Manolo Santana pasará a la historia como una de los grandes pioneros del deporte en España. Como también hiciera Severiano Ballesteros con el golf, Manolo fue la persona que se encargó de hacer del tenis un juego de masas. Lo consiguió gracias a sus grandes gestas, entre las que destacan cuatro Grand Slams: Wimbledon, US Open y doblemente, Roland Garros.
Santana fue un hombre hecho a sí mismo. Procedente de una familia humilde y nacido en Madrid durante la Guerra Civil (10 de mayo de 1938), Manolo vivió su infancia en una ciudad en reconstrucción y sumida en la pobreza. La falta de recursos en casa y el ser el mayor de cuatro hermanos le obligó a trabajar a una pronta edad. Con apenas 10 años, ejerció como recogepelotas del ya extinto Club de Tenis Velázquez, una decisión que cambiaría su vida para siempre.
De recogepelotas a estrella internacional
El tenis, en la época, era un deporte elitista, solo practicado por familias adineradas que podían permitírselo. Pero su trabajo en el club le valió para dos cosas: obtener financiación para terminar unos estudios básicos y poder iniciarse en el deporte que le haría toda una personalidad pública en nuestro país. Un socio, Álvaro Romero-Girón, le dio los recursos económicos necesarios para poder obtener unos estudios básicos y jugar al tenis.
Gracias a ese espaldarazo económico, Santana pudo progresar hasta convertirse en campeón de España con apenas 20 años en 1958. Fue su primera victoria importante. Después, llegarían otros 71 trofeos más que le valdrían para convertirse en el mejor jugador del mundo. En 1966, alcanzó la cima de lo que hoy sería el 'ranking ATP', aunque logró estar en el 'top ten' durante siete años (1961-1967).
Santana era el mayor de cuatro hermanos en la postguerra. Se puso a trabajar en el sitio que le cambiaría la vida, el Club de Tenis Velázquez, donde encontró el apoyo económico para estudiar y crecer deportivamente
Lo más destacable, como ocurrió con Severiano Ballesteros en su época o con Carolina Marín en la actualidad, es su inspiración en los jóvenes: Manolo Santana se convirtió en una gran figura del tenis a nivel internacional pese a nacer en un país sin tradición en este deporte. En la década de los 60, los tenistas más destacados eran australianos y norteamericanos, pero logró hacerse un hueco y destacar.
En 1961 consiguió ganar en Roland Garros, gesta que repetiría en 1964. Levantó los dos trofeos de forma individual, aunque también logró ser el rey de la tierra batida francesa en 1963 con Roy Emerson en la categoría de dobles.
Aunque ahora el US Open sea un torneo de pista rápida, en la época de Manolo Santana era un campeonato que se disputaba sobre hierba. Por entonces recibía el nombre de 'Open de Estados Unidos' y se celebraba en Forest Hills. Allí, ningún europeo había logrado salir como campeón desde Henri Cochet en 1928. Nadie, hasta que llegó Manolo en 1965.
Una de sus fotos más célebres es la que le sitúa en Wimbledon, torneo que ganó en 1966. Lo hizo, cómo no, de blanco, como marca la tradición, aunque había un detalle extra: la elástica lucía el escudo del Real Madrid, ya que pertenecía al club de tenis de la entidad madridista. El único Grand Slam que no ganó fue el de Australia, ya que nunca participó.
Auténtica celebridad en España
De aparecer en pequeñas crónicas de los diarios deportivos, a ocupar portadas. El tenis no era relevante en España, pero Manolo Santana hizo que en España la gente hablase de su deporte y que las masas estuviesen pendientes de sus gestas. Aunque no había muchas pistas de tenis, el madrileño consiguió que los niños, con una cuerda y dos árboles, tratasen de emular sus proezas desde el parque. Años después, las instalaciones fueron llegando, gracias a la gran cantidad de gente que quería parecerse, aunque fuese un poquito, a Santana.
Le ayudó a ganarse el cariño nacional el hecho de representar a España en diversos torneos. Aunque el tenis no era un deporte olímpico oficial, consiguió, en 1968, un oro en México. También representó a España en la Copa Davis, aunque no consiguió ganarla. Perdió dos finales, ambas ante Australia.
Santana ha sido la cúspide invertida de la pirámide que no sólo dio días de gloria al deporte español [...], sino también fue el promotor de la construcción de miles y miles de pistas de tenis e impulsor de decenas de miles de practicantes en nuestro país
Su último trofeo lo hizo en casa y en un torneo de mucha tradición: el Conde de Godó de Barcelona. Derrotó a otra leyenda, el australiano Rod Laver, para después retirarse. Hablamos del año 1970, con apenas 32 años, pero su pasión por el tenis le hizo volver a las pistas en 1973.
Nadie mejor que Juan Antonio Samaranch para describir lo que supuso Manolo Santana para el deporte en España: “En mi peregrinaje a través del mundo explico, en numerosas ocasiones, la importancia que tuvo para el tenis español el fenómeno Santana. Siempre he dicho que la organización deportiva de un país es como una pirámide, con muchos deportistas en la base de la cual surgirá, en la cúspide, y sin duda alguna, el campeón, el medallista. A este tipo de pirámide hay que añadirle otra invertida, que es la creación, aunque sea artificialmente, del campeón, para que en la base surjan miles de practicantes atraídos por sus triunfos. Este ha sido Santana, la cúspide invertida de la pirámide que no sólo dio días de gloria al deporte español, como sus victorias en Wimbledon y Roland Garros y sus actuaciones históricas en la Copa Davis, sino también el promotor de la construcción de miles y miles de pistas de tenis e impulsor de decenas de miles de practicantes en nuestro país. Su nombre está escrito en letras de oro en el libro de honor del deporte español.”
Una vida dedicada al tenis
Manolo Santana soltó la raqueta, de forma definitiva, en 1980. Pero su amor por este deporte le hizo seguir ligado a él. Pese a su dilatada trayectoria como jugador, nunca quiso abandonar la disciplina que le hizo una auténtica personalidad en nuestro país. Ya fuera como entrenador, promotor de torneos o jugador del circuito senior, Santana siguió muy cerca de las pistas.
Intentó quitarse la espinita de no ganar la Copa Davis al tratar de hacerlo como capitán de la selección en dos etapas: 1980-1985 y 1995-1999. No lo logró por poco, ya que la gran generación que consiguió varias ensaladeras comenzó su andadura al poco de marcharse él: en el año 2000, España levantó su primera Davis.
Su último legado seguirá vivo hasta, como mínimo, 2030. El Masters 1000 de Madrid, conocido como Mutua Madrid Open, fue una idea que encabezó Manolo Santana y que se hizo realidad en 2002. Su nombre preside la pista central -la más grande e importante- de la Caja Mágica desde que se trasladó ahí el torneo, ya que sin el madrileño, hoy no existiría este torneo, que el próximo año celebrará su 20º aniversario.
Tras ser el director del Mutua Madrid Open hasta 2018, legó su cargo al tenista Feliciano López para convertirse en Presidente de Honor con carácter vitalicio. Fuera del tenis, Santana se casó en cuatro ocasiones y tuvo cuatro hijos: tres con María Fernanda González-Dopeso y una, Alba, con la periodista Mila Ximénez, fallecida hace apenas seis meses por un cáncer de pulmón.
Entre otras curiosidades, un ya veterano Manolo Santana (1979) formó parte de la primera selección española de squash, donde compartió equipo con nada menos que Carlos Sainz, que dedicaba su vida a este deporte antes de ser campeón del mundo de rallyes.
Más allá del tenis, en el año 1979 formó parte de la primera selección española de squash en jugar el campeonato europeo. Quedaron en el puesto 18 pudiendo sólo superar al conjunto austríaco. Sus compañeros fueron Santi Nieto, Carlos Sainz, Tomás Lara y Manolo Moreno.