¿Con la que esta cayendo, emprender en el sector cárnico? Pues sí, eso es precisamente lo que ha hecho Alberto Salto, el emprendedor de 32 años que está detrás de un proyecto con el que quiere imprimir un viraje de 180 grados a un negocio tan tradicional como es el de las carnicerías. Y es que “El AS de las Carnes” es una empresa que es disruptiva incluso en el nombre. “Buscaba algo que se alejara del clásico “carnicería tal”, porque de esas ya hay muchas. Yo quería algo distinto, que me diferenciara”, señala su creador.
Unos comienzos difíciles
La historia de Alberto Salto con la carne es una historia de amor a primera vista. A los 15 años ya estaba trabajando en una pollería, y con 18 se lió la manta a la cabeza, pidió dos préstamos y se lanzó a la piscina de montar su propia pollería en el madrileño barrio de Usera. La crisis de 2008, sin embargo, le obligó a poner en pausa su carrera como empresario. Tuvo que cerrar y volvió al trabajo por cuenta ajena, esta vez en una carnicería.
Aquel primer ‘fracaso’, sin embargo, cumplió a la perfección con su función como fuente de aprendizaje. Y también fue el germen de un nuevo sueño, aun más grande y apasionante, que comenzó a gestarse en aquellos momentos de reinvención profesional y que se hizo realidad en 2016, cuando le propuso a su jefe comprarle el negocio. Tenía 27 años.
Un éxito amplificado por las Redes Sociales
Seis años después de su puesta en marcha, As de las Carnes es uno de los principales distribuidores cárnicos de España y ha multiplicado por diez su facturación, que ya supera el millón de euros. Una de las claves de su éxito está en las redes sociales, con Instagram y TikTok como canales estrella. Y es que el poder de las redes para amplificar un producto es imbatible y, apunta Salto, casi instantáneo. “Recuerdo un día en el que colgué una historia en Instagram sobre unas hamburguesas. No habían pasado ni diez minutos cuando entró en la tienda una chica para pedirlas. La había leído en el autobús y se bajó unas paradas antes de la suya para venir a propósito a llevárselas”.
Cuidar la materia prima
A pesar de su juventud, estos años de trayectoria, con varias crisis a sus espaldas, han enseñado a este emprendedor que la única forma de abrirse camino en los inciertos mercados actuales es a través de la innovación permanente. Alberto tenía claro que había que cambiar algunas cosas del oficio. “Yo quería hacer las cosas diferentes”, comenta. Y una de esas palancas de evolución era reivindicar el oficio de carnicero y elevar la percepción social de la profesión. Para ello, se fijó en la curva que había seguido la cocina “en su tránsito desde el cocinero al chef”, destaca.
El proceso de disrupción también implicó reeducar a los clientes y acostumbrarles a la idea de que pagar un poco más por la calidad es siempre una inversión acertada. Y para ello no dudó en renunciar a vender determinados productos con buena salida pero que no cumplían unos determinados estándares. Un paso arriesgado pero que está dando sus frutos. “Hoy tenemos clientes que están dispuestos a recorrer 100 kilómetros para comprar nuestro producto”, asegura.
Una de las claves del éxito del As de las Carnes está en el uso que hace de las redes sociales, con Instagram y TikTok como canales estrella
La pandemia obligó a la empresa a replantearse muchas cosas, incluida la manera de acceder a la mejor materia prima. Un punto de inflexión fue conocer a la ganadería Prado Alegre, con quien hubo una conexión instantánea. ¿Su planteamiento? Apostar la sostenibilidad y el bienestar animal como la vía más directa y segura para lograr carne de la más alta calidad. Una manera de afrontar la crianza del buey y la vaca que encajó desde el primer momento con la filosofía de As de la Carne.
La alianza con Prado Alegre ha crecido hasta el punto de que ahora la empresa de Alberto Salto tiene un control de principio a fin de todo el proceso, consiguiendo así ese objetivo que persigue toda carnicería: llevar las mejores hamburguesas y chuletones directamente del campo a la mesa sin intermediarios.
Quien no arriesga, no gana
Este empresario sabe por propia experiencia lo duro que resulta embarcarse en tu propio proyecto. Pero no se arrepiente del camino emprendido. “Yo vivo esta profesión con verdadera pasión y disfruto moviéndome en el filo. Porque, aunque a veces puedes experimentar algo de vértigo, es una sensación que te hace sentir vivo”. ¿Su próximo reto? Abrir un restaurante parece el paso natural en la evolución de la empresa. “Todo llegará”, afirma este empresario. Aunque sin excesiva prisa. Porque lo más importante, recuerda, es “que cada cosa que hagas, la hagas de la mejor manera posible”.