El arte y la capacidad de abstracción no fueron una exclusiva de los humanos que habitaron las cuevas del sur de Europa a finales del Pleistoceno. El equipo de Maxime Aubert ha analizado 12 siluetas de manos y dos dibujos figurativos encontrados en siete cuevas de la isla indonesia de Sulawesi. El resultado, publicado en la revista Nature, es toda una sorpresa: la mayoría de los trazos tienen unos 25.000 años de antigüedad, pero algunas de las huellas son casi tan antiguas como las encontradas en la cueva de El Castillo, en Cantabria (España), consideradas el testimonio más primitivo de esta capacidad humana para reflejar el pensamiento en las paredes.
Nadie esperaba que estas pinturas se conservaran tanto tiempo en un clima tropical.
Los científicos han tomado 19 muestras de estas 14 pinturas y han analizado los isótopos de carbono y uranio que aún estaban presentes en los pigmentos. El resultado sitúa su origen hace unos 39.900 años, una fecha muy cercana a las manos de El Castillo (40.000 años) y muy anterior a las de Chauvet (32.000 años), y es una sorpresa por varios motivos. El primero es que son las primeras pinturas figurativas de este tipo encontradas lejos de Europa, lo que indica que ya se estaba haciendo arte en muchos lugares del mundo a aquellas alturas de la historia de la humanidad. El segundo motivo es que nadie esperaba que se conservaran tanto tiempo en un clima tropical como el indonesio.
Además de las huellas de manos, lo más llamativo es la pintura que refleja una especie de cerdo de Indonesia llamada 'babirusa', cuya antigüedad mínima es de 35.400 años. "Fue una especie de impacto", asegura Aubert. "[El descubrimiento] nos proporciona una nueva visión de los orígenes humanos, de la época en que nos convertimos en cognitivamente modernos. Cambia el cómo y cuándo nuestra especie se hizo autoconsciente y empezó a pensar de forma abstracta, a pintar y esculpir figuras".
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