Ciencia

Amonites, los otros reyes del Jurásico que extinguió el meteorito

Reinaban en los océanos

  • Recreación de un plesiosaurio nadando junto a varios amonites. -

En el momento en que los dinosaurios dominaban la tierra, en los mares lo hacían los amonites. Aunque ya estaban ahí antes. Los primeros registros son de hace 410 millones de años, frente a los 240 millones de años de los primeros dinosaurios.

La extinción que afectó a los dinosaurios, hace 65 millones de años, y de la que solo sobrevivió la rama de las aves actuales, fue también la que acabó con los amonites.

Los moluscos que desaparecieron

Los amonites, considerados divulgativamente como sinónimo de ammonoideos, son cefalópodos, es decir, moluscos del grupo de los pulpos, sepias o calamares, pero con una concha externa. Aunque menos conocidos, los cefalópodos actuales que más se les parecen son los nautilos.

La concha de los amonites, como la de los nautilos actuales, estaba dividida en cámaras que se podían llenar de agua o aire en función de si el animal quería bajar o subir en la columna de agua, al igual que lo hace un submarino. Para desplazarse en sentido horizontal seguramente podían usar también el impulso a chorro, como los calamares.

Los amonites se situaban generalmente en una posición intermedia en la cadena trófica. Eran depredadores, pero también acababan en las fauces de reptiles marinos, como los ictiosaurios y mosasaurios.

Su reinado

Friedrich Quenstedt, un paleontólogo alemán del siglo XIX, escribía en 1888: “puedes contar las estrellas en el cielo, pero no las especies de amonites en las entrañas de la Tierra”.

Reinaban en los océanos. Sus restos fósiles son abundantes, con una distribución muy amplia, pudiendo llegar a ser casi global, y con una evolución rápida, es decir, que las especies del grupo perduran durante poco tiempo y se suceden rápidamente. Todas estas características les hacen idóneos para ser los fósiles-guía de los sedimentos marinos de la era Mesozoica (desde hace 250 hasta hace 65 millones de años): conociendo la especie de amonites que tenemos en una roca, podemos saber con bastante precisión su edad.

Sobrevivieron a cuatro extinciones

A lo largo de sus 350 millones de años de existencia, los amonites experimentaron cuatro de las cinco extinciones masivas que se han registrado en la Tierra. Cada una de ellas les afectó de manera diferente, y a lo largo de la evolución diversos subgrupos de amonites se extinguieron y otros surgieron. Hasta que definitivamente dejaron para siempre de surcar los mares en la última extinción masiva, hace unos 65 millones de años, momento del impacto del meteorito que también extinguió a la mayor parte de los dinosaurios.

Aunque seguramente el impacto del meteorito, bien asentado en el imaginario popular, no fue la única causa, sí tuvo mucho que decir en la extinción masiva registrada. Al igual que en tierra firme, en los océanos el impacto provocó un debilitamiento de la cadena trófica, afectando principalmente a los productores primarios como el plancton, trasladando los efectos devastadores al resto de la cadena trófica.

Aun así, no debió ser un evento de tan corto plazo como podemos imaginar. Hay evidencias de que algún grupo minoritario de amonites pudo sobrevivir un corto periodo de tiempo después de esta extinción, hasta la desaparición definitiva de estos cefalópodos.

Su presencia en los mares de lo que hoy es la península ibérica

La historia de los amonites es mucho más que su extinción final. En nuestro trabajo nos centramos en su historia evolutiva durante la primera parte del Jurásico (en el periodo de hace 200-175 millones de años), un momento de diversificación marina tras la extinción masiva del Triásico-Jurásico, la penúltima que ha registrado la Historia de la Tierra.

¿Quiere ver dónde estaba su ciudad hace 200 millones de años? En este mapa interactivo puede visualizar cómo era el mundo en diferentes momentos de la Historia de la Tierra. Comprobará que la península ibérica era una isla, o archipiélago, que se encontraba más al sur que en la actualidad, y muy cerca de América porque el Atlántico todavía estaba en su fase inicial de apertura. Las playas de la Península donde habitaban los amonites eran algo parecido a las Bahamas en la actualidad.

Recientemente hemos publicado un trabajo sobre los últimos momentos de una familia de amonites, los echiocerátidos, que reinaron en los mares durante un millón de años y cuya desaparición hace 193 millones de años sigue todavía sin tener causas claras.

El estudio se ha realizado con fósiles de Cantabria (en el área de Reinosa), Asturias (principalmente en las cercanías de Villaviciosa) y Portugal (en el municipio de Marinha Grande). Esta región noroccidental de la península ibérica presenta un registro geológico excepcional para estudiar con precisión la evolución de los amonites y otros fósiles a lo largo del Jurásico Inferior.

Las claves de su extinción

Dentro de un marco de diversificación general, encontramos un momento de crisis o “pequeña” extinción que cambió el reinado de los mares del Jurásico. Los echiocerátidos desaparecieron y los eoderocerátidos ocuparon el trono para desesperación de sus deprededadores, ya que tenían conchas más robustas y más protegidas con tubérculos espinosos, lo que sin duda dificultó el menú de “amonites a la gallega”.

Las claves precisas de la extinción de esta familia de amonites, los echiocerátidos, quedan todavía por detallar, pero fueron importantes los factores registrados en este periodo de tiempo de cambio en el nivel del mar y el aumento de la temperatura global. Cuestiones habituales en las noticias de actualidad, hace 193 millones de años fueron factores que provocaron la extinción de un reinado de amonites que llegó a dominar los mares del mundo jurásico.

Trabajar en estas extinciones que no se consideran masivas nos permite comprender mejor cómo funciona la evolución, y también nos permite comparar eventos del pasado con las posibles consecuencias de la pérdida de biodiversidad actual. La Historia de la Tierra nos muestra que pequeños o grandes cambios en los ecosistemas pueden ser catastróficos para especies con un gran éxito, sean los dinosaurios sobre la tierra o los amonites en los mares.

Ahora, quizá por primera vez, la alteración del equilibrio ecosistémico no está amenazada por causas externas, sino por decisión deliberada de una especie. Las lecciones que aprendemos de la paleontología debería ayudarnos a tomar decisiones en el presente.

Íñigo Vitón García, Investigador predoctoral en Paleontología, Universidad Complutense de Madrid y María José Comas Rengifo, Profesora Titular en Paleontología, Universidad Complutense de Madrid.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

The Conversation

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