Opinión

¿Sueña Lobato con presidencias eléctricas?

Hasta ahora la estrategia le ha funcionado pero este es otro tiempo

  • Juan Lobato en su declaración en la Asamblea de Madrid -

Einstein afirmaba “A veces siento que estoy en lo cierto, aunque aún no sepa que lo estoy”. Es una curiosa sensación, intuir que algo acerca de lo que no tienes comprobación empírica pero que ahí está, rondándote la cabeza con la fuerza que tienen los análisis que no lo son pero calan hondo. Me sucedió esto cuando ayer, tras la comparecencia escueta, sin ornato, brevísima y fugaz de Juan Lobato, me dije si no podría ser que el dirigente socialista madrileño le estuviera echando un pulso a Sánchez. Porque afirmar que en el PSOE hay compañeros suyos que lo están linchando es, tal y como tiene Sánchez a su partido, una declaración de guerra en toda la regla.

Santos Cerdán le ha respondido con un lapidario “Que diga quienes le linchan”. Es una invitación peligrosísima, del mismo calibre que retar al señor Aldama a que cuente lo que sabe, o reprochar a Ábalos sus relaciones personales. El sanchismo ha ido sembrando un campo de minas y se ha caracterizado por la frialdad de meter en él a propios y extraños, sin importarle quien pisaba el explosivo, fuese de los suyos o no. Porque Sánchez no conoce más piedad que la experimentada hacia su propia persona. El “Yo estoy bien” es la demostración de lo poco que le importamos el resto de la humanidad. Hasta ahora la estrategia le ha funcionado pero este es otro tiempo. Muchos de los que estuvieron a su lado y conocen los secretos del autócrata monclovita están en disposición de contárselos a un magistrado. Y como mucha de esa información presumimos que no es favorable ni bonita para el presidente, la ecuación es otra. ¿O ustedes creen que cualquier dirigente del PSOE habría dicho y hecho lo que Lobato hace un año, dos o tres? ¿Quién comparecería ante los medios para afirmar que hay dirigentes socialistas que pretenden su linchamiento? Ni Page en sus mejores momentos llegó a tanto.

El primero, y ya lo he escrito en esta casa, es que los Soros y demás consideran a Sánchez como un muñeco roto y, por lo tanto, amortizado

Así que me he puesto a pensar y como nunca he creído en las casualidades, y menos en política, he considerado algunos elementos. El primero, y ya lo he escrito en esta casa, es que los Soros y demás consideran a Sánchez como un muñeco roto y, por lo tanto, amortizado. No es un tema menor. Creemos que a los que mandan los elegimos nosotros y nada más lejos de la verdad. Quienes detentan el poder real no deben su posición al sufragio de los electores. Pero esa sería otra discusión. El hecho de que a Sánchez se le vea como acabado por quienes le han sostenido se une al desastre en el que está la política nacional, sumida en un desbarajuste de pésima gestión, choque de incompetencias – digo bien, incompetencias – con las autonomías, leyes delirantes y una fractura social que si no ha ido a más es porque los españoles no desean un enfrentamiento civil. Con un partido en el que solamente caben aduladores, medianías y amigotes, si gana la derecha en las próximas elecciones difícil les será a socialistas y a quienes han vivido agarrados a su ubre como separatistas, comunistas y bilduetarras volver a degustar las mieles del poder.

El sistema es muy listo. Y previsor, antes que nada previsor. Así pues, ¿quién nos dice que no está buscando ya a alguien que pueda presentarse ante el electorado con la cara limpia diciendo que se negó a aceptar una ilegalidad con el tema del hermano de Ayuso, que denunció en rueda de prensa las presiones internas socialistas, que es honesto y, además, un fiero opositor de la derecha y le planta cara como buen izquierdista que es? ¿Sería ésta la ocasión para el lavado de cara que precisa esa socialdemocracia que renegó del felipismo y prefirió volver a los funestos años de Largo Caballero? Parafraseando a Philip K. Dick, ¿sueña Lobato con presidencias eléctricas? Puede sonar a ciencia ficción, pero…

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