A los que nos gusta el norte de España, que somos muchos, sabemos que Asturias es un valor seguro: por sus paisajes, su hospitalidad y por supuesto, por su maravillosa gastronomía.Uno tiene mil posibilidades cuando llega a esta tierra y una de las más bonitas, con un poso histórico harto interesante, es la denominada ruta del azabache. Antes de abordar la ruta en sí misma, veamos un poco el origen de esta alternativa: el azabache, considerado la piedra mágica de Asturias, es madera, en concreto, se trata de un árbol ya extinto que fosilizó en la época Jurásica. “Es un material único, muy escaso y cuyos yacimientos se encuentran en la zona jurásica de Villaviciosa. Dicen que este azabache, junto al de Whitby en Inglaterra, es considerado uno los mejores del mundo.
Ruta del azabache en Asturias
En Asturias ya no quedan minas abiertas de las que extraer azabache, de hecho, los artesanos que siguen trabajando este material lo sacan de las inmediaciones de estas localizaciones, de escombreras, en acantilados… El punto de partida de la hermosa ruta del azabache parte del no menos hermoso pueblo pesquero de Tazones: allí, desde su faro, basta seguir las indicaciones hacia el pueblo de Villar: el camino lleva hacia una senda de tierra que discurre entre praderas y bosques de eucaliptos, con el Cantábrico de fondo.La ruta no tiene dificultad, puede hacerse perfectamente con niños ya que su extensión es de 4,8 kilómetros (la duración es de aproximadamente unas 3 horas y media, ida y vuelta). La ruta finaliza en Oles (que significa olas): en esta pequeña localidad, la señalización nos lleva hasta la escombrera de lo que fue la mina azabachera del lugar. Pero antes de volver a Tazones lo que sin duda hay que hacer es visitar a una de las artesanas del pueblo, Begoña Gutiérrez, azabachera con 40 años de trayectoria.
Una casa espectacular
Su casa, que es donde tiene su taller, está localizada en un entorno privilegiado: justo encima de un acantilado con unas vistas que cortan el aliento. Begoña os enseñará cómo trabaja el material (lo hace en su taller, situado al aire libre en la entrada de la casa) y también os podrá llevar por su particular ruta del azabache, un sendero verde y exuberante como una jungla, pero sobre todo, mágico. Y es que a este material se le atribuyen propiedades mágicas desde que el hombre es hombre. De hecho, cuando los niños nacían en Asturias la tradición quería que se le regalase una higa o cigüa en asturiano, un amuleto contra el mal de ojo que es una mano cerrada de azabache en la que el dedo pulgar pasa entre el índice y el dedo medio. Y ay de ti si Begoña te hace tu propia higa y en el proceso se rompe: unas veces sucede porque haya una veta en el material, pero si esto se repite querrá decir que estás agüeyado/a, o sea, que te han echado mal de ojo.
Una casona a la que hay que ir
Y para recuperarte de tanta magia o del mal de ojo, nada mejor que una casona, pero no una cualquiera. Muy cerca de Villaviciosa está la Casona de Amandi, una preciosa casa construida a mediados del siglo XIX por el que fuera fundador de la sidra El Gaitero, Obdulio Fernández. La casa dispone de nueve habitaciones, dos de ellas junior suite, y un maravilloso jardín con glicinas, tilos, secuoyas, abetos… casi una hectárea para relajarse. No se pierdan su desayuno, productos locales y ecológicos. Desde la casona tienen cerca Lastres, Colunga, la ría de Villaviciosa, la ruta de los dinosaurios, etc.Y una última recomendación: para seguir con este recorrido en el que nada falla, ni la naturaleza, ni el alojamiento, ni los personajes que uno se encuentra por el camino, vayan a comer a La Salgar, el restaurante de los hermanos Manzano en Gijón. No dejen de pedir las croquetas de jamón (consideradas las mejores de España), el torto y el arroz con pitu caleya. Dejen sitio para el postre, si pueden.