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La Fórmula 1 agoniza entre pérdidas millonarias, denuncias y peligro de desbandada de equipos y pilotos

      

  • Rosberg, en el garaje de Mercedes durante el GP de Japón.

Con reseñar que la escudería Mercedes perdió casi 104 millones de euros en 2014 bastaría para dibujar el negro panorama de la actual Fórmula 1. El equipo que domina y lo gana todo actualmente en este deporte acaba de hacer público el informe financiero del año pasado, y las conclusiones son más que desalentadoras.

Los ingresos de Mercedes pasaron de 169 millones de euros en 2013 a 198 millones en 2014, gracias al aumento de los patrocinadores y del dinero obtenido por derechos comerciales mercede a los excelentes resultados obtenidos en la pista. Sin embargo, el gasto también experimentó un considerable salto: pasó de 257 millones de euros (2013) a 324 millones debido a las primas desembolsadas por los citados triunfos y a los costes derivados de los obligatorios cambios técnicos en el reglamentos.

La conclusión es que la escudería alemana, que deportivamente está -con mucha diferencia- en lo más alto, ha visto como sus pérdidas han aumentado de 68,9 millones de euros (2013) a 103,9. No es difícil imaginarse la crítica situación de los equipos que están por debajo, sobre todo los de la clase media y baja de la parrilla.

Precisamente en busca de mayor igualdad económica, Sauber y Force India han presentado una demanda contra la FOM, empresa organizadora del Mundial de F1, ante la Comisión Europea por competencia desleal que apunta al reparto de los ingresos comerciales de la F1.

Estas dos escuderías critican que las “grandes” escuderías obtienen una parte más importante de los ingresos comerciales de la F1 (más de 1.000 millones de euros de volumen de negocios en 2014), según una ecuación complicada y confidencial en la que se tiene en cuenta los resultados así como los años de presencia en esta categoría.

Tanto Sauber como Force India consideran que el reparto de esas ganancias es "desleal", según una ecuación confidencial inventada por Bernie Ecclestonne, patron de la F1, en la que se tiene en cuenta los resultados así como los años de presencia en esta categoría.

Estos equipos, con otros como Lotus, Toro Rosso y Manor Marussia, tienen que sobrevivir con presupuestos irrisorios de 116 millones de euros, muy por debajo de los ingresos que tienen los "gigantes" de la parrilla como Mercedes, Red Bull, Ferrari, Williams y McLaren.

Caos técnico y reglamentario

La economía es el problema fundamental, pero otra de las principales amenazas para el futuro de la Fórmula 1 se deriva del caos técnico que provocan los constantes cambios en la reglamentación, algunos de ellos radicales y sólo al alcance de los grandes con verdadera eficacia.

El ejemplo de actualidad que ilustra este asunto es la más que posible retirada del campeonato de dos escuderías: la poderosa Red Bull y su filial, Toro Rosso. Roto para el año que viene el acuerdo con Renault, el equipo austríaco no tiene motores para sus coches.

A Red Bull le gustaría montar en 2016 mecánica Ferrari, pero, evidentemente, le ha solicitado a la Scuderia que sean los mismos motores que llevarán Vettel y Raikkonen el año que viene, y no los de 2015 que se quedarán 'antiguos'. La marca italiana es reacia de momento. Y lo mismo sucede con Honda, a la que han tanteado para que morotice a Toro Rosso.

Sin motores los coches no andan, así que hay un riesgo cierto de que los dos equipos patrocinados por la famosa bebida energética abandonen el circo de la F1 en diciembre. Por no insistir en que los antes citados apuros económicos podrían cargarse algún equipo más.

Sería otro mazazo para unas carreras que, en el mero aspecto deportivo, también se ven lastradas por los absurdos y constantes cambios de reglamento, así como por la cada día más estricta prohibición de realizar entrenamientos. Los equipos se ven obligados a adaptarse a incontables normas técnicas, pero apenas pueden probarlas en pista si no es durante los fines de semana de Gran Premio.

Todo ello redunda en un Mundial cada día menos atractivo para los espectadores, con uno o dos equipos dominantes e inalcanzables. Eso provoca aburrimiento en los aficionados -las audiencias televisivas caen- y en los pilotos que no tienen la fortuna de formar parte de una de esas escuderías con bólidos superiores.

Campeones del mundo como Fernando Alonso o Jenson Button, y otros pilotos con aspiraciones de serlo algún día, se cansan de dar vueltas sabiendo que no tienen ninguna posibilidad. Y, claro, por sus cabezas empiezan a rondar otras opciones. Otras modalidades automovilísticas donde dar rienda suelta a su gen natural competitivo.

Con pérdidas millonarias, una parrilla de escuderías menguantes y demasiados pilotos desmotivados, ¿cuánto podrá durar la Fórmula 1?

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