Muy pocas veces se habla de que la industria farmacéutica, cuya producción está directamente dirigida a mejorar la salud humana y luchar contra enfermedades, es también una de las que más participa en dañar nuestras capacidades respiratorias. Y es que este sector es uno de los más sucios del planeta: los gases de efecto invernadero que produce esta industria son los equivalentes a 514 centrales eléctricas de carbón, según datos proporcionados por la ONG Healthcare Without Harm.
Por otro lado, según un reciente estudio científico al que ha tenido acceso Vozpópuli, los niveles de contaminación de los laboratorios farmacéuticos han crecido hasta tal nivel que a día de hoy, ya contaminan más que la industria del automóvil.
De acuerdo con el estudio -elaborado por dos ingenieros ambientales de la Universidad McMaster de Ontario, Canadá- las compañías farmacéuticas emiten un 13% más de emisiones de carbono que los fabricantes de coches, a pesar de contar con un mercado que es un 28% más pequeño. “Lo que más nos sorprendió a raíz de hacer el estudio es que la industria de la salud no es para nada saludable”, asegura uno de los autores, Lofti Belkhir.
Opacidad sobre sus emisiones
Uno de los principales problemas que existe a la hora de estudiar el sector farmacéutico es su opacidad, en parte motivada por el celo que rodea al desarrollo de nuevos medicamentos, donde el secreto comercial es esencial. No obstante, de acuerdo con el estudio, de las más de 200 compañías farmacéuticas que escogieron como muestra, sólo 25 de ellas han informado de manera consistente sobre sus emisiones de gases de efecto invernadero.
En el informe, para asegurar un análisis eficiente, han comparado las empresas de tamaño similar, es decir, las más 200 más grandes, entre las que se incluyen Roche, Novartis, Johnson & Johnson, Eli Lilly o Pfizer, entre otras.
Estiman que la media de las emisiones es de 48,55 toneladas de dióxido de carbono por cada millón de dólares producido. Esta cifra es un 55% mayor que la registrada en el sector de la automoción, donde la cifra es de 31,4 toneladas por millón durante el mismo periodo de tiempo.
Si el sector sanitario mundial fuera un país, sería el quinto emisor de gases de efecto invernadero más grande del planeta.
En total, el sector farmacéutico emitió un total de 52 megatones de dióxido de carbono durante 2015 -el año en el que se llevó a cabo el estudio- en comparación con los 46.4 megatones de la industria automovilística.
¿Falta de vigilancia?
Los motivos que explican estos niveles de contaminación por parte de la industria farmacéutica son varios. Por un lado, se trata de un sector que en los últimos 10 años ha sufrido un ‘boom’ extraordinario, fomentado por los avances tecnológicos y el aumento de la demanda. Su extrema regulación en materia de garantías sanitarias, por otro lado, hace difícil que reduzca su nivel de desperdicios, ya que trabaja con materiales complicados de reciclar.
Por otro lado, las políticas medioambientales destinadas a la reducción de las emisiones siempre han estado tradicionalmente enfocadas a industrias consideradas más contaminantes, como es el caso de la automoción, la producción de energía o la explotación de recursos naturales como el petróleo o la minería.
No obstante, la huella medioambiental de la industria farmacéutica se está convirtiendo en un gran problema. De acuerdo con datos facilitados por la ONG anteriormente citada, si el sector sanitario mundial fuera un país, sería el quinto emisor de gases de efecto invernadero más grande del planeta. De hecho, se cree que su huella climática global es equivalente al 4,4% de las emisiones netas globales, el equivalente a dos gigatoneladas de dióxido de carbono.
En este sentido, según la organización, la Unión Europea es el tercer mayor emisor del sector de la salud, por detrás de Estados Unidos y China. Por otro lado, el 71% de las emisiones se derivan principalmente de la cadena de suministro de atención de salud a través de la producción, el transporte y la eliminación de bienes y servicios, tales como productos farmacéuticos y otros productos químicos, alimentos y productos agrícolas, dispositivos médicos, equipos e instrumentos hospitalarios.
Sí se puede
A pesar de lo que pueda parecer, esta emisión de gases contaminantes no está directamente relacionada con la facturación de estas empresas. De hecho, tres de las farmacéuticas más poderosas del mundo son también algunas de las que menos contaminan para su tamaño.
Para poder cumplir con las directrices marcadas por el Acuerdo de París firmado en 2015 sobre el cambio climático, el sector a nivel global tendría que reducir la intensidad de sus emisiones hasta un 60%. Muchas de las empresas más grandes ya están llevando a cabo grandes esfuerzos para reducir su huella ecológica.
De hecho, tres de las compañías líderes en el sector -Roche, Amgen y Johnson & Johnson- también son las que más han logrado reducir sus emisiones al mismo tiempo que disparaban sus beneficios. En particular Roche en 2015 veía como sus beneficios aumentaban un 30%, mientras que lograba reducir sus emisiones hasta un 19%. “¿Si se pueden alcanzar esos niveles por algunas, por qué no por todas?”, cuestiona Belkhir.