manos de demagogos o alarmistas interesados provoca intranquilidad, desorden y violencia. Los recientes disturbios en el Reino Unido nos han mostrado hasta qué punto la cólera ciudadana se desborda en un clima social exasperado. Los políticos, no se puede esperar de ellos otra cosa, utilizan tan flamígera polémica como arma arrojadiza contra sus adversarios sin caer en ningún instante en la tentación de sentarse en una mesa para intentar buscar soluciones razonables cooperando lealmente. La pasividad y la inoperancia del gobierno de Pedro Sánchez augura lo peor para el segundo semestre del año en curso.
En este contexto desolador, la pregunta clave es cuál es el camino para afrontar este desafío. Todo el cuento de actuar en origen invirtiendo en los países emisores para generar empleo y prosperidad que hagan poco atractiva la arriesgada aventura de la emigración, no tendrá efectos a corto plazo y dada la naturaleza de los sistemas políticos en aquellas latitudes, eso cuando no son fallidos, todo el dinero que se inyecte puede acabar en cuentas en paraísos fiscales de los jerarcas locales. Además, las mafias de tráfico de personas y las ONGs que se lucran de este comercio infernal engrasan debidamente a las autoridades que deberían combatirlo para poder desenvolverse con las mínimas trabas. Desde esta perspectiva, el periplo de Sánchez por África no tendrá mayores consecuencias prácticas más allá de su propia promoción personal.
Ante la imposibilidad de hundir las pateras por indiscutibles razones éticas o de repatriar en caliente por impedimentos legales y porque los emigrantes irregulares carecen de documentación, sólo queda un método de luchar eficazmente contra esta pseudoinvasión y consiste en neutralizar a las mafias del sector destruyendo su logística en las costas de partida de los cayucos, desmantelando sus redes, cegando sus canales financieros y encarcelando a sus dirigentes. La Unión Europea dispone de los medios materiales y humanos para llevar a cabo esta tarea. Si un presidente con determinación y sin complejos ha triturado en un tiempo muy corto al crimen organizado en un pequeño país centroamericano, qué no podrá hacer la región más rica y desarrollada de Occidente frente a una cuadrilla de delincuentes que operan en zonas empobrecidas y vulnerables. Si esta estrategia choca con los gobiernos de los estados afectados, mala suerte para ellos, que o bien no son capaces de limpiar su casa de criminales por no disponer de los recursos necesarios para esta labor o bien se abstienen de acometerla por motivos nada edificantes. Una fuerza aeronaval europea potente desplazada al litoral de África septentrional y occidental necesitaría unos pocos meses para arrasar las infraestructuras de las bandas dedicadas al tráfico ilegal de emigrantes, pero por desgracia las elites políticas comunitarias carecen de la voluntad y del cuajo requeridos para una acción firme de este tipo. Gran parte de los males que nos afligen a los europeos derivan de la pusilanimidad, el cortoplacismo y la mediocridad de unos gobernantes de tercera división.
JaimeRuiz
La inmigración ilegal cuenta con más recursos que los cayucos y pateras, se llega a nado a Ceuta o se entra por Barajas. Seguro que sería más barato y lógico poner en el código penal el delito de estancia ilegal con penas relativamente severas y si hace falta cárceles en el extranjero. Eso disuadiría a los invasores. La solución lógica es el desarrollo de esos países, pero de eso ya se encarga China. La misma frivolidad y aun vulgaridad que impiden hacer nada efectivo contra la colonización africana impide colaborar en negocios viables que convinieran a la gente de esos países.
Ibero
La inmigración es un NEGOCIO como otro cualquiera...todo está CONSENTIDO por la banda política haragana. Me recuerda los puntos de venta de la droga y sus vendedores...TODO el mundo lo sabe y sabe quienes son... menos la policía...qué casualidad
k. k.
Compara usted a un médico colombiano con un subsahariano. Pero también podría comparar a un miembro de una mara salvadoreña con un jeque árabe. Se da la circunstancia que estas dos realidades se dan en nuestro país. La calidad de la inmigración no depende del país de donde uno viene, ni siquiera de su formación o de su nivel económico, sino de su vertiente legal o ilegal. A fin de cuentas, España necesita a los que recogen las verduras de Murcia (aunque no necesariamente 250.000), y también a los que cuidan a los ancianos. No tenemos suficiente mano de obra y el inmigrante es necesario (paradójicamente, porque el paro es elevadísimo, esto sí es curioso). Lo que está claro es que no necesitamos la basura. Y los primeros que no quieren basura en España son los inmigrantes legales, ni los unos ni los otros, ellos son los primeros perjudicados. El partido que usted ayudó a fundar lleva mucho tiempo defendiendo estas ideas tan simples y tan sencillas. Algún día nos explicará por qué les dio la espalda.
Robespierre
Hombre, Alejo, si los refugiados son nazis sí que habrá que darles la bienvenida, que para eso son de los nuestros.
dirbal
Deje de opinar cinico,.
1961chesterton
!! sr alejo , un placer , siempre es mejor prevenir los problemas ? , europa no esta gobernada por patriotas europeos , mas bien por " traidores bobos e inutiles " , los remedios en el futuro , seran dolorosos !!
Elfrutero
Aleix...
Incandescente
Pregunta a tu antiguo/nuevo partido qué hizo, el que se supone el mejor presidente de la democracia y el mejor ministro de interior..., cuando empezó el problema de la inmigración???? Amedrentarse, barajarse los pantalones y ceder a una campaña crítica (no mayoritaria, sólo en los medios que el mismo PP subvencionaba, no se puede ser más idiota) por la expulsión de unos negros con haloperidol. Luego Aznarín puso a Pumentel, otro ilustre pastelero y redactó una ley que hoy firmaría Podemos. Posteriormente Mariano legalizó cientos de miles con un bonobús como justificante y no cambio nada, lo de siempre con el PP De esto hace muchos años y yo me acuerdo perfectamente, lo he venido criticando y supe que llegaríamos a este punto.
Dr. Who
Camino de servidumbre.
Talleyrand
Decía hace dos días Martin Varsavsky (@martinvars) en X que no entendía a un país con un paro del12% de la población que su presidente hiciera un llamamiento para traer 250.000 nuevos inmigrantes. Sinceramente yo tampoco lo entiendo.
Pontevedresa
No hay el menor interés en solucionar el enorme problema de la inmigración ilegal de miles de personas que todos los días entran por tierra, mar y aire. Mientras que hay tantas necesidades para nuestros ancianos, pacientes de ELA, minusvalías, que no están atendidas, estamos dedicando ingentes cantidades de dinero en pagar hoteles, Cief para los que ilegalmente entran en nuestro país. Estos es ya insufrible. ¿Qué favor les hacemos a miles de hombres solos, sin mujeres, sin medios, sin preparación, soltándolos en la calle y dejándolos a su suerte?.
Alexander
1º- Las mafias que obtienen beneficios transportando a inmigrantes no existirían si no hubiera personas dispuestas a pagar para subirse a los cayucos, luego la raíz del problema no son las mafias sino la marea humana de africanos que, por muchas razones, tienen la intención de trasladarse a las Islas Canarias y de allí al continente europeo 2º. Los barcos de las ONG que recogen a los inmigrantes que salen de las costas de Libia y de Túnez para trasladarles hasta puertos de Italia deberían haber sido incautados por las autoridades italianas desde hace años pero falta la voluntad política necesaria para tomar medidas contundentes 3º. Los barcos de las armadas europeas no tienen derecho a entrar en las aguas territoriales de los paises del Africa Occidental para destruir a los cayucos que están en las playas esperando transportar a inmigrantes. Lo que sí se puede hacer, si existe voluntad política, es defender las aguas territoriales de los paises europeos (en el caso de España las aguas que rodean las Islas Canarias, las Islas Baleares, y las costas de Andalucía y de Murcia) mediante patrulleras guardacostas para impedir que cualquier embarcación, grande o pequeña, que tenga la intención de transportar inmigrantes hasta las costas españolas lo consiga, sin utilizar las armas salvo en casos de defensa propia. Eso es lo que esta haciendo Australia desde hace años y cumpliendo las normas del Convenio de Naciones Unidas sobre el Derecho Marítimo.
sergioabelleira
A lo mejor había que facturar directamente a los subsaharianos a París. Sí. Francia controla la política monetaria de los países del Sahel. También sus recursos naturales, explotados previa coima a diversos dictadorzuelos para que mantengan el "orden" en sus territorios. Los fondos internacionales de ayuda al desarrollo terminan en cuentas opacas de paraísos fiscales. En definitiva, un inmenso carajal a mayor gloria de la grandeur de las empresas galas, participadas en gran medida por el Estado. Lo dijo con su valentía habitual la sin par Meloni, que tomó medidas y redujo en un sesenta por ciento la inmigración ilegal en Italia. No tuvo que ir a hacer una ridícula gira por Mauritania y países limítrofes para ello. A buen entendedor...