2014, ese fue el año en el que comenzó todo.
2014, recuérdenlo siempre.
2014.
La primera noticia llegó, como casi siempre, desde el PSOE de Jaén, una provincia que ha criado militantes recios y eficientes desde la noche de los tiempos para los socialistas:
-“Oye César, esto da mucho miedo, están reapareciendo por las agrupaciones tipos que no pasaban por aquí desde la noche de los tiempos, antiguos alcaldes, concejales y diputados muy mayores que van diciendo que el PSOE tiene que girar a la izquierda y que por eso van a votar a Pedro Sánchez”.
Corría el año 2014 como ya les he dicho y mi sorpresa fue mayúscula, no solamente por esa reedición de un “walking dead” jienense sino porque alguien tuviera la osadía de juntar en la misma frase la palabra “izquierda” con Pedro Sánchez, un oscuro y triste aparatchik de la escuela ferraciana no especialmente proclive a la lectura ni dotado para el pensamiento abstracto.
El PSOE se encontraba en medio de sus primeras primarias abiertas, un proceso que enfrentaba a Eduardo Madina y al ínclito Sánchez.
Sánchez en ese momento había sido presentado como la opción moderada, centrista y cabal recibiendo el aval público de personajes singularmente conservadores y siniestros como Francisco Marhuenda que actuó como mamporrero de un auténtico portaaviones mediático y empresarial del que formaban parte televisiones, radios, prensa y operadores políticos con muchas horas de servicio en las peores cloacas del estado frente a un “radical” (sic) Eduardo Madina.
Dos congresos decisivos
La tormenta perfecta para el socialismo democrático español estaba a punto de producirse, pero para observarla en su totalidad es necesario que retrocedamos hasta dos congresos ya míticos para la socialdemocracia moderna, el de Bad Godesberg del SPD Alemán en 1959, y el XVIII congreso del PSOE en 1979, el primero en España después de la dictadura franquista.
Con 20 años de diferencia, socialdemócratas alemanes y españoles entendieron que la única forma eficiente de que sus partidos se convirtieran en instrumentos efectivos para la transformación de sus países y mejorar la vida real de los ciudadanos reales de sus territorios era renunciar al marxismo.
En ambos partidos se produjo un intenso debate del que salieron ganadoras las opciones moderadas. Ambos partidos se transformaron, tras estos duros congresos, en la gran palanca de transformación de sus sociedades, convirtiéndolas en más justas, más iguales y más democráticas.
Marxianas y posmodernas
En ambos procesos algunos cuadros, básicamente pequeñoburgueses y presos de las modas, antes marxianas después posmodernas, tras demostrarse en minoría, se quedaron al margen de esta transformación, y en ambos casos fueron utilizados como excusa por las fuerzas reaccionarias de cada país, llámense comunistas, llámense de extrema derecha.
En ambas organizaciones, una visión clara de su misión histórica de transformación social se antepuso a cualquier veleidad infantil y/o populista, dando lugar a medio plazo a la eclosión del mayor espacio de libertades nunca construido por el ser humano: la unión Europea.
Pues bien, en 2014, treinta y cinco años después del XVIII Congreso que dio lugar al primer PSOE ganador, transformador y de mayorías, unos cuantos señores tan mayores como acomplejados y llenos de cuentas pendientes con ese partido y unas cuantas señoras tan entusiastas como desconocedoras de los estatutos y la historia del PSOE, decidieron que el mejor camino para convertir a la socialdemocracia española en irrelevante era entregar el poder a un equipo de aventureros sin más ideología que sus traseros encabezados por Pedro Sánchez.
2014, ese fue el año en el que todo cambió, el año en el que los viejos perdedores del XVIII Congreso del PSOE y sus herederos decidieron tomarse cumplida venganza y convertir al partido que fue capaz de transformar España en una organización políticamente irrelevante.
2014, ese fue el año.
2014.