Más allá de la capital de provincia, Toledo cuenta con pequeñas joyas para disfrutar en píldoras de escapadas culturales, naturales e históricas para compartir con familiares y amigos. Pueblos más y menos conocidos, pueblan los alrededores de una ciudad que eclipsa con su belleza al resto de pequeños destinos pero que, sin embargo, tienen mucho que ofrecer.
Una de las curiosidades de estas tierras es que la literatura, concretamente la novela Don Quijote de La Mancha de Miguel de Cervantes, ha marcado de lleno cada una de estas villas, municipios y pueblos. De hecho, gracias a ello, visitantes de todo el mundo se desplazan hasta sus calles para descubrir en primera persona cada uno de los escenarios por los que pasó este ingenioso hidalgo.
Consuegra
Al sur de la provincia y bañada por el río Amarguillo, se encuentra uno de los municipios más antiguos de la zona, el pueblo de Consuegra. Una de sus imágenes más conocidas, y el motivo por el que muchos de los visitantes se acercan hasta allí, es la de sus doce molinos de viento en lo alto de su cerro que, como decía Don Quijote, ¡no son gigantes, sino molinos…”. Pero, más allá de esta imagen típica de postal, esta villa tiene mucho más que ofrecer a los forasteros.
Su casco antiguo es una de las zonas más llamativas, puesto que sus edificios cuentan con una atmósfera medieval que es capaz de trasladar a cualquiera de un vistazo al pasado. El Ayuntamiento, el Arco y la Torre del Reloj son dos de sus edificios renacentistas y el colegio de San Gumersindo, un verdadero ejemplo de arquitectura mudéjar. Otra de las visitas esenciales es su castillo, ubicado en el mismo cerro que los molinos, de origen musulmán y considerado uno de los mejores conservados de toda la Comunidad Autónoma.
Tembleque
Esta villa, en la que el blanco de la cal reluce por cada una de sus esquinas, es el ejemplo perfecto de la villa manchega. Su punto mas representativo es su plaza mayor, un lugar donde antaño se celebraban los espectáculos taurinos y de comedia y que ahora es el punto neurálgico y social del pueblo.
Una parte fundamental del recorrido por Tembleque es la ruta de sus templos. La arquitectura gótica de transición de Nuestra Señora de la Asunción es digna de una visita, así como la ermita de la Purísima Concepción y la de la Vera de la Cruz construida en 1762. En esta zona, como no podía ser de otra forma en La Mancha, también son llamativos sus antiguos molinos de viento.
El Toboso
El reconocimiento de El Toboso se le debe todo a la novela de Cervantes, Don Quijote de La Mancha. Gracias a ella, visitantes de todas partes del mundo llegan hasta la villa de Dulcinea con objetivo de conocerla a fondo. Y es que, todo visitante que se acerque hasta El Toboso para descubrirlo de cerca, deberá hacerlo según se narra en el capítulo IX de la segunda parte del libro. “Adentrarse en el pueblo en busca de la sin par Dulcinea del Toboso y...habiendo andado doscientos pasos dar con una gran torre, y luego conocer que tal edificio no es el Alcázar sino la iglesia principal del pueblo... y exclamar "¡con la iglesia hemos dado!”. Y es que, aquí todo gira en torno a esta publicación, hasta el punto de que cualquiera de sus paseos por el casco histórico debe terminar en la Casa-Museo de Dulcinea y en su Museo Cervantino.
Más allá de la literatura, no puede faltar la visita a San Antonio de Abad, considerada la “catedral de La Mancha”, y a los conventos de las Monjas Trinitarias y de las Franciscanas, dos espacios declarados Monumentos de Interés Cultural construidos en el siglo XVII y XVI respectivamente.
Escalona
Celtas, romanos y visigodos fueron los primeros en poblar estas tierras en las que ahora no conviven más de 3000 habitantes. A orillas del río Alberche, y rodeado de dehesas, este pueblo llama especialmente su atención por su Castillo-Palacio. Un edificio de arquitectura mudéjar del siglo XV que impone por su inmensidad y por las murallas que lo protegían.
Este castillo se construyó porque Escalona era la capital del estado más importante de Castilla - La Mancha y don Álvaro de Luna, uno de los personajes más poderosos del reino, decidió levantarlo para dejar bien patente su posición. Así empezó la época de Oro de la Corte de los Prodigios que surgió en torno a este castillo, un lugar donde a menudo se celebraban las fiestas de lujo más deseadas.