Bienestar

Las 14 claves según la ciencia que previenen la demencia

Un estudio revela que casi la mitad de los casos de demencia pueden evitarse modificando factores de riesgo como la obesidad o la depresión

La esperanza de vida aumenta, pero también lo hace la prevalencia de enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer. Sin embargo, un rayo de esperanza surge de un nuevo estudio publicado en The Lancet. Este trabajo revela que hasta el 45% de los casos de demencia podrían prevenirse o retrasarse si se eliminan 14 factores de riesgo modificables.

Aunque la edad y la genética juegan un papel importante, muchos de estos factores están bajo nuestro control. Adoptar un estilo de vida saludable, que incluya una dieta equilibrada, ejercicio regular, control del estrés y estimulación mental, puede reducir significativamente el riesgo.

Según el estudio publicado en The Lancet, estos son los 14 factores de riesgo evitables y así operan:

Colesterol malo alto

Un colesterol alto, especialmente el llamado "colesterol malo" (LDL), es como una neblina que empaña nuestro cerebro. Este exceso de colesterol se deposita en las paredes de los vasos sanguíneos del cerebro, dificultando el flujo de sangre y oxígeno a nuestras neuronas. Es como intentar conducir un coche por una carretera llena de baches: el motor no funciona bien y el viaje se vuelve más difícil. Esta acumulación de colesterol está estrechamente relacionada con el desarrollo de enfermedades como el Alzheimer y los ictus, que son las principales causas de demencia. Reducir el colesterol con una dieta saludable, ejercicio regular y, si es necesario, medicamentos, es como limpiar esa carretera, permitiendo que el cerebro funcione de manera más eficiente.

Pérdida visual no tratada

Problemas de visión como las cataratas o la retinopatía diabética no solo dificultan nuestras actividades diarias, sino que también pueden ser señales de que algo no anda bien en nuestro cerebro. Es como tener una conexión a internet lenta: la información tarda más en llegar y procesarse. Los investigadores creen que estas enfermedades oculares pueden compartir mecanismos biológicos con enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer. Por eso, cuidar de nuestra vista es fundamental para mantener nuestro cerebro sano.

Menor nivel educativo

La educación es como un gimnasio para el cerebro. Cuanto más aprendemos, más conexiones neuronales creamos y más fuerte se vuelve nuestro cerebro. Es como construir un músculo: cuanto más lo ejercites, más fuerte se volverá. Las personas con un alto nivel educativo tienen una mayor reserva cognitiva, lo que significa que su cerebro está mejor preparado para enfrentar los desafíos del envejecimiento. Por el contrario, las personas con un nivel educativo bajo tienen menos herramientas para proteger su cerebro y son más vulnerables a enfermedades neurodegenerativas.

Pérdida auditiva

La audición es esencial para nuestra interacción social y cognitiva. Cuando tenemos problemas de audición, nos aislamos socialmente y perdemos la oportunidad de estimular nuestro cerebro a través de la conversación y otras actividades sociales. Es como vivir en una isla desierta: sin estímulos externos, nuestro cerebro se atrofia. Además, la pérdida auditiva puede dificultar la comprensión del lenguaje, lo que a su vez afecta a nuestra memoria y capacidad de aprendizaje. Usar audífonos es como construir un puente hacia el mundo exterior, permitiéndonos comunicarnos y mantener nuestro cerebro activo.

Depresión

La depresión y la demencia parecen ir de la mano. La depresión no solo puede ser una consecuencia de la demencia, sino que también podría acelerar su desarrollo. Se cree que la depresión provoca cambios en el cerebro, como la reducción del tamaño del hipocampo, una región clave para la memoria y el aprendizaje. Además, la depresión puede llevar a un estilo de vida más sedentario y a un aislamiento social, lo que a su vez puede agravar los síntomas de la demencia.

Traumatismos craneales

Los golpes en la cabeza, especialmente los repetidos, pueden dejar cicatrices en el cerebro. Estas lesiones pueden aumentar el riesgo de desarrollar enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y la encefalopatía traumática crónica (ETC), común en deportistas de contacto. Es como si el cerebro sufriera una conmoción cerebral repetida, lo que con el tiempo puede dañar las células cerebrales y afectar nuestra capacidad cognitiva.

Fumar

El tabaco es un veneno para el cuerpo, y el cerebro no es una excepción. Fumar reduce el flujo sanguíneo al cerebro y daña los vasos sanguíneos, lo que aumenta el riesgo de accidentes cerebrovasculares y otras enfermedades cardiovasculares asociadas a la demencia. Además, las sustancias tóxicas del tabaco pueden dañar directamente las células cerebrales y acelerar el proceso de envejecimiento cerebral.

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Inactividad física

El ejercicio físico es como un elixir de juventud para el cerebro. Cuando hacemos ejercicio, aumenta el flujo sanguíneo al cerebro, se liberan sustancias químicas que promueven el crecimiento de nuevas neuronas y se reduce la inflamación. Por el contrario, la inactividad física favorece la acumulación de placas amiloides y ovillos neurofibrilares, que son características del Alzheimer.

Diabetes

La diabetes es una enfermedad que afecta a todo el cuerpo, incluido el cerebro. Tanto la diabetes tipo 1 como la tipo 2 pueden aumentar el riesgo de demencia. Se cree que la alta concentración de azúcar en la sangre daña los vasos sanguíneos del cerebro y aumenta la resistencia a la insulina, lo que a su vez puede provocar inflamación y daño neuronal. Además, la diabetes puede acelerar el proceso de envejecimiento cerebral y aumentar el riesgo de desarrollar otras enfermedades cardiovasculares, que también están asociadas a la demencia.

Hipertensión

La hipertensión arterial, o presión arterial alta, es como una bomba de tiempo para el cerebro. La presión constante sobre las arterias debilita los vasos sanguíneos y aumenta el riesgo de accidentes cerebrovasculares, que son una de las principales causas de demencia. Además, la hipertensión puede dañar directamente las células cerebrales y acelerar el proceso de envejecimiento cerebral. Controlar la presión arterial con medicamentos y cambios en el estilo de vida, como una dieta saludable y ejercicio regular, es fundamental para proteger nuestra salud cerebral.

Obesidad

La obesidad es una enfermedad crónica que afecta a millones de personas en todo el mundo. Además de aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes y cáncer, la obesidad también está asociada con un mayor riesgo de demencia. Se cree que la obesidad provoca inflamación en el cuerpo, lo que a su vez puede dañar el cerebro. Además, la obesidad se ha relacionado con cambios en la estructura y función del cerebro, como una reducción del volumen cerebral y alteraciones en la memoria y las funciones ejecutivas.

Consumo excesivo de alcohol

El alcohol es una droga que afecta a todo el cuerpo, incluido el cerebro. El consumo excesivo de alcohol puede dañar las células cerebrales, reducir el volumen cerebral y afectar la memoria y la capacidad de aprendizaje. Además, el alcohol puede aumentar el riesgo de accidentes, que a su vez pueden causar traumatismos craneales y aumentar el riesgo de demencia.

Aislamiento social

Los seres humanos somos animales sociales y necesitamos interactuar con otras personas para mantener una buena salud mental. El aislamiento social se ha asociado con un mayor riesgo de depresión, ansiedad y demencia. Se cree que el aislamiento social puede provocar cambios en el cerebro, como una reducción del tamaño del hipocampo y una disminución de la actividad en áreas del cerebro relacionadas con la memoria y las emociones.

Los expertos enfatizan que nunca es demasiado temprano ni demasiado tarde para comenzar a prevenir la demencia. Detectar y tratar estos factores de riesgo a tiempo puede marcar una gran diferencia. Un estudio de la comisión lancet el 45% de las demencias se podrían evitar o al menos demorar si eliminaremos 14 factores

El aumento de la esperanza de vida es una gran noticia, pero también plantea nuevos desafíos. Uno de ellos es el creciente número de personas que sufren demencia. Sin embargo, hay buenas noticias: un estudio reciente ha identificado 14 factores de riesgo que, si se controlan, podrían prevenir casi la mitad de los casos de esta enfermedad.

Los 14 Factores de Riesgo Evitables

Un estudio publicado en The Lancet ha revelado que factores como el colesterol alto, la pérdida de visión y audición, el tabaquismo, la depresión, los traumatismos craneales, la inactividad física y el aislamiento social están estrechamente relacionados con el desarrollo de demencias.

¿Qué podemos hacer?

Aunque la edad y la genética juegan un papel importante, muchos de estos factores están bajo nuestro control. Adoptar un estilo de vida saludable, que incluya una dieta equilibrada, ejercicio regular, control del estrés y estimulación mental,puede reducir significativamente el riesgo.

La Importancia de la Prevención Temprana:

Los expertos enfatizan que nunca es demasiado temprano ni demasiado tarde para comenzar a prevenir la demencia.Detectar y tratar estos factores de riesgo a tiempo puede marcar una gran diferencia.

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