En 2011, Álex de la Iglesia dirigió un anuncio de Campofrío en el que los cómicos más famosos del momento y otros nombres clásicos expertos en la risa rindieron homenaje al maestro de los humoristas: Miguel Gila. Ante la pregunta de Josema Yuste, frente a su tumba, acerca de cómo cambiar las cosas en plena crisis económica, sonó el teléfono y respondió Gila. "¿Es el enemigo? ¿Ustedes podrían para la guerra un momento?". El cómico se convirtió en el pegamento capaz de unir las dos Españas a través del humor y también en bálsamo en los momentos más duros. Ahora, una película narra la experiencia real que vivió Miguel Gila en la Guerra Civil española a partir de sus memorias.
El actor Óscar Lasarte debuta en el largometraje como protagonista de ¿Es el enemigo? La película de Gila, un "coming-of-age" del humorista que se vio obligado a madurar en el contexto más trágico inimaginable, en el que se vio obligado a disparar sin saber ni entender quién o qué era el objetivo, y del que salió vivo casi por azar. Alexis Morante es el responsable de la dirección de esta pelicula, que se estrena en los cines después de su puesta de largo en la pasada edición del Festival de San Sebastián. En Vozpópuli hemos hablado con el cineasta sobre este proyecto.
P: ¿Por qué resultó interesante explorar este momento de su vida?
R: Cuando me dijo mi productor que me leyera las memorias de Gila no sabía si iba a ser una aproximación más de documental o de ficción, pero al leerlas me di cuenta de que desconocía que él había estado en la Guerra Civil de verdad. Conocía su monólogo de la guerra, como todo el mundo, pues yo era niño en los 80, pero no sabía que detrás había una historia tan potente y que él contaba de una manera tan peculiar. En sus memorias él cuenta pocos capítulos de la guerra, pero lo que cuenta es muy impactante. Me vino a la cabeza la película de 'Diarios de motocicleta' y quise lo mismo: hacer un previo con Gila, contar de dónde viene todo -de la tragedia más grande que vivió España- y cómo el padre de la comedia mezcló la tristeza con el humor y así consiguió hacer uno de los monólogos más famosos de la historia. Al final, la historia es un "coming-of age" de un Gila de 18 años que se ve obligado a madurar porque tiene que ir a la guerra.
P: Si ha algo que logró Gila fue poner al país de acuerdo en algo tan banal como la risa.
R: Sí, y lo hizo en uno de los momentos más difíciles para el país. Ahora sigue estando de actualidad la polarización, las guerras desafortunadamente, pero en aquella época, hablamos de una posguerra de una España muy gris, militarizada, con el régimen franquista, destrozada, en las cenizas. Que Gila aparezca en el escenario como un hilo de luz, haciendo reír, arriesgándose, vistiéndose de militar y haciendo una parodia de algo tan español en ese momento como los militares y haciendo bromas de la guerra le podría haber salido mal, pero cayó de pie y le hizo gracia a todo el mundo, a cualquier persona de cualquier bando, de cualquier edad y a todos los niveles. Ese mérito es sobre todo por la inocencia de ese personaje y cómo hace cotidiano algo tan grande como una guerra, le dice al enemigo que llame más tarde porque es la hora del fútbol.
P: ¿Qué aportó Gila al humor y quién fue para los españoles?
R: Cuando hice Camarón: flamenco y revolución, le puse la película a muchos flamencos y esta a cómicos de toda España, jóvenes y no tanto. Todos terminan emocionándose. Es paradójico ver a cómicos llorar de emoción, y es porque Gila está considerado padre del humor. No solo por lo que significó -uno de los primeros en hacer stand-up comedy- sino por el riesgo que asumió, cómo abrió camino y fue pionero en hacer reír con cosas que están prohibidas o que superan los límites del humor, con algo que no tenía ninguna gracia, que era la guerra.
"Era capaz de reunir en la televisión a toda la familia entera independientemente del bando político o de la generación"
P: En este retrato de la guerra que se propone en ¿Es el enemigo? La película de Gila se pierde la solemnidad y aparece el absurdo, tan diferente a cómo se retratan los conflictos habitualmente en el cine, salvo excepciones.
R: Tenemos el ejemplo de Berlanga en La vaquilla en España o La vida es bella, de Roberto Benigni. Muchas veces las películas de la Guerra Civil hablan de bandos y de política, rememoran los tiempos desde un punto de vista, y nosotros queríamos hacerlo desde el punto de vista de Gila, es decir, del absurdo de la guerra. Describiría la película como antibelicista, de alguien que ha vivido la guerra y sabe contar que, con 18 años, cuando peor le venía, le tocó ir a una guerra a matar a gente que no sabía ni quiénes eran ni a qué representaban. De la comedia y del absurdo se pasa a la tragedia más absoluta.
P: Tal y como se plasma en esta película. Gila sobrevivió de manera fortuita.
R: Lo cuenta con mucha naturalidad en sus memorias: le fusilaron, pero lo hicieron mal. Te da un titular así y a partir de ahí piensas en qué quiere decir. Es algo muy trágico y es capaz de hacer humor cuando cuenta lo que hace, es sanar heridas.
P: Hay un eco en el presente y un guiño a la actualidad.
R: Cuando protagonizó el anuncio de Campofrío, en el que todos los cómicos le llevaban flores a la tumba, se le rendía pleitesía al maestro. Era capaz de reunir en la televisión a toda la familia entera independientemente del bando político o de la generación. Era el cómico transversal, que cae bien a todos y hace reír a todo el mundo.