Salud mental

Cuatro décadas sin manicomios: los psiquiatras reivindican más control para los enfermos mentales

Juan Francisco, el presunto asesino de Mateo, el niño de 11 años que murió brutalmente apuñalado mientras jugaba con sus amigos al fútbol en el campo de Mocejón

  • Los enfermos psiquiátricos ya no son llevados a los manicomios.

Juan Francisco, el presunto asesino de Mateo, el niño de 11 años que murió brutalmente apuñalado mientras jugaba con sus amigos al fútbol en el campo de Mocejón (Toledo), podría enfrentarse a prisión permanente revisable. El detenido, de 20 años, padece una discapacidad psíquica del 70% —según indica la familia—, dice tener "una doble identidad" que le suplanta con el nombre de Jaun Grace y ha vivido todos estos años "sin problemas" en su pueblo.

Las personas como él llevan desde 1986 viviendo en libertad, como le corresponde por derecho a cualquier otro español, porque ese fue el año en el que entró en vigor la Ley General de Sanidad en España que decretó el cierre de los manicomios, las instituciones mentales en las que estaban recluidas las personas con enfermedades psiquiátricas.

"Esta ley consiguió equiparar a las personas con trastorno mental a las que tienen cualquier tipo de problema de salud", explica a Vozpóuli María Ribas, adjunta a la dirección de Salud Mental en el Parc Sanitari Sant Joan de Déu de Sant Boi de Llobregat (Barcelona). Desde que se cerraron los manicomios, "las hospitalizaciones se producen cuando son estrictamente necesarias y solo hasta que el paciente se estabiliza", momento en el que se les da el alta en el centro para volver a gozar de la libertad que les corresponde.

Por su parte, el jefe de Servicio de Psiquiatría del Hospital Clínico San Carlos, José Luis Carrasco, incide en que esta ley de 1986 tuvo en su momento "un efecto positivo" ya que permitía a los pacientes psiquiátricos a "integrarse en la sociedad", un derecho básico que se les había negado hasta entonces. Sin embargo, ha conllevado la necesidad de "una inversión mucho mayor" que cuando estaban recluidos en manicomios. Coincide con esta opinión su colega de la Orden San Juan de Dios, que lamenta que "hoy siga habiendo una escasez de recursos".

La Ley que cerró los manicomios en 1986

"La calidad de vida de los pacientes ha mejorado radicalmente" desde la entrada en vigor de esta ley, apunta el doctor Carrasco, "pero no se puede ignorar que esto ha sido posible gracias a los avances en los tratamientos farmacológicos en psiquiatría”.

No obstante, el catedrático de Psiquiatría recuerda que en 1986 —año en el que se aprobó la Ley General de Sanidad— el Gobierno demostró un "alto componente ideológico" que desplazó la opinión de los científicos que abogaban por una transición progresiva entre los dos modelos.

"No debemos idealizar el cierre de los manicomios como un hito liberador de los pacientes", subraya el experto, que cataloga la decisión como el comienzo de un proceso que tuvo "sus luces y sus sombras" en cuanto a la integración de los pacientes se refiere.

Según indican los expertos, la buena intención que tuvieron los legisladores en cuanto a la inclusión y la atención integral de estas personas no se ha llevado a cabo de la mejor forma posible. "Todo ha quedado a medias", aseguran, ya que es necesario que aumenten los recursos destinados a la atención y a la prevención psiquiátrica. Apuntan que no solo no está mentalizado el ciudadano de a pie de la situación que viven estas personas, sino que hay muchos médicos de Atención Primaria que tampoco lo están.

Las familias de los enfermos psiquiátricos

El padre del presunto asesino de Mateo, el niño de 11 años de Mocejón (Toledo) que fue agredido con un objeto punzante según se desprende de la investigación, ha tenido que vivir en primera persona el señalamiento de los vecinos del pueblo por un asesinato que él no ha cometido y que, en caso de demostrarse que ha sido autoría de su hijo, tampoco podría haber evitado.

El progenitor, señalado desde siempre por sus convecinos por su extraño comportamiento —suyo y de su hijo—, ha tenido que ver estos días cómo quedaba estigmatizado por el presunto actuar de su hijo Juan Francisco. La casa ha sido apedreada y su coche rallado con la palabra asesino escrita en su capó-

Con el cierre de los manicomios, las familias "tuvieron que hacerse con la carga de la enfermedad" indica Carrasco. A esta indeseable situación que les aumenta las responsabilidades, se suma que lo tienen que hacer "sin ayudas del Estado", una situación que conllevó lastimosamente a que "las calles se llenaron de pacientes" que acabaron recogidos en los albergues.

La enfermedad del paciente "también afecta a las familias", señala María Ribas, adjunta a la dirección de Salud Mental en el Parc Sanitari Sant Joan de Déu. Insiste la doctora en la idea de que se trata de un caso comparable al de cualquier otra discapacidad, como pueden ser las físicas: "El paciente va a necesitar un cierto acompañamiento a lo largo de toda la vida por eso es tan importante el tratamiento de la persona como de los cuidadores principales", añade la experta, que apunta a que las familias deben tener una rápida información y asesoramiento sobre las necesidades de la persona y "darles el máximo apoyo". Internarlos en los manicomios y olvidarse de ellos ya no es una posibilidad.

La integración en la sociedad de los enfermos psiquiátricos

"Solo un buen tratamiento farmacológico posibilita la rehabilitación social en los pacientes graves", y aún así hay pacientes a los que la comunidad "no será capaz de integrar jamás" y lo que necesitan son "internamientos de larga estancia", opina el también catedrático de la UCM José Luis Carrasco, aunque estos ya no serán en manicomios. Según él, son muchos los enfermos psiquiátricos que no respetan la supervisión familiar, toman la medicación ni acuden a los centros de rehabilitación”.

Cuando se cerraron los manicomios "hubo muchas resistencias externas", indica el psiquiatra, "porque la medicina y la sociedad no superaba el estigma de la enfermedad" y a los locos —pese a la intención de los legisladores— no se les acogió ni se les apoyó del mismo modo que a los ciegos o a las personas con discapacidades motrices.

La responsabilidad de los enfermos psiquiátricos cuando cometen un delito

La psicóloga forense y perito del Ilustre Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid Ana Isabel Gutiérrez Salegui señala a Vozpópuli que lo importante es Gutiérrez Salegui en que un enfermo psiquiátrico haya cometido un delito. Según indica, "no todas las enfermedades mentales son atenuantes o eximentes", algo que hay que tener en cuenta en el caso de Mocejón en el que acabó perdiendo la vida Mateo.

Además, los estudios cifran en un 30% el número de patologías falsas que, en realidad, solo se utilizan para intentar evadir la pena máxima: "Hay primero que descartar la simulación y buscar porque siempre hay signos o brotes psicóticos anteriores", asegura Gutiérrez Salegui.

Esta información puede explicar el desarrollo y conocer si la discapacidad puede ir a más o ya es crónica y no va a evolucionar. "Lo más frecuente es que también vaya aparejado un retraso mental y de las capacidades. No en todo momento puede ser dueño de tus actos de forma permanente", afirma la psicóloga Ana Villarubia a Vozpópuli. "Muchas veces estas personas no saben interpretar el mundo. Hay normas que no saben interpretar, pero eso no implica una enfermedad mental tan grave para que no pueda decir que no estaba en sus facultades mentales", expone Villarubia.


Orden San Juan de Dios

Aunque los manicomios están cerrados desde hace casi cuatro décadas, eso no significa que no existan centros con profesionales plenamente preparados y cualificados para el tratamiento de los enfermos psiquiátricos.

En la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios se realiza un acompañamiento de los enfermos y las familias "en todas las necesidades" que presente la persona", explica a Vozpóuli María Ribas, adjunta a la dirección de Salud Mental en el Parc Sanitari Sant Joan de Déu de Sant Boi de Llobregat (Barcelona).

"Nosotros hablamos del modelo de atención centrado en la persona, en el cual se evalúan todas las áreas, incluso el área laboral, el área personal, el área colectiva. El área clínica, el área de relaciones sociales, el área espiritual y el área religiosa", enumera la doctora.

En San Juan de Dios "hay una evaluación global, de todo lo que necesita la persona, no solo de la parte que está afectada por la enfermedad. El diagnóstico clínico se trata con una medicación y con unas intervenciones terapéuticas o psicológicas especializadas, también hay un acompañamiento en cuanto al proyecto de vida y de recuperación de la persona", algo absolutamente fundamental para garantizar la calidad de vida de estas personas a las que la ley de 1986 sacó definitivamente de los manicomios en los que estaban apartados del mundo.

En la Orden San Juan de Dios (Sant Joan de Deu en Cataluña) los pacientes participan en un plan de acompañamiento con terapeutas, tanto cuando ingresan en un centro psiquiátrico como cuando vuelven a su propio domicilio o en la comunidad.

"Tenemos también programas especializados para ayudar a la persona y a los familiares" cuando están en sus casas, relata la psiquiatra. Porque, destaca, los pacientes psiquiátricos no pueden estar privados de su libertad cuando estén estabilizados, lejos de lo que ocurría en los tiempos de los manicomios.

Estos ingresos se producen cuando una persona supone un riesgo para los demás o para sí misma, de otro modo, solo se les priva de la libertad en el caso de contar con una decisión judicial que así lo indique.

Por último, María Ribas matiza que "si por curar entendemos que los síntomas están controlados", hay "muchas personas" que padecen esquizofrenia y se encuentran trabajando con normalidad y viviendo en la comunidad "sin ningún tipo de problemas", por lo que la diferencia con otros pacientes con las mismas enfermedades es "un tema de que los síntomas estén controlados, igual que, por ejemplo, en la diabetes"

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