Un significante vacío es aquel concepto que no tiene un significado específico, una palabra o una idea inconcreta que se puede llenar con las características que uno desee. Actualmente el término "fascismo" es uno de los conceptos más utilizados en discusiones políticas y quizás el único atributo común para todos los que lo usan sea la cualidad peyorativa del término, generalmente para designar formas autoritarias o violentas. El manoseo con el concepto es tal que decenas de opinadores y políticos de izquierda y derecha preferirían perder varios dedos de la mano antes de que les privaran de poder usar la palabra contra sus rivales.
Incluso en el marco de los movimientos políticos de los años 30 y 40, es difícil calificar de una forma precisa las características concretas de dichos regímenes. Stanley G. Payne, uno de los mayores referentes mundiales en el estudio del fascismo, sostiene que hace falta una gran capacidad de abstracción para meter bajo el mismo paraguas del concepto fascista a los movimientos de Italia, Alemania, Rumanía, Hungría o España.
El historiador acaba de publicar Franco y José Antonio. Historia de la Falange y del movimiento nacional (1923-1977) (Espasa), un completo ensayo que roza las 1.000 páginas que pretende dar las claves para entender el fascismo patrio. Falange, el partido fascista español, fue un partido marginal, sin apenas apoyo popular y con casi nula representación política durante la Segunda República. Solo se convirtió en un movimiento importante tras el inicio de la guerra y por el uso político que Franco hizo durante su dictadura. En el único encuentro entre Franco y José Antonio no hubo mucha sintonía, pero la ejecución del líder de Falange le alzó como el primero de los mártires, el primer caído, ¡presente! en cada placa de iglesia dentro de aquella idea de "Cruzada nacional" de la propaganda franquista. A pesar de la temprana muerte de José Antonio en el otoño de 1936, quedó en la memoria como un segundo de abordo de un régimen que ni vio ni sabemos si aprobaría. La sincronicidad en el día del deceso convirtieron el 20 de noviembre en la última gran efeméride para el Franquismo. Franco y José Antonio unidos, literalmente, hasta la tumba en el Valle de los Caídos, parada obligada de los nostálgicos de la dictadura. El historiador estadounidense atiende a Vozpópuli por videollamada desde su residencia en Texas.
Pregunta. ¿Cómo veía Franco la ideología de la Falange?
Respuesta. Franco no entendió mucho toda la ideología de Falange, no era muy docto ni estaba muy leído en la ideología falangista. Absorbió solamente algunas ideas muy generales como la unidad de la patria, pero no entendía por ejemplo las ideas nacionalsindicalistas, tenía un entendimiento somero de la ideología falangista. Sobre todo lo veía como un instrumento y por eso lo dejó en manos de los líderes falangistas. Además, la ideología de Falange no estaba muy desarrollada, era más bien un partido de autor, era poco más que la doctrina de José Antonio. No fue una cuestión de ideología sino de unidad y de incorporar a los obreros, fueron las dos cosas más importantes para Franco.
P. A nivel personal solo coincidieron una vez, y no hubo mucho feeling…
R. Exactamente, el único encuentro fue antes de la Guerra Civil. Franco estaba en una situación muy ambigua, con su estilo indirecto, no quería decidirse a nada, y José Antonio se formó una idea muy negativa de Franco, porque representaba la ambigüedad de los militares. No sabemos qué pensó Franco de José Antonio porque no escribió nada de esto.
P. ¿Por qué tanto culto a José Antonio durante toda la dictadura? En proporción a su obra o su peso político parece totalmente desproporcionado.
R. José Antonio muerto fue un gran símbolo muy útil, se convirtió en una idea de propaganda para el régimen.
P. Señala muchas condiciones políticas y socioeconómicas para el fracaso del Fascismo en España en los años 30, apenas obtuvieron votos en las elecciones de la II República, pero la principal dice que fue la no participación en la Primera Guerra Mundial.
R. La no participación y la ausencia de un movimiento nacionalista fuerte, lo más fundamental para cualquier fascismo en aquella época en Europa.
P. Insiste en que la categoría de fascismo requiere un muy alto nivel de abstracción para poder meter en el mismo saco a Italia, Alemania, Rumanía, Hungría. ¿Para el caso español se pueden dar características básicas?
R. El ultranacionalismo; el empleo de la violencia; y cierto cambio en la propiedad, no tanto de la estructura en sí sino de las relaciones de la propiedad del llamado nacionalsindicalismo, organizar a la clase obrera y toda la economía en bloque, una especie de nacionalsocialismo.
P. ¿Apoya la idea de Paul Preston de que la primera década de Franco fue más violenta, autocrática y represiva que el propio fascismo italiano?
R. Sí, porque en Italia no hubo una guerra civil como tal. En Italia no había tanto que reprimir como en España. En España había conocido una gran guerra civil revolucionaria con enorme movilización, muchos crímenes en ambos lados. Por eso la resolución fue muy dura. El fascismo puro, el de Italia, era un fascismo blando, no tan duro ni tal violento.
P. Como menciona en su obra, desde la aparición del nazismo, este acaparó todo lo que entendemos por fascismo.
R. Cuando alguien dice 'fascismo' no quieren referirse al fascismo italiano, se refieren al nazismo alemán porque parece que esa palabra tiene más fuerza.
P. ¿Qué porcentaje de fascismo hubo en la globalidad del Franquismo, los 40 años de dictadura?
R. El régimen de Franco tiene una larga historia y por tanto es difícil porque va cambiando. El Franquismo nació como un sistema semifascista porque había incorporado la ideología de Falange, aunque Franco no lo entendiera muy bien. Por eso yo siempre he definido la primera etapa del Franquismo como un régimen semifascista, luego todo eso dependió del curso de la guerra mundial. Si Alemania hubiera ganado la guerra, España hubiera sido más fascista, pero con la victoria de aliada, el Franquismo tuvo que moderarse y perder el componente fascista. El proceso de desfascistización comenzó en el mes de agosto de 1943 después de la caída de Mussolini, porque Franco veía que la guerra se ponía muy complicada para la victoria alemana. Pero el proceso de desfascistización continuó durante los siguientes 30 años. Al final quedaba un poquito de fascismo, aunque solo fuera un recuerdo
P. ¿Los planes sociales, se me ocurren de vivienda, el famoso sindicato, incluso cosas como la sección femenina, se tienen que entender como ingredientes del fascismo o como elementos que también vemos en otras dictaduras no fascistas o incluso las democracias y sus nuevos sistemas de bienestar ?
R. El elemento de nacionalsindicalismo español era mucho más fuerte que en otros países con sistemas corporativos. También fue un elemento de fascismo la idea de una organización de mujeres, que fue con mucho fue la mayor organización de mujeres de la historia de España mucho más que en la España republicana revolucionaria donde se habló de eso pero no se puso en práctica. Aunque el espíritu y la doctrina de la Sección Femenina es bastante conservadora, no fascista, por tanto la respuesta es complicada. Las grandes organizaciones nacionales son aspectos comunes a todas las dictaduras sin necesidad de ser una dictadura fascista, porque también existían estas organizaciones en los regímenes comunistas. Es un asunto realmente complicado porque hubieran podido existir esos elementos sin la dosis de fascismo.
P. ¿Cree que Franco y José Antonio se habrían terminado enfrentando?
R. Muy buena pregunta, naturalmente es algo que no se puede contestar. Habría tenido dificultades, probablemente. Franco era muy astuto con todas las personalidades, por ejemplo se portaba bien con todos sus rivales militares, consiguió reunir todo el poder en sus propias manos. No es totalmente imposible que hubiera habido algún arreglo, pero habría habido mucha tirantez y muchas dificultades entre los dos. Pero es un contrafactual que no se puede contestar.
P. Una vez exhumados tanto Franco como Primo de Rivera, ¿Qué se debe hacer con el Valle de los Caídos?
R. Es una gran basílica de la Iglesia, debe quedar como un centro religioso con gran valor artístico y estético. Un centro espiritual dedicado a sus fines religiosos, dejando aparte todo recuerdo político.
P. Usted ha dicho en alguna entrevista que el nacionalismo español no existe, ¿la ideología de partidos como VOX, de exaltación continua, de momentos como la Reconquista, énfasis en los elementos nacionales y sus posturas anti-inmigración e islamófobas, qué son?
R. Vox sí se puede catalogar como nacionalismo, pero Vox todavía es un movimiento pequeño, comparado con los partidos principales. El PSOE es realmente un partido antiespañol a favor de los nacionalismos regionales, y el PP sencillamente no es nacionalista. Así que el nacionalismo español es muy débil.
P. ¿Hoy en día la palabra fascismo para la política actual quiere decir algo?
R. No, hoy en día es lo que los lingüistas llaman un significante vacío, es una palabra plástica que se puede aplicar cualquier cosa como término peyorativo, y en la medida que tuviera un sentido preciso, ese sentido sería autoritario o violento. La palabra fascista actualmente casi no significa nada, y no es una referencia al fascismo italiano original sino al nazismo. Se prefiere utilizar nazismo a fascismo porque tiene mayor impacto simbólico. Creo que es la estética de la palabra lo que es algo más útil, la palabra 'fascista' suena más siniestra que decir nacionalsindicalista. La palabra fascista es más siniestra porque la connotación no es solo la de un movimiento político indeseable, es más que eso, es un movimiento diabólico, demoníaco. Por eso su fuerza simbólica, pero su contenido empírica es muy pobre, porque se le puede tachar de fascismo a cualquier cosa.
P. ¿Es Trump un riesgo para la democracia de su país?
R. Sí, en cierto sentido, porque es un hombre algo imprevisible. Su modo de hablar, es muy suelto, sin disciplina, es caprichoso y un político de esa clase es un problema. En cambio, si miramos las políticas concretas de Trump, es alguien que apoya el gobierno limitado, devolvió el poder a los estados en su primera administración. Un poder limitado no es fascista, la idea del fascismo es ilimitado. Trump restringía el poder del gobierno general con menos centralización y menos poder de estado en su administración. Por tanto, las políticas de Trump no son fascistas, el estilo de Trump tiene de vez en cuando algún parecido.