Cultura

Cinco libros para el puente y cinco sitios dónde leerlos

Taza a taza o caña a caña, en algunos casos; o también museo a museo…  o parque a parque…  el asunto está en que entre un folio y el siguiente no nos quedemos a medias. He aquí una recomendación de cinco libros para pasar el puente y cinco lugares para hacerlo.  

  • Zona de obras, de Leila Guerriero.

Modiano, dentro o fuera...

Entre las novedades editoriales hay muchas opciones, así que al mencionar un libro, también mencionamos su contrario o, por qué no, su complemento. Blackie Books acaba de publicar Catherine, la novela infantil de Patrick Modiano, ganador del Premio Nobel de Literatura 2014. Se trata, aseguran sus editores, de “una pequeña obra  maestra ilustrada por Jean-Jacques Sempé”  y en cuyas páginas se narra la historia de una niña que, obligada  a quitarse las gafas para bailar, descubre que  puede vivir en dos mundos paralelos y diferentes: el que ve cuando lleva las gafas puestas, y el mundo real.

Es una historia tierna que cualquiera adulto apreciaría –con o sin gafas-. ¿Por qué no leerlo en un espacio diáfano, acaso transparente? El claustro de los Jerónimos del Museo del Prado e incluso en los jardines del museo Reina Sofía (a este último se puede entrar de forma gratuita). A esta opción de lectura habría que sumar otras dos: Más allá del olvido, un triángulo amoroso tejido por Modiano –y que ahora publica Alfaguara- en el que coinciden (en un París invernal), un joven aspirante a escritor, un ludópata y una chica que desea viajar a Mallorca; la otra, claro, La hierba de las noches, la más reciente novela del Nobel 2014, publicada por Anagrama. Aunque, sin dudarlo, el lugar ideal para leer alguno de estos dos libros es el Café Bistrot del Instituto Francés en Madrid.

Mujercitas, en el siglo XIX

La conocida novela  de May Alcott, que cuenta las andanzas de las hermanas March - cuatro jovencitas que vivían en un pueblo de Nueva Inglaterra mientras la guerra civil hacía estragos en toda América-  vuelve en una coqueta e irresistible edición. En sus páginas el lector podrá conseguir el texto de la primera edición de 1868, con el añadido de muchos párrafos que se suprimieron en las versiones posteriores.  En tapa dura y con las hermosas ilustraciones de Rikka Sormunen, el libro –por sí solo- se convierte en una joya. "Un libro para redescubrir más allá de los tópicos y los prejuicios", así describe Elena Medel en el prólogo de esta nueva edición de Lumen. .El lugar ideal para leer este libro, o al menos comenzar a leerlo, no puede ser otro que el café del Museo del Romanticismo, un lugar ideal para sentarse a leer. El interior es el salón de té por excelencia y el jardín, un sitio del que no apetece marcharse.

Crónica y poesía, siempre  a solas

 Al recomendar un libro tenemos que hablar del otro. Y no importa que no compartan nada más que editor, pero –aunque no lo parezca- forman un díptico. Se trata de Zona de obras, un libro que reproduce casi todos los rasgos de su autora: intransigente, meticuloso, inflexible pero, eso sí, eficaz, elegante y demoledoramente poético. Se trata de una recopilación de los textos dedicados por la periodista argentina Leila Guerriero al oficio de escribir y… por supuesto, de mirar. En él se incluye el ciclópeo y hermoso   El bovarismo, dos mujeres y un pueblo de La Pampa, escrito para el ciclo de Conversaciones Literarias en Formentor con el que la periodista argentina Leila Guerriero ganó el Premio González Ruano entregado por la Fundación Mapfre. A éste hay que sumar Anatomía poética, de José Caballero Bonald, un volumen que reúne fragmentos con los que se completa una galería que es a la vez humana y literaria. Son versos que respiran un aliento contemporáneo, rudo, árido. Uno u el otro, o los dos, necesitan de una lectura tranquila que permita extraer lo verdaderamente importante que tienen que decirnos estas páginas. Cualquier sillón donde quiera que nos encontremos, será ideal para dar cuenta de ellas. Siempre, claro, que estemos solos.

Whitman, ¿sobre una gran alfombra…?

Hojas de hierba es la gran epopeya americana y una de las grandes epopeyas de la literatura universal”, aseguran sus editores. En las páginas de este poemario publicado en 1855,  Walt Whitman canta el nacimiento de los Estados Unidos y su desarrollo como nación. Hojas de hierba es también el retrato de una persona, Walt Whitman, que vierte sus pasiones singulares y sus anhelos más íntimos en sus páginas: “Esto no es un libro: / quien lo toca, toca a un hombre”. La diversidad de un país, el bullicio de las ciudades, la heterogeneidad de un lugar que es a la vez todos toma forma en poemas como Canto de mí mismo, Yo canto al cuerpo eléctrico, De la cuna que se mece eternamente y la elegía al asesinado presidente Abraham Lincoln ( ¡Oh, Capitán! ¡Mi Capitán!). Editado ahora por  Galaxia de Gutenberg, este libro vuelva a manos de los lectores  con una traducción e introducción de Eduardo Moga… ¿Un lugar para leerlo? Pues, sin dudarlo, en la barra o en las mesas próximas a las cristaleras del Café Central, en la Plaza del Ángel, un sitio del que disfrutamos ahora  sus últimos días hasta su cierre definitivo el próximo 31 de diciembre. Bastante más barato y magnífico como una casa propia, pues en la barra del Bar Benteveo, en la calle Santa Isabel.

Las luminarias, en El garito

Una prostituta es arrestada en enero de 1866. Ese día se descubre una fortuna en la casa de un borracho indigente, un hombre rico desaparece y un capitán de navío leva anclas. ¿Guardan relación todos estos hechos entre sí? Ese será el punto de partida de Las luminarias, la novela con la que Eleanor Catton ganó el Man Booker de 2013, uno de los premios internacionales de ficción más prestigiosos del mundo. En esta ocasión publicada por Siruela, ésta es una traducción de Celia Montolío. Acaso porque su presentación será en La Central de Callao el próximo jueves 11 de diciembre, conviene dejarse llevar un poco y leerla ya sea en su claustrofóbico –aunque raramente acogedor- café o en El garito.

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