Ocurre siempre en estas fechas cercanas al día del Libro: la falsa idea de Cervantes y Shakespeare murieron el mismo día desata todo tipo de esotéricas suposiciones, casi todas fundadas en un error. Uno murió el 22 de abril de 1616 pero fue enterrado el 23. Para ese momento en España se utilizaba el calendario Gregoriano, mientras que Inglaterra se regía todavía por el calendario juliano, un sistema con alrededor de diez días de desfase, de ahí que la verdadera fecha de la muerte de Shakespeare sea más bien cercana al 3 de mayo de 1616. Ya, desde el punto inicial de la discusión, el asunto se complica.
Compartieron un siglo. Es cierto. Ambos entrañaron una sensibilidad moderna y luminosa. Sin embargo, a diferencia de lo que sostengan muchos, Miguel de Cervantes y William Shakespeare tienen más diferencias que semejanzas. No se trata de un asunto de talento o genio, sino del énfasis o la textura de la obra de cada uno. Además, claro, de las preferencias lectoras. Expertos como el académico de la RAE y escritor Félix de Azúa, responden con cierto escepticismo a una pregunta que no parece viable, ni siquiera pertinente. Para Azúa el tema es clarísimo: no son comparables.
Andrés Trapiello también ha contestado a la pregunta sobre cuál autor es mejor: si el español o el británico. Desde hace más de catorce años, Trapiello se dedicó a adaptar el clásico de Miguel de Cervantes al lenguaje de nuestros días. Lo publicó Destino: Don Quijote de la Mancha. Puesto en castellano actual íntegra y fielmente por Andrés Trapiello. Pocos escritores han otorgado tan viva atención al Quijote y a Cervantes como él. En 1993, dedicó una biografía al manco de Lepanto. En sus novelas Al morir don Quijote (Destino, 2004) y El final de Sancho Panza y otras suertes(Destino, 2014), ficcionó la vida de los personajes y se adentró en el texto. Javier Gomá, doctor en filosofía, ensayista y escritor, y Jordi Gracia, autor de la biografía La conquista de la ironía (Taurus), completan el grupo de expertos cuyas opiniones aparecen en el vídeo que acompaña esta pieza.
Hay muchas confusiones alrededor de ambos personajes y no pocas teorías inexactas sobre ambos. Miguel de Cervantes jamás oyó hablar del genio de Stratford-upon-Avon. Es poco probable que Shakespeare ejerciera influencia sobre él, aunque sí es factible que el español lo haya hecho sobre el británico. En muchas ocasiones se ha dicho que Shakespeare leyó la primera parte de El Quijote. El dato que sustenta esta hipótesis es la Historia de Cardenio, compuesta posiblemente entre 1612 y 1613, y que suele atribuirse a William Shakespeare y John Fletcher, con quien el dramaturgo firmó Enrique VIII y Los dos nobles caballeros. Conocido como El Roto de la Mala Figura, Cardenio aparece en las aventuras de la Sierra Morena andaluza de la primera parte del Quijote y en la que relata a Don Quijote y Sancho una historia de amor y desventura con una joven llamada Lucinda.
Tampoco llegaron a encontrarse. En la biografía de Shakespeare existe un periodo, en la década de 1590, en el que no se sabe qué hacía ni dónde se encontraba el inglés, lo que ha dado margen a algunos autores para fantasear con un posible encuentro entre ambos. Algunos hablan de un posible encuentro en Valladolid, en 1605, cuando una delegación inglesa visitó España para firmar la paz. Alguna bibliografía sugiere que la Compañía de Shakespeare podría haber viajado, pero no hay ninguna prueba documental de que Shakespeare estuviera con ellos. De ahí que la anécdota resultara tan jugosa para Anthony Burgess, quien dedicó un relato a ese supuesto encuentro o acaso también el dramaturgo y guionista Tom Stoppard, quien llegó a escribir el supuesto diálogo entre ambos.