El presidente del Real Madrid volvió a pasearse en las votaciones de la Asamblea General Ordinaria de club, pero tuvo algún enfrentamiento con varios de los 879 socios compromisarios que le pidieron explicaciones sobre las cuentas, así como algunas decisiones deportivas. Medio centenar de Ultras Sur se concentraron a las puertas del pabellón 9 de IFEMA para pedir la dimisión de Florentino Pérez con proclamas como "las manos de ACS, fuera del Madrid".

"Esa es una información muy interesada que sacan esos violentos que no me intimidarán y no podrán adueñarse del club como en otros países", dijo el presidente a un grupo de socios compromisarios en una de sus reuniones previas a la Asamblea General del club que se celebra este domingo en el IFEMA y para la que Ultras Sur ha convocado a sus miembros y simpatizantes para pedir la dimisión de Florentino Pérez.

Realmente, no son tantos los territorios europeos que afrontan una admonición independentista inminente: Flandes y Cataluña. Una llama que no se apagará tan fácilmente, debido al desenlace escocés en las urnas. Les sigue un País Vasco en ‘calma chicha’ y, muy de lejos, esa fábula llamada Padania. Córcega aspira a menos autonomía que la de las CCAA. Escocia preocupó tanto al PP que esta semana ha sido muy intensa para sus eurodiputados en Estrasburgo.

Marabilias habla con Maria Diordichuk, pintora ucraniana que se abre camino en el mundo del arte gracias a sus obras sobre la revolución de la plaza del Maidán. Pese a su juventud -cumplirá 28 años este otoño-, ya ha dado muestras en Europa de su talento retratando aquellas protestas. También ha probado su valentía. Durante lo peor de las manifestaciones, estuvo en primera línea, acompañando a esa generación que se jugó la vida entre barricadas para cambiar el orden establecido en una Ucrania todavía inestable y en plena guerra civil.

No ha sido un suceso netamente nacionalista fruto de una verdadera aflicción identitaria, sino consecuencia de una crisis que en Europa dura ya demasiado, y para la cual los gobernantes europeos no han sabido, o no han querido, tomar las decisiones correctas, porque hacerlo llevaba aparejados costes demasiado elevados para ellos y sus partidos.