La feria de ARCOMadrid transcurre en su cuarto día de puertas abiertas con la 'tranquilidad' entre los participantes de una edición que transcurre sin incidentes y en la que parece que se ha terminado la "moda pasajera" de ataques a obras de arte por parte de activistas climáticas a modo de reivindicación.
"No creo que ARCO sea un objetivo, buscan iconos más mediáticos", ha explicado en declaraciones a Europa Press el presidente del Instituto de Arte Contemporáneo (IAC), Adrián Piera, quien espera que ese tipo de protestas con el arte de por medio "haya sido una moda pasajera".
ARCO es una feria que, por ejemplo, el año pasado reunió un total de 75.000 visitantes y que, para esta edición, ha batido el récord de coleccionistas invitados, hasta 400, además de más de 200 profesionales. Más de 200 galerías participan en un evento cuya pieza más cara es una obra de Eduardo Chillida 'Sin título', que pesa 1,5 toneladas y tiene un precio de 3,7 millones de euros.
"Me resulta difícil aceptar que nadie que ame el arte defienda o acepte esta práctica por mucho que esté de acuerdo en concienciar sobre el cambio climático. No es la vía para llamar la atención", ha indicado Piera, director de la Galería Altarriba con sedes en Barcelona, Sitges y Vic.
Para Piera, este tipo de actuaciones "al final perjudica a todos". "Provoca rechazo a la causa y encarece los controles y sistemas de seguridad", ha lamentado. De esta misma idea es uno de los galeristas habituales de la feria, Íñigo Navarro (de Leandro Navarro), que ha cuestionado estas prácticas.
"Ha sido inquietante y angustioso, cuando empezaron a ocurrir esos ataques uno se preguntaba si podían llegar a dañar las obras de arte. Afortunadamente parece que ha pasado y no ha ido a más, pero es verdad que a nosotros nos puso muy nerviosos", ha apuntado a Europa Press el galerista.
"Gesto de mercadotecnia"
Uno de los galeristas que suele aportar a la feria artistas con obra controvertida es Miguel Ángel Sánchez, director de la galería ADN en la que uno de los 'fijos' cada año es Eugenio Merino --autor del 'Ninot' del Rey o de Franco 'congelado', además de la pieza de Picasso amortajado de este año--.
Por un lado, Sánchez ha afirmado que la "pretensión" de los activistas climáticos con estos ataques era "ser escuchados, algo que ya ha ocurrido". Pero, por el otro, censura este tipo de forma de protesta con el arte de por medio. "No acabo de ver cuál es el enlace con este sector, poniendo en riesgo de patrimonio, más allá de un gesto de mercadotecnia", ha lamentado.
Sin más actos vandálicos
En España, el último ataque a obras de arte ocurrió en el Museo del Prado el pasado mes de noviembre. La autoría correspondió a Futuro Vegetal, el movimiento autofinanciado compuesto por unas 100 personas y adscrito a Extinction Rebellion, que justificaba este tipo de actuaciones.
"No intentamos caer bien, no somos de estos ecologistas simpáticos. No nos importa caer mal. Si hay que hacerlo para generar cambio, hay que hacerlo", apuntaba en declaraciones a Europa Press el portavoz y cofundador del movimiento, Bilbo Basaterra, en relación con las reacciones producidas tras el acto vandálico en la sala de 'Las Majas' de Francisco de Goya. La organización ha seguido con actos de protesta los siguientes meses, pero ya alejados del mundo del arte: desde el restaurante Masterchef hasta el Congreso de los Diputados.
En concreto, los activistas de Futuro Vegetal, Sam, de 18 años, y Alba, de 21, se pegaron las manos a los marcos de los cuadros de 'La maja desnuda' y 'La maja vestida', y en la pared en medio de ambos pintaron el mensaje '+1,5º', todo ello en señal de protesta por la emergencia climática.