Directores y escritores, un binomio complicado que se mueve entre el amor y el odio. Paul Auster, Graham Greene, Nabokov, F. Scott Fitzgerald o William Faulkner son sólo algunos de los novelistas que han tomado parte en la adaptación de sus historias al celuloide, algunos con bastante fortuna, como es el caso de Auster, quien le cogió el gusto al asunto y hasta llegó a escribir varias películas como Smoke, Lulu on the Bridge o Blue in the face e incluso llegó a aparecer en una: The music of chance.
En España, específicamente, el trabajo entre novelistas y realizadores ha dejado amargas y no pocas polémicas. Juan Marsé siempre ha considerado lamentable el trato que el cine ha dado a sus novelas. Hasta ahora, la culpa recae por completo sobre Vicente Aranda, pues ha sido él el responsable de las tres veces que una novela del escritor catalán ha dado el salto a la pantalla grande: La muchacha de las bragas de oro (1980), Si te dicen que caí (1989) y El amante bilingüe (1993).
Otro que salió espantado al ver lo que Aranda había hecho con sus historias fue Antonio Gala. Cuando el escritor leyó el guión de La pasión turca, justo antes de que comenzara el rodaje, dijo: “Es como un árbol sin hojas”. Una vez estrenada la película, Aranda y Gala mantuvieron una dura polémica que tuvo como escenario los platós de televisión, entre ellos el de Mira 2, moderado por Concha García Campoy. Según Gala la novela, que narra la aventura amorosa de una mujer casada después de un viaje a Estambul, había sido completamente malinterpretada.
Para polémicas las que mantuvieron el escritor Javier Marías y el productor Elías Querejeta en 1996 a raíz del estreno de El último viaje de Robert Rylands, dirigida por la hija del productor, Gracia Querejeta, y “basada libremente” en la obra Todas las almas. Querejeta fue obligado a indemnizar a Marías con seis millones de pesetas y a retirar de los créditos toda referencia a la novela y al autor.
El escritor Arturo Pérez-Reverte, uno de los autores españoles vivos cuya obra se ha adaptado mayor número de veces al cine (El maestro de esgrima, Pedro Olea; La tabla de Flandes, Jim McBride; Cachito, Enrique Urbizu; Territorio comanche, Gerardo Herrero; La novena puerta, Roman Polanski; Gitano, Manuel Palacios y Alatriste, de Agustín Díaz Yanes), asegura que la peor de todas fue la versión de La tabla de Flandes, basada en la historia de una joven restauradora de arte, quien, tras el famoso cuadro del siglo XV que muestra una partida de ajedrez inacabada descubre una inscripción oculta.
Otro que tampoco quedó muy a gusto fue Manuel Vázquez Montalbán. Su personaje Pepe Carvalho ha sido adaptado en las películas Tatuaje, de Bigas Luna; Asesinato en el Comité Central, de Vicente Aranda; Los mares del Sur, de Manuel Esteban y El laberinto griego, de Rafael Alcázar. Ninguno le gustó, jamás.