Hay cosas que marcan el año en las ciudades alemanas y sus mercadillos son una de ellas. Las ciudades en donde la historia todavía marca el ritmo cotidiano de sus habitantes saben que estas semanas de diciembre son el momento para disfrutar de la calle, de una Navidad donde las calles tienen un olor muy especial… Tópicos, pero con un ambiente festivo que hay que conocer.

Para muchos, visitar Alemania en esta época es como entrar en un cuento de Navidad. Para empezar, porque las calles están llenas de millones de luces que celebran el Adviento, por todas partes huele a dulces y ‘lebkuchen’, las galletas espaciadas típicas de estas fechas, y con el emblemático vino caliente especiado que llaman ‘glühwein’ -lo encontrarás en cada esquina-, no hace falta mucho más para entrar en calor.

Lo mejor de la arquitectura contemporánea alemana parece llevar en su ADN un gen de compromiso con el medio ambiente. Abundan en suelo germano edificios y espacios concebidos en el respeto del bienestar humano y medioambiental. Desde el BIQ de Hamburgo, el primer edificio que satisface sus necesidades energéticas a base de algas, hasta el Reichstag, que funciona en Berlín casi exclusivamente a base de energías renovables, Alemania cobija numerosos ejemplos de las innovadoras posibilidades que ofrece la arquitectura ecológica.