Dijsselbloem no va a disculparse por decir que "los países del sur de la UE se gastan el dinero de Europa en copas y mujeres". No le hace falta. El holandés está en campaña para permanecer en la presidencia del Eurogrupo y lleva semanas desplegando todo su armamento pesado para vencer a su principal oponente en la batalla, el español Luis de Guindos. Sus últimas palabras no han sido mas que una ráfaga de disparos dirigidos a la cabeza de quien intenta moverle la silla a la cabecera de la mesa del Eurogrupo.
Las otras perlas de Dijsselbloem
No es la primera vez que a Mr Euro se le calienta la boca. Su primer tropezón fue en 2014 con unas declaraciones en que que daba a entender que su predecesor en el cargo, Jean Claude Junker, tenía serios problemas con el alcohol. Aquella acusación levantó ampollas pero la sangre nunca llegó al río. Tampoco con las numerosas faltas de respeto del holandés al Parlamento Europeo al que considera que no debe a rendir cuentas. Sus enemigos políticos recuerdan también como falsificó su currículum con un Máster en 'Business Economics' de la Universidad de Cork que nunca obtuvo, sencillamente porque dicho título no existe. El presidente del Eurogrupo sólo estudió en Cork dos meses durante una investigación sobre "Negocio alimenticio". Tropiezos como éste han llevado a algunos políticos europeos a presentar su dimisión, aunque no ha sido el caso de Dijjselbloem. el holandés tampoco dimitió cuando aseguró que el modelo del rescate de Chipre ( con impuesto a los depósitos de menos de 100.000 euros) sería imitado en próximos programas de ayuda a otros países. Aquellas declaraciones provocaron pérdidas de miles de millones de euros en las bolsas europeas en apenas una hora.
Una presidencia polémica
Hasta su nombramiento como presidente del Eurogrupo, Dijsselbloem era un político holandés desconocido de perfil bajo. Un socialdemócrata fanático de la austeridad alemana que sustituía en el cargo a un cristianodemócrata, Junker, que nunca estuvo de acuerdo en cómo Alemania obligaba a los países del sur a expiar sus pecados.
Dijsselbloem aterrizaba en la cabecera del Eurogrupo con una escasa experiencia como ministro de Finanzas en Holanda, una breve trayectoria como portavoz de la bancada laborista en el Parlamento holandés y alguna iniciativa política en la lucha contra los videojuegos sexistas y la apertura de puentes a la comunidad musulmana de su país. Un currículum tambaleante que, sin embargo, no fue un obstáculo para llegar a la presidencia del Eurogrupo y sortear las trabas que algún país le puso para ocupar un puesto desde el que se dirigen las reuniones de los ministros de Finanzas de la eurozona.
Ganó el holandés de apellido impronunciable, ganó Alemania que quería en la presidencia a uno de sus más firmes aliados en la doctrina pro austeridad y ganó Francia que se aseguraba a un socialista en un puesto clave para garantizar esa misma austeridad que estaba hundiendo las economías de los países del sur de Europa. El holandés fue designado por unanimidad, salvo por un país de la zona euro, España. Por primera vez en la historia de la institución la elección no fue unánime. Con Dijsselbloem casi todos ganaban pero alguno perdió. A la cabeza el ministro de economía español, Luis de Guindos.
El eterno enemigo de Guindos
Guindos siempre ha evitado criticar al holandés de forma abierta. Prefiere el tono frío y distante. El ministro de economía español siempre ha cuestionado indirectamente la continuidad del holandés tras los malos resultados de su partido. "Esto es un tema de legitimidad, de sentido común y estoy convencido de que tanto el señor Dijsselbloem como todos los demás aplicaremos el sentido común", señaló la semana pasada. El ministro de Economía español se ha quejado también de la ambigüedad de las normas para elegir al presidente del Eurogrupo. "He visto algunas que son más claras y menos evanescentes", ha denunciado. De acuerdo con estas normas, que además no son públicas, los candidatos a presidir el Eurogrupo deben ser obligatoriamente ministros de Economía de su país de origen. Pero no se aclara qué ocurre si el presidente deja de ser ministro una vez en el cargo. Esta es la laguna a la que Dijsselbloem se aferra para seguir en su puesto. Está decidido a continuar en la presidencia del Eurogrupo pese a la debacle de su partido (PvdA) en las elecciones holandesas y su previsible salida del futuro Gobierno de Mark Rutte. Esta semana ya ha dejado claro que su intención es agotar un mandato que caduca en enero de 2018. Una estrategia que bloquea las opciones de Luis de Guindos, considerado el favorito para sustituirle. El político holandés confía en que podrá contar con el respaldo de la mayoría de sus colegas para agotar su mandato.