La gastroenteritis es una de las enfermedades más temidas durante todo el año. Provoca náuseas, vómitos, diarrea y la consecuente inflamación del intestino, así como fiebre, escalofríos y dolor de cabeza, unas molestias que pueden durar tres o cuatro días y que hacen que llevar una vida normal sea prácticamente imposible para el que la sufre.
Esta enfermedad vírica es una inflamación o hinchazón del estómago y los intestinos que se desarrolla al entrar el organismo en contacto con un virus. En algunas ocasiones se la llama también gripe estomacal y los más afectados suelen ser los niños, aunque las personas adultas con un sistema inmunológico más debilitado y una peor salud también pueden padecerla.
Según la web oficial de salud infantil y juvenil de la Asociación Española de Pediatría (AEP), “la causa más frecuente de GEA en nuestro medio son los virus, especialmente el rotavirus, que infecta prácticamente al 100% de los niños en los cuatro primeros años de vida y es el principal responsable de diarrea grave infantil a nivel mundial”.
La gastroenteritis puede afectar a varias personas de un mismo grupo o de una misma familia al mismo tiempo después de haber ingerido un mismo alimento o haber bebido la misma agua. Los gérmenes que causan esta afección pueden llegar a nuestro cuerpo directamente desde un alimento o desde el agua que bebemos, a través de un utensilio (un plato, un cubierto) y pueden transmitirse de una persona a otra por contacto estrecho.
Es difícil ‘escapar’ de ella si entras en contacto con el virus, por lo que la prevención es fundamental. Lavarse las manos frecuentemente (algo que con la pandemia hemos interiorizado de manera definitiva), sobre todo después de ir al baño, cambiar pañales a un bebé o antes de manipular cualquier alimento. Si ya la tienes, evita tocar alimentos que irán a comer otras personas durante al menos dos días o mientras duren los síntomas.
¿Qué dieta hay que seguir?
Todos nos acordamos cuando tenemos una gastroenteritis de los remedios de nuestra madre cuando éramos niños y nos dolía la tripa. No iban mal encaminadas porque la dieta blanda es sin duda la que hay que seguir cuando pasamos un problema estomacal de este tipo. Se trata de un plan de alimentación para tratar diferentes enfermedades del aparato digestivo o para recuperarse después de una intervención quirúrgica.
Lo principal en este tipo de dieta, que puede durar más o menos días dependiendo del motivo por el que se hace y de los síntomas, es que incluya alimentos fáciles de masticar y que se digieran rápidamente, que no lleven condimentos ni especias, que sean poco o nada grasos. Deben ser alimentos que no causen irritación del aparato digestivo ni estimulen los jugos gástricos que provocarían ardores o molestias mayores.
La dieta blanda nos la pueden recomendar no solo para sobrellevar una gastroenteritis, sino también por ejemplo si nos han operado de alguna muela, entonces será una dieta basada en líquidos y purés. Pero la más conocida es la astringente, que es la que los médicos prescriben cuando tenemos ese problema o un fuerte episodio de diarrea.
Lo mejor es durante las primeras 12-24 horas ingerir el mínimo posible de alimentos para luego ir incluyendo algunos muy ligeros durante los dos o tres días posteriores. El apetito irá en aumento con el paso de los días y será el cuerpo el que nos vaya pidiendo ir incluyendo nuevos alimentos. Si los síntomas persisten, lo mejor es consultar al médico.
Lo principal que debemos hacer cuando tenemos los síntomas descritos más arriba es hidratarnos muy bien reemplazar los líquidos y electrolitos perdidos durante los vómitos o la diarrea. Hay que beber agua del tiempo (ni caliente ni fría) a sorbitos y aunque no nos apetezca demasiado, y también podemos incluir algunos tragos de bebidas con electrolitos, sin gas y se pueden añadir sueros o sales de rehidratación oral que se venden en las farmacias.
Los alimentos que tenemos que incluir en una dieta blanda son:
- Arroz. Lo mejor es consumirlo cocido por sus propiedades astringentes. Hay que evitar el arroz integral y tomar arroz blanco tradicional.
- Sémola de trigo y derivados de la harina de trigo refinada. Son fáciles de digerir y prácticamente no aportan nada de fibra. Podríamos tomar, por ejemplo, un plato de pasta cocida sin ningún condimento ni salsa.
- Caldo de verdura casero. Ofrece una dosis extra de hidratación al organismo y nos aporta vitaminas, minerales y electrolitos.
- Infusiones ligeras como manzanilla o tila y tomadas a temperatura ambiente.
- Manzana. Siempre rallada y algo oxidada. Tiene efecto astringente y antiinflamatorio.
- Zanahoria (ayuda a frenar la diarrea), calabaza y calabacín cocidos o hervidos. Estos últimos se pueden tomar solo cuando la diarrea ya haya comenzado a reducirse, ya que son fáciles de digerir y ayudan a hidratarnos.
- Carnes magras. Mejor pollo o pavo cocido. Puedes ir incluyendo también pescado blanco hervido.
- Tortilla. Siempre francesa y con la mínima cantidad de aceite posible a la hora de prepararla.
- Gelatinas. Su valor hidratante es estupendo también en una dieta astringente y además son refrescantes y sabrosas.
Qué no comer con gastroenteritis
El objetivo de la dieta ligera es que suavice la actividad del aparato digestivo y debe estar libre de residuos que estimulen el tracto intestinal como la fibra o la lactosa. De hecho, algunas personas que se están recuperando de una gastroenteritis viral tienen problemas para digerir la lactosa hasta un mes después de haberse recuperado.
En una dieta blanda debemos evitar el consumo de cítricos, de alimentos que nos den gases, salsas como el tomate frito, el picante y los dulces, el vinagre, las bebidas con gas y carbonatadas, el alcohol, la cafeína y los fritos en general.
Otras recomendaciones
Además de seguir la dieta que hemos comentado, es recomendable masticar muy bien cada cosa que comemos y hacerlo despacio, ya que esto favorece la digestión ligera. Es preferible hacer pequeñas comidas y más frecuentes para que el trabajo digestivo sea menor y evitar esos días el tabaco y el alcohol. A la hora de cocinar los alimentos, apuesta por cocciones suaves, productos hervidos o al vapor y deja los asados o las parrillas para cuando estés totalmente recuperado.