Internet y sus múltiples aplicaciones y algunas herramientas como el Whatsapp han facilitado bastante las cosas en este terreno, ya que muchas veces no se llegan a cometer infidelidades en si, si no que se hace “en potencia”, es decir, cruzando mensajitos o e-mails subidos de tono con personas de nuestro círculo. De hecho, un 53% de hombres y 41% de mujeres según este mismo estudio se han intercambiado mensajes picantes con compañeros de trabajo o gente cercana. Muchas veces las cosas se “quedan ahí” y otras muchas, van más allá.
¿Se podría considerar infidelidad mandarse mensajes hot con compañeros del trabajo? Ahí dejo la pregunta porque para muchos de vosotros será que sí y para otros muchos que no. ¿Puede considerarse infidelidad estar permanentemente fantaseando con acostarte con una vecina aunque nunca lo llegues a hacer? ¿es infidelidad pensar en tu profesor de Pilates mientras estás haciendo el amor con tu pareja?
Muchas veces me he preguntado por qué somos infieles, o por decirlo más correctamente, por qué nos cuesta tanto tener una única pareja sexual. Imagino que la rutina y el aburrimiento juegan un papel importante, otra podría ser la venganza en caso de que tu pareja haya hecho lo mismo y tú te llegues a enterar, probar cosas nuevas, volvernos a sentir “deseados”, meternos un chute de ego cuando tenemos la autoestima por los suelos, volver a sentirnos atractivos o jóvenes o sencillamente, sin planearlo, porque nos encontramos alguien que nos atrae y punto.
Sin embargo y según las encuestas, tanto ellos como ellas serían capaces de perdonar a sus parejas tras una infidelidad. En las mujeres parece ser que es importantísimo diferenciar si la aventura ha sido simplemente “sólo sexo” o si hay una implicación emocional con la tercera persona, en cuyo caso resulta más difícil de perdonar. No es lo mismo beberse tres copas en un viaje de trabajo y liarse con alguien de la oficina que mantener una doble vida durante años (que los hay y las hay).
Hay mucha gente que piensa también que las infidelidades sirven para reactivar la pasión y la libido en sus matrimonios y hay quien a través de una infidelidad se da cuenta de lo que tiene en casa. Aquello de “para que voy a comer choped por ahí teniendo jamón ibérico en casa”. Eso me consta que pasa mucho. Alguien tiene una aventura y resulta que la cosa no es como en las películas, y entonces le da por valorar lo que tiene a su lado.
Respecto a las infidelidades siempre me entra la misma duda: ¿habría que contárselo a la pareja? A mi personalmente me parece que no, porque no hay que hacer sufrir innecesariamente a alguien que queremos. Ya que nosotros “nos lo hemos guisado” parece lógico que “nosotros nos lo comamos”.
Otros y otras valoran la sinceridad por encima de todo. En mi opinión las infidelidades solo se cuentan para “lavarnos la conciencia”, para sentirnos mejor con nosotros mismos después de haber hecho algo que nos atormenta y consideramos como malo. Creo que contarlo solo tiene esta única función. La otra opción es hablarlo con la pareja, pero en ese caso, además de lo obvio, que es el daño, habrá que asumir el riesgo de que puedan dejarnos por ello.
¿Qué pensáis? Si os sucediera a vosotros ¿se lo contaríais a vuestras parejas? ¿perdonaríais una infidelidad?