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Por qué Chanel se impuso a Rigoberta Bandini y a la presión progresista

El Benidorm Fest fue un éxito en varios sentidos. Primero porque tuvo audiencias notables, después porque encauzó la competición entre tres canciones dignas de representarnos en Eurovisión y, por último,

  • Chanel ganó para disgusto del bando cultural progresista, que la acusó de tongazo

El Benidorm Fest fue un éxito en varios sentidos. Primero porque tuvo audiencias notables, después porque encauzó la competición entre tres canciones dignas de representarnos en Eurovisión y, por último, porque la mortecina TVE logró revivir un poco (siempre tirando de archivo y de nostalgia de su gran pasado). El problema es que el sistema de votación escogido es muy propicio a teorías conspirativas. La mezcla de muestra demoscópica de oyentes, voto directo vía móvil y panel de expertos siempre va a generar suspicacias, especialmente cuando el voto popular difiere del de los profesionales.

¿Cuál es la solución? Seguramente unificarlo, en favor del voto popular o del de los especialistas, que conocen más a fondo lo que tiene posibilidades de triunfar en el festival. También asumir que el público televisivo vota muchas veces por motivos ajenos a lo musical (con lógicas de polémica tuitera o de reality más que de concurso de la canción). El jurado popular vive en entredicho desde 2008, cuando el esperpéntico Chikilicuatre -un troleo de autobombo de La Sexta- venció entre otros a “La revolución sexual” (La Casa Azul), uno de los grandes himnos del pop español reciente. Ni siquiera entonces se protestó tanto la decisión como esta semana, según recuerda este cronista de Vozpópuli..

Si se opta por un sistema como el actual, lo mínimo es hacer los datos públicos, para ver si a Tanxugueiras realmente las ha votado "el pueblo" o si han arrasado sobre todo en su propia comunidad, por el idioma en que cantan. Lo que está probado es que la empresa Toxo Telecom hizo una exitosa campaña por la que no cobraba los sms de sus clientes que votaran por las pandereteiras (campaña que también incluía a quienes prefiriesen llamar directamente por teléfono).

Otro ejemplo: el bar Invernadero de La Coruña invitaba a una caña por cada voto al grupo. "Se me ocurrió después de todo el tema del jurado (en la semifinal). La gente se indignó mucho y decidí que, como negocio, quería apoyarlas. Así que por cada SMS, una cerveza gratis”, explicó el dueño a Nius Diario. No sabemos cuántas iniciativas parecidas se celebraron a lo largo y ancho de Galicia sin que se reflejasen en los medios, pero está claro que su triunfo se percibía como cuestión de orgullo autonómico (o nacional, según orientación política).

Chanel cuestionada

La formación Galicia en Común ha decidido llevar al Congreso de los Diputados una serie de preguntas sobre la falta de transparencia en las votaciones. Por su parte, el BNG pedirá la comparecencia del director de RTVE para que aclare los criterios del jurado. Cientos de eurofans consideraron en Twitter que la victoria de Chanel fue un ‘tongazo’, pero no existen argumentos serios que lo respalden. El hecho de que una miembro del jurado hubiese trabajado con Chanel en el programa Tu cara me suena haciendo sus coreografías no prueba absolutamente nada (y además ni siquiera sabemos si la apoyó en sus votaciones). La tarde del domingo estuvo llena de especulaciones contra Gestmusic en redes, con acusaciones imprecisas e incluso inventadas en algún caso.

Rigoberta Bandini fue la más apoyada por Mediaset, mientras Taxugueiras jugaron la carta del idioma y el género fluido en la final

Si nos ponemos estrictos, el grupo que más hizo por autopromocionarse apelando a factores extramusicales fueron las gallegas Tanxugueiras, por ejemplo recurriendo al saludo ‘Todos, todas y todes’, dando las gracias en euskera y catalán y autoproclámandose candidatas de ‘La España inclusiva’. Se trata de una estrategia de seducción del voto 'indepe' y progresista que pone los méritos musicales en segundo plano (una lástima, ya que ellas podrían colocarlos por delante). Y también puede tener su coste. De igual modo, tampoco sabemos si el apoyo a Rigoberta Bandini de la ministra Irene Montero impulsó o lastró su candidatura (no hay que descartar lo segundo). La catalana disfrutó también del respaldo de Mediaset, que la llevó a sonar desde Sálvame hasta el documental de Rocío Carrasco, gestos agradecidos públicamente por la artista.

Europerreo comercial

Antes de la final, muchos daban a Bandini como ganadora segura. Su canción de estética hípster barcelonesa fue capaz de crear debate, sobre todo al proponer una nueva versión del chic condal, no basado solo en el esnobismo 'cool' sino en una oda a la maternidad (reforzada en su actuación por una imagen de vestido blanco y aire de himno religioso). El problema es que la estética hípster es un cadáver desde hace más de una década, excepto si eres un adicto Radio 3.

Columnistas y directivos 'progres' criticaron la elección de Chanel por elitista cuando sus secciones de Cultura han cerrado el paso sistemáticamente a la música popular de España y de América Latina

La decisión más razonable era escoger un tema de música urbana latina, apta para el 'europerreo'. Se trata del estilo que nos identifica en todo el planeta y que ha hecho grande al idioma español en las últimas temporadas, hasta el punto de que por primera vez un artista que canta en castellano se ha convertido en el más escuchado del planeta (hablamos, claro, de Bad Bunny). Tirar por el camino de Shakira y Beyoncé para Eurovisión tiene todo el sentido.

Una opción práctica y expeditiva hubiese sido mandar a Juan Magán por decreto-ley, pero con los métodos y candidatos disponibles la mejor de largo eran Chanel y su “SloMo”, una canción competente y pegadiza bien cantada y mejor bailada por su intérprete. Después de ver su actuación, podemos estar seguros de que enviamos un himno digno a Eurovisión, defendido por una artista cien por cien profesional (y con el empaque de haber llegado para quedarse).

No se sostiene la postura de varios medios progresistas criticando ferozmente la elección de Chanel. Columnistas y directivos clamaron en redes contra la canción ganadora (muchos de esos mensajes fueron luego borrados, cuando se denunció el ciberacoso a Chanel, que decidió abandonar Twitter). Opinaban que escoger "SloMo" había sido una decisión elitista contra el voto popular. La pregunta incómoda sale sola: ¿con qué criterios seleccionan los contenidos musicales las secciones de Cultura progresistas? Quien las lea sabe que suelen ser escaparates de militancia esnob, siempre desconectado de las preferencias populares.

En esos medios prima el criterio de los 'expertos' por encima de los artistas más escuchados. Por eso en El País se ha entrevistado más veces a Quique González y Los Planetas que a todos los reguetoneros de barrio juntos. Por eso en ElDiario.es cualquier artista de Malasaña tiene más espacio que Camela, Juan Magán y Daviles de Novelda. Por eso en el podcast Carne Cruda se sigue pensando que el rock alternativo de los 90 de EE.UU. es más innovador que Anuel, J. Balvin y Bad Bunny (pocas cosas han envejecido peor que la música hípster). En serio, ¿nos preocupa el elitismo cultural del jurado de Eurovisión? Igual es hora de mirarse al espejo, en vez de proyectar nuestras carencias en los demás. El triunfo de Chanel, pese a quien pese, ha sido lógico, razonable y muy buena opción para España.

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