Maria Diordichuk preferiría retratar a su país “con clásicas imágenes pastorales”, según sus propios términos. Sin embargo, le ha tocado vivir tiempos convulsos. Además, está convencida de que el “arte tiene que estimular el pensamiento crítico de la gente y atraer la atención a los problemas importantes de la sociedad”. De ahí que se sintiera obligada a participar en la última revolución ucraniana cuando el pasado mes de enero tuvo noticias de los combates entre manifestantes y la policía antidisturbios a proximidad de la plaza del Maidán.
“Uno no podía estar en casa sin hacer nada”, dice a este magazine, aludiendo a una violencia en Kiev que costó la vida de al menos 104 personas, según las cuentas del Ministerio de Salud ucraniano. “Intenté estar en la primera línea todo el tiempo. Incluso cuando los enfrentamientos se recrudecían. Obviamente, no estaba allí por amor al arte. Estaba ayudando a los manifestantes como podía, logísticamente o haciendo lo que hiciera falta, por ejemplo, preparando cócteles molotov o aportando provisiones a compañeros”, cuenta esta pintora, también especialista en hacer tatuajes, collages y pinturas al óleo, entre otras cosas.
Con una vida como la suya, dedicada a la formación artística desde siempre -sus padres dicen que “nació con un pincel en la mano”-, esa implicación en las protestas acabó adoptando forma artística. Así, se la vio pintar en la plaza del Maidán y hacer bocetos en mitad de los choques entre manifestantes y antidisturbios. Quería presentar su “experiencia de primera mano sobre aquellos hechos políticos y ayudar a explicar la verdad sobre esos hechos a quienes no fueron testigos”, asegura. La decena de cuadros que se llevó de gira por Dinamarca, Finlandia, Suecia e Italia, entre otros países europeos, son, justamente, un particular testimonio de lo que fueron los peores días de las protestas en Kiev.
Cuadros pintados en plena calle
La calle Hrushevskogo, uno de los escenarios más significativos de la violencia desatada a principios de este año, aparece en dos de esos lienzos. Se trata de Mañana en Hrushevskogo, y Mañana, segundo día. Como la mayoría de sus trabajos, ambos los pintó a finales de enero, en plena calle, y muy a pesar de las gélidas temperaturas del invierno ucraniano.
“El único material bueno con aire frío es el acrílico, porque se seca rápido y permite trabajar sin interrupciones. No utilicé pinceles, pues mi única tentativa dejó un pincel congelado cuando trataba de lavarlo, por eso utilicé cuchillos de paleta”, explica. En sus obras se distinguen barricadas, llamas, banderas de Ucrania y revolucionarios anónimos. Además, “dominan los colores vivos porque era imposible mezclar colores complejos dadas las circunstancias”, añade la artista.
Maria Diorchuk usó cuchillos como paletas y colores vivos para retratar la violencia en las calles
Como miles de manifestantes, Diordichuk resultó herida durante las protestas. Y a punto estuvo de perder un ojo. “Me impactó una bomba lacrimógena en la cara. En ese momento sí tuve miedo. Porque, para el artista, la visión lo es todo, es un órgano clave. No se puede pintar siendo ciego”, afirma esta chica natural de Kiev. La perspectiva de perder parcialmente la visión debió ser algo duro para ella. Porque Diordichuk reconoce que no ha hecho otra cosa que pintar desde su niñez.
Su infancia la pasó dibujando, en lugar de estar con otros niños en la calle. En vista de tanta dedicación, sus padres la inscribieron desde los 14 años en talleres de prestigiosos artistas de su país, como Yuri Khimich, una de las figuras contemporáneas más relevantes en Ucrania. Completó su formación en la facultad de arquitectura y, revolución mediante, se forjó un nombre entre los muchos creadores que se han volcado con la causa patriótica de su país.
No obstante, Diordichuk y Second Front -el grupo de artistas que integra desde la revolución-, prefiere mantener las distancias con la guerra civil que vive su país al este. “Nos planeamos ir allí pero se hizo demasiado peligroso. Objetivamente nuestras posibilidades no nos permiten estar en una zona de guerra, no es para nosotros”, reconoce. “Pero lejos del frente hay mucho trabajo por hacer, como hacer colectas de dinero para el ejército” o “luchar contra la propaganda rusa”, añade, sin dejar de lanzar un par de dardos a la Unión Europea y su política con el vecino del este.
Diordichuk quiere que la UE actúe
“Me sabe mal el hecho de que para endurecer las sanciones a Rusia, los responsables de la UE tengan presenciar cómo se abate un avión de pasajeros lleno de gente inocente”, señala, aludiendo al vuelo de Malaysian Airlines, cuya destrucción en espacio aéreo del sureste ucraniano causó la muerte de 298 personas. “En Ucrania, estamos pidiendo ayuda a gritos, pero la UE pasa demasiado tiempo pensando, simplemente expresando su 'preocupación'”, estima Diordichuk.
Con la Comisión Europea recién nombrada, a esta artista ucraniana y al resto de sus compatriotas puede que todavía les quede mucho que esperar para ver a los responsables de Bruselas implicarse aún más en favor de la causa ucraniana. En cualquier caso, ella quiere encarnar con su trabajo “la nueva nación de Ucrania”, que consiste “en gente activa, trabajadora” y llena de “ideas patrióticas”.
Algo está pasando en Ucrania, y no sólo tiene que ver con el frente bélico del este. Puede que Diordichuk y compañía sean los más indicados para representar lo que bien parece una dolorosa reinvención nacional. Para ella, lo ocurrido durante y después de las protestas de la plaza del Maidán fue el “parto de la nueva Ucrania”.