Puede que cuando nos hablen de desconectar de la rutina diaria nos venga a la cabeza la imagen de una playa caribeña, con arena blanca y agua transparente, mojito en mano. Pero para olvidarnos del estrés, coger un avión a la otra punta del mundo no es la única opción. Hay auténticos paraísos a la vuelta de la esquina a los que ni siquiera les hace falta una playa para ser completamente perfectos. Se encuentran en plena naturaleza, rodeados de montañas, y aunque resulta fácil acceder a ellos, están lo suficientemente alejados de los grandes núcleos urbanos como para ignorar atascos, prisas y estrés. Un auténtico regalo para los amantes de lo auténtico con el que renovar energías sin dejarse un dineral. ¿Quién decía que con la cuesta de enero se acababa el disfrute?