El pasado 15 de agosto, festividad de la Asunción de la Virgen, me decidí a ver un clásico del cine español que transcurre justo en esos días: me refiero a El puente (1977), dirigida por Juan Antonio Bardem y protagonizada por un colosal Alfredo Landa. Hablamos de una película cañí de carretera, en la que un mecánico entrado en años se queda sin plan para un largo fin de semana -su chica le abandona por una cuadrilla más pija- y termina embarcándose a lo loco en un viaje en solitario a Benidorm, paraíso playero de los turistas europeos. El relato original es de Daniel Sueiro, periodista que destacó por sus retratos realistas de la sociedad tardofranquista.
El personaje que interpreta Landa es un alegre descerebrado que se niega a padecer el muermo de atender las relaciones familiares -no visita a su madre en el pueblo- y tampoco se integra en la célula comunista que organizan los jóvenes de su taller. Los suyo son las chicas, las motos y la comida, no necesariamente en ese orden. La película retrata la gélida soledad de quien no cultiva vínculo comunitario alguno, ni siquiera los favores vecinales más elementales (Juan se niega a reparar un utilitario con un familia lista para ir de viaje porque ya ha cumplido su jornada laboral, aunque eso signifique dejar a esos niños sin la excursión). ¿Qué nos dice esta película sobre nuestro presente? Un montón de cosas.
Mientras avanza la historia, con sus aventuras entre el Quijote y la generación beat, es normal imaginarse cómo se hubiera desarrollado esta misma situación en 2022. Landa no solo estaría frustrado por quedarse sin planes en un puente apetecible, sino que podría ver en Instagram las estampas idílicas de la chica que le ha dejado tirado junto a sus nuevos amigos ricos, las alegres escenas familiares de los compañeros del taller e incluso las fotos en bikini de cualquiera de las mozas que aspira a conquistar. Incluso tendría a su disposición visiones digitales de la lujosa vida de los señoritos extranjeros y nacionales que le humillan una y otra vez a lo largo de este clásico del cine español. Hoy percibimos El puente como un película triste y angustiosa, con unos pocos destellos de humor amargo, pero nuestra realidad actual mucho menos humana y llevadera.
Landa, Forocoches y los cambios sociales
Lo que cuenta la cinta es un proceso central para comprender los cambios del siglo XX en Europa. “Existe un modo de vida de clase trabajadora bien diferenciado, que yo al menos aprecio; no sólo porque me crié en él, ya que ahora en ciertos aspectos ahora vivo de otra manera. Creo que ese modo de vida, con su énfasis en la buena vecindad, las obligaciones mutuas y el mejoramiento común tal como se expresa en las grandes instituciones políticas e industriales de la clase trabajadora, es de hecho el mejor cimiento para la sociedad inglesa”, explicaba el crítico cultural Raymond Williams en 1958. La dura posguerra y la autarquía franquista lograron que estos vínculos durasen un par de décadas más en nuestro país, pero también se terminaron disolviendo con la llegada de la sociedad de consumo, como muestra magistralmente la película de Bardem.
¿Son espacios tipo Forocoches los últimos rescoldos del sentido comunitario perdido en España?
¿Ha sobrevivido algo de esos ‘vínculos de abajo’? Mi impresión es que poco o muy poco, arrasados como estamos por el individualismo y el narcisismo militante. En todo caso, durante esos mismos días en que veía la película, estallaba en redes una polémica a propósito del youtuber Borja Escalona, un egomaníaco empoderado cuya principal actividad parece ser humillar camareros, empleados del metro y cualquier otro trabajador de infantería que se cruce en su camino y el de su cámara. Que exista alguien así, con decenas de miles de seguidores en redes, es algo triste y revelador, pero también hay que celebrar la contundente reacción de rechazo que ha suscitado en millones de personas.
De entre todas las respuestas a los atropellos de Escalona, ha destacado la actividad que ha desplegado Forocoches, un espacio digital plebeyo con veinte años de historia. Desde sus páginas se ha conseguido que cierren alguna red social del youtuber, se ha hecho una colecta para enviarle una tonelada de estiércol y se ha intentado que un cantante con su mismo nombre le supere en seguidores de Internet (obviamente, esto último es lo que más puede doler a este personaje influyente en el mundo digital).
Aunque muchos no se hayan enterado, Forocoches es una web que ha demostrado de manera reiterada su enorme olfato social: anticipó la fuerza del fenómeno Podemos, también la fuerte subidas de Vox y en sus debates sobre música popular (techno, hip-hop, trap…) manejan información y enfoques más fiables que los que pueden encontrarse en la prensa cultural. ¿Son espacios tipo Forocoches los últimos rescoldos del sentido comunitario perdido en España? Personalmente, pienso que sí. Obviamente, no son los únicos y es poca base para un cambio social, pero nadie puede quitarles el mérito de posicionarse de manera firme en el lado correcto cuando cada día menos personas lo hacen.
JMentere
Hola. Me temo que no has visto la película, o si la has visto no te has enterado de nada. Por cierto, el destino de Landa es Torremolinos. La peli empieza pareciendo que es una peli del landismo, las suecas y demás y luego es otra cosa.
Hanio
Es que Griñán ni cogió ese dinero para él,ni se benefició de él.Además,Giñán es del PSOE y todo el mundo sabe que en España,el único partido que roba es el PP. Si es que parece que no se enteran ustedes...
CARLA
Para echar a Sanchinflas yo sólo confío en FOROCHES.